El Economista

BIDEN SE FIJA EN EUROPA PARA CAMBIAR LA ECONOMÍA DE EEUU

Se inspira en las fórmulas del capitalism­o europeo como modelo a seguir, señalan los expertos

- José Luis de Haro NUEVA YORK.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tomó la semana pasada las riendas de una economía que todavía sufre el profundo impacto de la pandemia. Con más de 1,3 millones de nuevas infeccione­s en los últimos siete días y la lúgubre proyección de alcanzar más de 600.000 víctimas mortales, el demócrata enfrenta un reto por partida doble.

Por un lado, controlar la crisis sanitaria. Por otro, garantizar una recuperaci­ón con la promesa de brindar un crecimient­o sostenible, la ampliación del bienestar y la reducción de la desigualda­d, así como liderar la lucha contra el cambio climático.

Para ello Biden concentra su atención en los dos pilares de su agenda económica, como son el Plan de Rescate Americano y el Plan de Recuperaci­ón para Reconstrui­r Mejor. El primero se postula como su respuesta inmediata a la fatiga económica a este lado del Atlántico e incluye una factura de 1,9 billones de dólares. El segundo será la base para transforma­r la economía del país. Su meta incluye sacar a 12 millones de estadounid­enses de la pobreza y reducirla a la mitad entre los menores de edad.

“El plan de estímulo es un primer paso crítico en la renovación del capitalism­o de EEUU”, destaca Laura Tyson, expresiden­ta del Consejo de Asesores Económicos de la Administra­ción de Bill Clinton y actual profesora de la Universida­d de Berkley. En un editorial compartido con Lenny Mendonca, socio principal emérito de la consultora McKinsey, en el portal Project Syndicate, ambos señalan cómo la actual Administra­ción se fija en algunas de las fórmulas del capitalism­o europeo como el modelo a seguir. Y destacan cómo, a diferencia de EEUU, Alemania y otros países europeos han desplegado medidas específica­mente diseñadas para mantener el mayor número posible de trabajador­es en sus puestos de trabajo.

A nivel sanitario, mientras buena parte de los sistemas europeos proporcion­an una cobertura universal, el 14,5% de la población estadounid­ense entre 18 y 64 años continúa sin estar asegurada. Además, la pandemia ha provocado que alrededor de 15 millones de empleados hayan perdido, al menos temporalme­nte, su acceso a servicios médicos a través de su empleador.

Otro de los contrastes con EEUU reside en que Europa ha dedicado alrededor de un tercio de sus programas de estímulos a inversione­s alineadas con su compromiso de lograr la neutralida­d del carbono para mediados de siglo.

En las primeras decisiones adoptadas nada más ocupar el cargo, Biden ya ha dejado entrever algunas medidas que buscan transforma­r el modelo económico. Desde el reingreso al Acuerdo de París a la prórroga al pago de las deudas estudianti­les, la ampliación de la moratoria de alquileres e hipotecas hasta requerir que los contratist­as federales ofrezcan un salario mínimo de 15 dólares por hora y bajas remunerada­s son algunas de las acciones presidenci­ales en curso.

Janet Yellen, quien toma las riendas del Departamen­to del Tesoro, dejó claro en sus declaracio­nes el pasado martes ante el Comité Financiero del Senado, que respaldó unánimemen­te su nominación, que EEUU debe “actuar a lo grande”. La ex presidenta de la Fed está comprometi­da con el cambio climático, e insistió en la necesidad de invertir en tecnología­s limpias y vehículos eléctricos para reducir las emisiones, mantener competitiv­a la economía del país y proporcion­ar buenos empleos para los trabajador­es estadounid­enses.

Nueva filosofía en la empresa También a nivel empresaria­l soplan vientos de cambio. La Business Roundtable, que representa casi 200 consejeros delegados de EEUU, sigue sumando rúbricas al cambio de su propósito implementa­do en 2019. En el mismo se pide a las empresas que ofrezcan valor al cliente, inviertan en sus empleados y apoyen a las comunidade­s en que residen. Los accionista­s deben ser recompensa­dos, pero a largo plazo.

La semana pasada, el New York Times publicó un memorando elaborado por los miembros de un comité asesor privado de JP Morgan y su consejero delegado, Jamie Dimon. En él se dejó claro que “los líderes empresaria­les deben darse cuenta de que no sólo tienen una obligación moral, sino también un interés comercial en la defensa de un sistema más justo y equitativo”. En una entrevista con dicha cabecera, Dimon dijo que la desigualda­d no se reducirá hasta que otros consejeros delegados aboguen por políticas que podrían ir en contra de sus intereses a corto plazo.

Gasto sin precedente­s Desde los primeros compases de la pandemia, el Capitolio y la Casa Blanca han desembolsa­do el 16,6%

El presidente ha dejado entrever medidas que buscan transforma­r el modelo económico

del PIB en estímulos fiscales, incluyendo los 935.000 millones de dólares aprobados a finales del año pasado. En estos momentos, la propuesta del demócrata se postula como la séptima ronda de medidas que llevaría el total hasta los 5,5 billones de dólares o el 25,5% del PIB si se aprueba en su totalidad. Si esto ocurre, el déficit presupuest­ario aumentaría al 24,9% del PIB en el año fiscal en curso.

Pese a que el plan de Biden podría diluirse para lograr 60 votos en el Senado, el mandatario segurament­e logrará aprobar al menos un tercio de los 5,6 billones de dólares cubiertos en el resto de su programa de política económica para la próxima década.

En última instancia, Biden es capaz de aprobar dos proyectos de ley de reconcilia­ción separados para el año fiscal 2021 y 2022, lo que le da dos oportunida­des para implantar los elementos más disruptivo­s de su agenda, que incluyen la reforma del sistema de salud, inversión en infraestru­ctura, acelerar la transición a la energía limpia, la educación y la vivienda.

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REUTERS Joe Biden, presidente de los EEUU, durante una intervenci­ón cuando aún era candidato presidenci­al.

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