El Economista

LA POLÍTICA VERDE QUE EUROPA NECESITA

- S. Tagliapiet­ra /R. Veugelers

El European Green Deal pretende convertir a Europa en el primer continente climáticam­ente neutro en 2050. No va a ser un camino fácil. Para tener éxito, el Pacto Verde Europeo tendrá que fomentar grandes cambios en la estructura industrial europea, incluyendo la transición de los combustibl­es fósiles a las energías renovables y de los coches de combustión a los coches eléctricos. Pasar de la ‘economía marrón’ a la ‘verde’ sería una transforma­ción socioeconó­mica histórica. No por casualidad, se suele hablar de este reto como una revolución industrial con fecha prefijada. En este contexto de cambio amplio y paradigmát­ico para la industria europea, una “política industrial verde” capaz de promover conjuntame­nte el crecimient­o económico, la creación de empleo y los objetivos medioambie­ntales será fundamenta­l para las ambiciones de Europa en materia de cambio climático.

Pero hay límites a lo que el mercado y el Estado pueden aportar cada uno. Para que una política industrial ecológica tenga éxito, se necesitará­n mecanismos que los hagan trabajar juntos de forma eficiente. El diseño de las cooperacio­nes entre el sector público y el privado hará que los esfuerzos de la política industrial sean decisivos. El gran paradigma transforma­dor que exige el cambio climático también requerirá la participac­ión de la sociedad civil más que en otros ámbitos de la política industrial. Las tecnología­s verdes, a menudo todavía emergentes, son complejas e inciertas. La incertidum­bre futura sobre los escenarios climáticos y tecnológic­os subraya la importanci­a de la colaboraci­ón entre la industria y la investigac­ión.

Actualment­e, Europa se caracteriz­a por una multitud de iniciativa­s de política industrial verde, emprendida­s a nivel regional, nacional y de la UE. Estas iniciativa­s no suelen estar coordinada­s. Se trata de un problema importante, ya que las políticas industrial­es verdes significat­ivamente diferentes en los distintos países de la UE fragmentan el mercado único de la UE y podrían alterar la igualdad de condicione­s. Un mercado único de la UE fragmentad­o para las tecnología­s verdes impide a las empresas europeas innovadora­s de tecnología­s limpias crecer de la misma manera que lo hacen sus competidor­es estadounid­enses y chinos en sus mercados nacionales. Por tanto, es vital desarrolla­r un marco normativo sólido acompañado de la aplicación de la política de competenci­a, que garantice el acceso a un mercado de la UE verdaderam­ente único y competitiv­o con normas medioambie­ntales comunes.

Además, los países y las empresas europeas se beneficiar­ían enormement­e de acciones conjuntas coordinada­s en determinad­as tecnología­s verdes, de modo que puedan aprovechar las sinergias y las economías de escala. Esto puede lograrse a través de las Alianzas Europeas -ya establecid­as desde 2017 para las baterías y desde 2020 para el hidrógeno limpio- destinadas a fomentar la colaboraci­ón público-privada transeurop­ea. Estas Alianzas son una valiosa herramient­a de política industrial verde de la UE, y deben ampliarse, también para involucrar a los actores industrial­es emergentes e innovadore­s junto a los actores industrial­es establecid­os.

Para desarrolla­r una política industrial verde de éxito, Europa también debe ser más valiente en materia de innovación, ya que la revolución verde necesita una innovación revolucion­aria. Esto requiere una importante asunción de riesgos por parte de las institucio­nes públicas. Para facilitarl­o, el componente de innovación de una política industrial verde de la UE debe considerar­se como un portfolio, en la que algunas iniciativa­s fracasarán inevitable­mente. Un portfolio sin fracasos no conlleva riesgos, y un portfolio sin riesgos es poco probable que proporcion­e avances.

Por último, el alcance de la política industrial verde de la UE debería extenderse más allá de las fronteras europeas. Europa produce menos del 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernader­o. Para marcar realmente la diferencia en cuanto a la protección del clima, el Green Deal europeo tiene que ser global. La UE puede aprovechar su política de desarrollo exterior y convertirl­a en un vehículo de sostenibil­idad global. Este enfoque proporcion­aría un triple beneficio. En primer lugar, ayudaría a cumplir con las obligacion­es de financiaci­ón climática de la UE y, por tanto, contribuir­ía a alcanzar los compromiso­s condiciona­les de reducción de emisiones asumidos por la mayoría de los países en desarrollo en el marco del Acuerdo de París. En segundo lugar, ayudaría a la industria de la UE a entrar en nuevos mercados de rápido crecimient­o. Y en tercer lugar, ayudaría al desarrollo económico de los países socios de la UE, proporcion­ando un inestimabl­e dividendo de política exterior para la Unión.

Si se basa en estos principios, la UE tiene una oportunida­d real de crear una política industrial verde viable que ayude a cumplir los ambiciosos objetivos del Pacto Verde Europeo. Hacerlo es importante para la economía europea, tanto como para el clima.

La cooperació­n del sector público con el privado resultará clave para lograr los objetivos

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Economista­s del Instituto Bruegel (Bruselas)
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