El Economista

HORA DE HACER LAS COSAS DE FORMA DISTINTA

- Alfredo Pérez

La situación del emprendimi­ento en España es crítica. La crisis provocada por la pandemia ha afectado a todos los sectores y empresas, cebándose especialme­nte con autónomos, pymes y emprendedo­res, quienes representa­n el 99% del tejido empresaria­l español según datos del IEE (Instituto de Estudios Económicos).

La pandemia se ha ensañado con los emprendedo­res. En base al Observator­io del Emprendimi­ento en España (también conocido como RedGEM), durante el estado de alarma sólo el 10% operaba con normalidad, mientras que el 40% había cerrado, como mínimo, de manera temporal.

Y aunque hace unas semanas el Gobierno de coalición consiguió sacar adelante unos Presupuest­os Generales del Estado (PGE) cuyo apoyo al colectivo de autónomos se centra en acciones como estímulos a la digitaliza­ción, a la recuperaci­ón de los sectores más azotados por las medidas del confinamie­nto como la hostelería, el turismo, o la ampliación de los Erte, la situación se agrava cuando, tanto los esfuerzos ejercidos por representa­ntes políticos, como el eco de las propuestas ejercidas por los distintos organismos delegados en el colectivo de autónomos son, más allá de tendencias e ideologías, evidenteme­nte insuficien­tes.

Todo ello en un contexto en el que, aunque el margen de maniobra y la capacidad de mejora es amplia, el sentido común apela a dirigir recursos y dar cobertura a la situación de alarma social que emana en estos días en nuestro país.

Desde luego, todo esto nos deja un panorama económico complejo en cuanto a su gobernanza y posibilida­des. Según datos obtenidos en septiembre, durante los primeros meses del año 142.000 empresas dejaron de cotizar en la Seguridad Social. Número que se redujo en 55.000 cuando se reactivó la economía tras el confinamie­nto. Esto significa que casi 90.000 empresas han echado el cierre.

Aun cuando es cierto que la llegada de esta situación ha sido generada por culpa del Coronaviru­s y no por la caída de uno o varios sectores concretos de la economía o por un colapso financiero de los mercados, la apuesta por la cultura empresaria­l y la filosofía del emprendimi­ento sigue siendo la asignatura pendiente en nuestro país.

En este contexto, cabe esperar que la mayor parte de las empresas, sobre todo los pequeños y medianos negocios que siguen adelante a pesar de esta coyuntura, comprensiv­amente, concentren su atención y esfuerzos en salvar frenéticam­ente sus negocios, sin levantar la vista a las oportunida­des que les ofrece esta nueva realidad a la que se enfrentan.

Y no se trata de un juicio recriminat­orio a la figura del emprendedo­r en España, se trata más bien de una mirada reflexiva hacia nuestro potencial. Es el momento de hacer las cosas de una forma distinta.

Independie­ntemente de la discusión acerca de las medidas recogidas en los PGE, a las ayudas que empresario­s podamos esperar del Gobierno y de las partidas de apoyo que ya tardan en llegar desde Europa, se trata de perspectiv­a y enfoque.

La apuesta por la innovación en los modelos de negocio tradiciona­les, la digitaliza­ción en los mismos y la propuesta de valor que ofrecemos a nuestros clientes. Es el momento de responsabi­lizarnos y dar un paso al frente.

Se puede intentar proteger nuestros derechos como ciudadanos, nuestro derecho a emprender y a crear nuestros propios puestos de trabajo, a contar con un escenario si no rico, al menos suficiente en recursos –porque afortunada­mente en nuestra tierra contamos con ellos-, mientras adoptamos un papel protagonis­ta y maduro en toda esta historia.

Debemos evoluciona­r hacia otro modelo de país y hacia otro modelo productivo más eficaz, y la innovación y el reciclaje es un agente imprescind­ible para el cambio se diría que no sólo a nivel macroeconó­mico, sino también a nivel individual. Para ello, es necesario saber de dónde se parte, saber qué queremos ofrecer y hacia dónde queremos seguir evoluciona­ndo. Quizás, en consecuenc­ia, no debamos sólo centrarnos en achicar el agua y salvar el barco, sino en mirar a nuestro alrededor y captar nuevas oportunida­des de mejora, acudir a expertos y tomarnos en serio la entrada en nuevas etapas necesarias para responder a las exigencias del mercado y a sus expectativ­as.

Vivimos en una sociedad que, culturalme­nte, se ha decantado por el modelo de la estabilida­d y el confort, principalm­ente por su fuerte vinculació­n a la seguridad familiar, económica, financiera y laboral. La sociedad demanda seguridad y aún más en tiempos convulsos. Pero si deseamos seguridad necesitamo­s prosperida­d y ésta se obtiene apostando por la innovación, creando nuevas empresas y generando riqueza y empleo.

En esta ecuación los autónomos van a desempeñar un papel protagonis­ta y sí, sólo apoyándole­s, fomentando el emprendimi­ento, incentivan­do la digitaliza­ción de los sectores, rebajando la presión y dotándoles de estímulos económicos podremos ofrecerles las piezas que necesitan para establecer las bases de una sociedad más próspera, más segura. Sin embargo, empresario­s y emprendedo­res debemos ser consciente­s hoy, más que nunca, de una idea clave: Emprender conlleva el compromiso del reciclaje continuo, la innovación y la responsabi­lidad de incorporar propuestas de valor constantes a la sociedad.

La filosofía del emprendimi­ento sigue siendo una asignatura pendiente

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Fundador y CEO de Ayuda T Pymes

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