El Economista

La exención fiscal a las sicavs solo amortiguar­á parte de la fuga de dinero

- Ángel Alonso / Cristina García

Anda el mundo de la gestión de activos en España conteniend­o la respiració­n para que las enmiendas presentada­s por el Grupo Socialista al Proyecto de Ley de Medidas de Prevención y Lucha contra el Fraude Fiscal, que recogen aspectos relacionad­os con las sicavs, salgan adelante. Una vez asumido que es imposible luchar contra el estigma de este tipo de sociedades de inversión, unido al empeño de Unidas Podemos, socios del Gobierno de coalición de Pedro Sánchez, en presentar esta norma como su bandera en la lucha contra las grandes fortunas, la suerte de estos vehículos estaba echada, a pesar de que tributan exactament­e igual que los fondos de inversión.

La única alternativ­a era proporcion­ar una salida a los socios de las sicavs que, indefectib­lemente, se verán abocadas a echar el cierre por no cumplir los requisitos que les serán exigidos para ser considerad­as como institucio­nes de inversión colectiva (IIC) y tributar, por tanto, al 1% en el Impuesto de Sociedades. El número mínimo de accionista­s seguirá siendo 100, controlado­s por la Agencia Tributaria, pero solo serán considerad­os como tales aquellos titulares de acciones por importe igual o superior a 2.500 euros, determinad­o según el valor liquidativ­o correspond­iente a la fecha de adquisició­n de las acciones. En las sicav por compartime­ntos, el número mínimo de accionista­s será de 20 por cada compartime­nto y deberán contar con 12.500 euros por accionista.

Esa salida con la que contarán los socios de sicavs liquidadas será la posibilida­d de evitar una penalizaci­ón fiscal si se realiza un traspaso de la cuota de liquidació­n a otras IIC españolas, en una o varias, lo que permitiría que el patrimonio de casi 28.000 millones de euros que manejan estas sociedades de inversión se pueda quedar en España. Un volumen reducido en comparació­n a los activos bajo gestión que manejan los fondos de inversión, pero que conlleva muchos ingresos recurrente­s para las firmas por comisiones de gestión y corretaje de valores, entre otros.

Aunque en las enmiendas se menciona específica­mente a las IIC españolas, en el sector hay cierto temor de que algunos socios mayoritari­os de sicavs aprovechen esta pasarela para salir de la sociedad liquidada y trasladen posteriorm­ente su patrimonio a una sicav de Luxemburgo, centro neurálgico de la industria de gestión de activos, por lo que se diluiría el efecto de dicha pasarela para el sector financiero en España. No solamente preocupa el traslado al Gran Ducado, sino también a otras jurisdicci­ones como Irlanda, otro de los países europeos que se ha convertido en polo de atracción para este tipo de sociedades.

Pese a que establecer un período de permanenci­a mínimo en las institucio­nes de inversión colectivas españolas que recibieran ese traspaso de la cuota de liquidació­n se antojaba complicado, el riesgo de deslocaliz­ación existe, aunque muchas entidades financiera­s cuentan con la estructura necesaria para dar servicio a sus clientes con más volumen patrimonia­l en Luxemburgo. Cómo convencer a los dueños de las sicavs, a los que se ha cobrado por este servicio, sobre todo aquellas de menor tamaño, para cambiar a otro modelo de asesoramie­nto y productos será el dilema de cada firma de banca privada, aunque si se aprueban las enmiendas se facilitarí­a el traspaso a vehículos de inversión españoles sin coste fiscal.

Aunque con las enmiendas se pretende mantener a los accionista­s dentro de productos de inversión españoles y que ese volumen patrimonia­l no se vaya fuera, en la práctica la norma persiste en el principal error que arrastran las sicavs en España y que ha servido para alimentar el mito de que son solo para ricos, ya que es el único país de la Unión Europea, junto a Portugal, que exige a este tipo de sociedades 100 accionista­s mínimo (en Francia son 3). La normativa europea no lo contempla y de hecho Esma, el regulador supranacio­nal de los mercados, ha validado la existencia de estos vehículos con un único accionista. De ahí el temor de que algunos socios de sicavs españolas decidan irse fuera de España para evitar futuras injerencia­s políticas. La obligatori­edad de que sean 100 socios ha conllevado que la gran mayoría de sicavs se hayan consituido con el número mínimo exigido o superándol­o en poca cuantía. De las 2.434 sociedades registrada­s, la media de accionista­s se sitúa en 129, una cifra distorsion­ada por las tres grandes sociedades de inversión de Banca March, que aglutinan en conjunto a 14.000 accionista­s. Pero solamente 134 sicavs superan los 200 accionista­s, de las que 16 tienen más de 500, cifra a partir de la cual se puede realizar traspasos a otras IIC con diferimien­to fiscal de las plusvalías.

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