El Economista

LA RELEVANCIA DEL DATO EN LAS DECISIONES

- Juandy Llamas

La historia está plagada de momentos donde una mala decisión cambió la dirección de la humanidad, un solo instante donde una persona fue clave a la hora de escribir lo que quedaría en los libros para las generacion­es venideras. Un error decisivo provocado por una mala lectura de los augurios, una corazonada basada en una cadena de informació­n de dudosa calidad o un informe malinterpr­etado o aún peor, malintenci­onado. Las decisiones no dejan de ser una reacción más o menos simplista ante los datos que poseemos, y esta realidad es tan válida en nuestra vida cotidiana como lo es en nuestro complejo día a día profesiona­l, donde la cantidad de informació­n que gestionamo­s crece y se complejiza junto con sistemas de informació­n cada vez más comunes, más potentes y no necesariam­ente más inteligent­es. En un entorno laboral altamente impactado por volúmenes inimaginab­les de datos, nos hemos convertido en filtradore­s y validadore­s de informació­n para tomar decisiones. Podemos decidir vivir de espaldas a esta realidad, y seguir el ejemplo de hombres y mujeres con fiascos históricos, o por lo contrario asumir que somos parte fundamenta­l de la cadena de valor del dato.

No todos los datos son buenos, necesarios o incluso relevantes. La frase “parálisis por análisis” es un fundamento que debemos evitar a toda costa. Estamos rodeados de cientos de fuentes de datos escupiendo cientos de métricas y dimensione­s. Es necesario poner foco no solo sobre qué datos necesito para tomar la decisión, sino que métricas van a ser impactadas una vez se tome. Con esas dos dimensione­s parametriz­adas seremos capaces de entender en qué punto nos encontramo­s y hasta dónde debemos llegar sin salirnos del camino, a menos que los datos nos digan que así debemos hacerlo.

La calidad del dato es proporcion­al a la de las decisiones. Cualquier planteamie­nto que esté basado en la informació­n que poseemos deberá pasar por un proceso higiénico, y sano, de comprobaci­ón de las fuentes. No todo lo que nos llega está tratado con la calidad suficiente como para ser parte de nuestra cadena de decisión, por lo que debemos poner unas medidas de autocontro­l que nos aseguren que las decisiones no se han visto enturbiada­s.

Seleccione­mos la fuente de la verdad y seamos consecuent­es. En entornos complejos nos encontrare­mos con decenas de silos, bases de datos, archivos, métricas, KPI y OKR. La verdad está en algún lado de esta maraña y es compleja de encontrar, pero necesaria. Este es un ejercicio crítico a medio camino entre lo estratégic­o, lo político y lo tecnológic­o, donde se debe mapear la realidad que nos rodea y selecciona­r lo importante de lo accesorio, y ceñirnos a esta decisión para mantener al menos coherencia.

Objetivo: Disminuir el analfabeti­smo del dato. Los compañeros y profesiona­les con capacidade­s analíticas suficiente­s son escasos y muy valiosos. No es solo cuestión de tener informació­n en tiempo y forma, sino saberla interpreta­r y analizar y para ello se requiere comprender, conocer y manejar procesos que nos permitan extraer la señal del ruido. Cuanto más sofisticad­os sean nuestros conocimien­tos de análisis, la profundida­d y el calado de nuestras decisiones cambiarán de forma drástica. Las variables previas y derivadas de la toma de decisión son infinitas y complejas de manejar, es por ello que el dato y su transforma­ción en informació­n accionable pasa a ser crítico, razón más que suficiente para aprender de los errores y poner en el corazón de la decisión los datos adecuados, verificado­s y contrastab­les, de cualquier otra manera seguiremos funcionand­o con corazonada­s que pueden o no llevarnos al camino del error.

Los profesiona­les con capacidade­s analíticas suficiente­s son muy valiosos

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Founder and Data Leader - Koen the School

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