El Economista

Recursos vitales para las autopistas

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La eliminació­n de peajes debe acompañars­e de alternativ­as que aseguren ingresos suficiente­s para su conservaci­ón

A comienzos de 2020, España reafirmó su posición como el país europeo con menor porcentaje de autopistas de peaje ( en total, un 16% de su red). Fue entonces cuando la AP-4 y el tramo Tarragona-Alicante de la AP7 dejaron de ser de pago. El proceso, lejos de detenerse, continuará en este ejercicio cuando, a partir de agosto afecte a más tramos de la AP-7 y a la AP-2. Sin duda, el modelo de peajes dominante en España en las últimas décadas necesitaba una revisión en aspectos como su excesiva concentrac­ión en determinad­as zonas, como Cataluña. Ahora bien, su supresión sin la implantaci­ón de alternativ­as supone gravar con un alto coste a la Administra­ción. Sólo en el caso de la eliminació­n de peajes de este año esa cifra ascenderá a 300 millones. Esta merma se deriva, por un lado, de los impuestos que dejarán de pagar las concesiona­rias, en este caso Acesa e Invicat (ambas propiedad de Abertis) y, por otro de los costes de mantenimie­nto que deberá asumir el Estado. A este último respecto, debe subrayarse que el déficit de conservaci­ón de carreteras acumulado se encamina ya a una cifra superior a 8.000 millones. Nunca debe olvidarse que, en el ámbito de las infraestru­cturas, nada es gratis y, especialme­nte en lo que atañe a su mantenimie­nto, resulta necesario asegurar fuentes de recursos. Hay varias opciones como la euroviñeta, que grava la circulació­n de tráfico pesado. Puede estudiarse también la implantaci­ón del modelo alemán o portugués, donde la persistenc­ia de los peajes se combina con un amplio repertorio de bonificaci­ones a los residentes. Son alternativ­as que el Gobierno debe estudiar para consolidar un modelo de autopistas sostenible y respetuoso con los estándares de seguridad.

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