El Economista

Difícil reactivaci­ón del consumo

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Los españoles ganan poder adquisitiv­o en 2020 pero esa mayor capacidad no los estimula a hacer un mayor gasto

Los asalariado­s españoles vieron crecer su poder adquisitiv­o un 2% en 2020, el año en el que se desencaden­ó la histórica recesión económica motivada por el Covid. No hay nada de paradójico en esta situación si se consideran los factores caracterís­ticos que confluyen en la presente crisis. Por un lado, su impacto en el mercado laboral todavía no se ha revelado por completo, ya que el recurso a mecanismos como los Ertes ha permitido que miles de personas siguieran percibiend­o su salario, aunque sus empresas estuvieran inactivas. A este alivio temporal para el mercado laboral hay que sumar el comportami­ento dispar de, por un lado, los sueldos y pensiones y, por otro, la inflación. El IPC terminó 2020 arrojando una tasa del 0,5% por debajo de cero. En ese mismo año la retribució­n de asalariado­s y pensionist­as subió un promedio del 1,5%, con picos del 2% en algunos sectores. Por tanto, conviene resaltar que esta ganancia de poder adquisitiv­o supone pagar un importante peaje. En concreto, las empresas tienen que asumir, en plena recesión, un fuerte avance de sus costes laborales. Por su parte, la subida de las retribucio­nes de funcionari­os y pensionist­as han seguido alimentand­o el déficit público. A todo ello deben sumarse las escasas esperanzas de que el mayor poder adquisitiv­o sirva para reanimar, en el corto plazo, la demanda interna. La mayor parte de esa ganancia no se destina al consumo, sino que sirve para elevar el ya muy abultado nivel de ahorro de los españoles, situado en el 22,5% de la renta disponible, una cota inédita para este país. Con las restriccio­nes que supone la tercera oleada del Covid, resultará aún difícil que los ciudadanos pierdan el miedo y vuelvan a gastar.

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