BIDEN SE FIJA EN EUROPA PARA CAMBIAR LA ECONOMÍA DE EEUU
Se inspira en las fórmulas del capitalismo europeo como modelo a seguir, señalan los expertos
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tomó la semana pasada las riendas de una economía que todavía sufre el profundo impacto de la pandemia. Con más de 1,3 millones de nuevas infecciones en los últimos siete días y la lúgubre proyección de alcanzar más de 600.000 víctimas mortales, el demócrata enfrenta un reto por partida doble.
Por un lado, controlar la crisis sanitaria. Por otro, garantizar una recuperación con la promesa de brindar un crecimiento sostenible, la ampliación del bienestar y la reducción de la desigualdad, así como liderar la lucha contra el cambio climático.
Para ello Biden concentra su atención en los dos pilares de su agenda económica, como son el Plan de Rescate Americano y el Plan de Recuperación para Reconstruir Mejor. El primero se postula como su respuesta inmediata a la fatiga económica a este lado del Atlántico e incluye una factura de 1,9 billones de dólares. El segundo será la base para transformar la economía del país. Su meta incluye sacar a 12 millones de estadounidenses de la pobreza y reducirla a la mitad entre los menores de edad.
“El plan de estímulo es un primer paso crítico en la renovación del capitalismo de EEUU”, destaca Laura Tyson, expresidenta del Consejo de Asesores Económicos de la Administración de Bill Clinton y actual profesora de la Universidad de Berkley. En un editorial compartido con Lenny Mendonca, socio principal emérito de la consultora McKinsey, en el portal Project Syndicate, ambos señalan cómo la actual Administración se fija en algunas de las fórmulas del capitalismo europeo como el modelo a seguir. Y destacan cómo, a diferencia de EEUU, Alemania y otros países europeos han desplegado medidas específicamente diseñadas para mantener el mayor número posible de trabajadores en sus puestos de trabajo.
A nivel sanitario, mientras buena parte de los sistemas europeos proporcionan una cobertura universal, el 14,5% de la población estadounidense entre 18 y 64 años continúa sin estar asegurada. Además, la pandemia ha provocado que alrededor de 15 millones de empleados hayan perdido, al menos temporalmente, su acceso a servicios médicos a través de su empleador.
Otro de los contrastes con EEUU reside en que Europa ha dedicado alrededor de un tercio de sus programas de estímulos a inversiones alineadas con su compromiso de lograr la neutralidad del carbono para mediados de siglo.
En las primeras decisiones adoptadas nada más ocupar el cargo, Biden ya ha dejado entrever algunas medidas que buscan transformar el modelo económico. Desde el reingreso al Acuerdo de París a la prórroga al pago de las deudas estudiantiles, la ampliación de la moratoria de alquileres e hipotecas hasta requerir que los contratistas federales ofrezcan un salario mínimo de 15 dólares por hora y bajas remuneradas son algunas de las acciones presidenciales en curso.
Janet Yellen, quien toma las riendas del Departamento del Tesoro, dejó claro en sus declaraciones el pasado martes ante el Comité Financiero del Senado, que respaldó unánimemente su nominación, que EEUU debe “actuar a lo grande”. La ex presidenta de la Fed está comprometida con el cambio climático, e insistió en la necesidad de invertir en tecnologías limpias y vehículos eléctricos para reducir las emisiones, mantener competitiva la economía del país y proporcionar buenos empleos para los trabajadores estadounidenses.
Nueva filosofía en la empresa También a nivel empresarial soplan vientos de cambio. La Business Roundtable, que representa casi 200 consejeros delegados de EEUU, sigue sumando rúbricas al cambio de su propósito implementado en 2019. En el mismo se pide a las empresas que ofrezcan valor al cliente, inviertan en sus empleados y apoyen a las comunidades en que residen. Los accionistas deben ser recompensados, pero a largo plazo.
La semana pasada, el New York Times publicó un memorando elaborado por los miembros de un comité asesor privado de JP Morgan y su consejero delegado, Jamie Dimon. En él se dejó claro que “los líderes empresariales deben darse cuenta de que no sólo tienen una obligación moral, sino también un interés comercial en la defensa de un sistema más justo y equitativo”. En una entrevista con dicha cabecera, Dimon dijo que la desigualdad no se reducirá hasta que otros consejeros delegados aboguen por políticas que podrían ir en contra de sus intereses a corto plazo.
Gasto sin precedentes Desde los primeros compases de la pandemia, el Capitolio y la Casa Blanca han desembolsado el 16,6%
El presidente ha dejado entrever medidas que buscan transformar el modelo económico
del PIB en estímulos fiscales, incluyendo los 935.000 millones de dólares aprobados a finales del año pasado. En estos momentos, la propuesta del demócrata se postula como la séptima ronda de medidas que llevaría el total hasta los 5,5 billones de dólares o el 25,5% del PIB si se aprueba en su totalidad. Si esto ocurre, el déficit presupuestario aumentaría al 24,9% del PIB en el año fiscal en curso.
Pese a que el plan de Biden podría diluirse para lograr 60 votos en el Senado, el mandatario seguramente logrará aprobar al menos un tercio de los 5,6 billones de dólares cubiertos en el resto de su programa de política económica para la próxima década.
En última instancia, Biden es capaz de aprobar dos proyectos de ley de reconciliación separados para el año fiscal 2021 y 2022, lo que le da dos oportunidades para implantar los elementos más disruptivos de su agenda, que incluyen la reforma del sistema de salud, inversión en infraestructura, acelerar la transición a la energía limpia, la educación y la vivienda.