La pandemia acentúa los retos del sector logístico en la última milla
En Cataluña el ritmo de reparto alcanza los tres paquetes por segundo, según la Generalitat La entrega de mercancías puerta a puerta obliga a repensar el modelo para hacerlo sostenible
La pandemia ha acelerado la necesidad de asumir cuanto antes muchos de los retos pendientes en varios campos. En el caso del comercio electrónico, la explosión de pedidos durante y después del confinamiento, impulsa la reflexión sobre los aspectos logísticos que hacen posible trasladar las mercancías a los domicilios de los compradores. En este sentido, ha tomado especial importancia todo lo que hace referencia al concepto de la última milla, es decir, el último tramo de transporte que debe recorrer una mercancía hasta llegar a su destino: el cliente final que hace el pedido por Internet.
El recorrido que hace un producto, desde que es comprado mediante una plataforma digital hasta que un repartidor llama a la puerta de casa del cliente, se divide en varios tramos: puede llegar en avión o a un puerto y, desde allí, un camión lo traslada a un centro logístico, desde donde una flota se encargará de llevarlo a casa del cliente. “Este último tramo presenta un reto: lograr la eficiencia del transporte puerta a puerta, que tiene un coste muy elevado para el medioambiente”, explica Cristian Castillo, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
Las estadísticas hablan por sí solas. De hecho, en Cataluña, según datos de la Generalitat, se entregan tres paquetes cada segundo. Esto supone un volumen muy alto de mercancías en esta última milla, que la pandemia ha incrementado. El efecto de la pandemia y el confinamiento han acelerado el crecimiento de las compras a distancia: un esaún tudio anual de 2020 de comercio electrónico elaborado por IAB Spain indica que este tipo de comercio ha experimentado un crecimiento cercano al 20% en España.
Las grandes ciudades son las que se enfrentan al reto de hacer que este esfuerzo logístico sea eficiente y sostenible. Castillo apunta como ejemplo China, uno de los países en los que la cuestión está más avanzada, por el gran volumen de población y al dinamismo del comercio online. “Si cada particular que realiza un pedido esperara que llegara un repartidor a su domicilio, sería imposible sostener el coste medioambiental”, remarca.
El coste medioambiental por el auge del ‘e-commerce’ es muy elevado
El modelo chino se basa en utilizar puntos de recogida que el consumidor puede escoger. Se trata de taquillas situadas en centros de transporte público o en tiendas del barrio. Estos puntos concentran todos los envíos de una zona, y esto permite que la distribución de mercancías sea mucho más sostenible. En el ámbito local, Castillo advierte que “aún hace falta más concienciación desde el punto de vista del consumidor”.
El volumen de pedidos que genera el comercio electrónico en Cataluña evidencia que hay que “cambiar el modelo”, dice Castillo. Ya se veía antes de la pandemia y ahora más. Según datos de la Generalitat, en Cataluña el comercio electrónico aumentaba entre un 20% y un 25% cada año. El Covid-19 ha acelerado su crecimiento y, además, “ha demostrado que es un sistema robusto y que las empresas de transporte están preparadas para cualquier cosa, porque hemos visto el país paralizado, pero hemos seguido recibiendo las mercancías”, dice Castillo. Esto es un punto a favor de la red logística, “pero dificulta mucho la sostenibilidad de este tipo de comercio a largo plazo”.
Entre las medidas que empiezan a implementarse, está el uso de vehículos eléctricos. Sin embargo, el problema
Una opción es el uso de vehículos eléctricos, pero aún no hay camiones con estos motores
es que esta medida funciona con furgonetas de mensajería, pero “un tráiler o un camión de reparto con motor eléctrico todavía no son posibles”.
Los cambios de modelo que habrá que hacer no supondrán necesariamente una disminución de puestos de trabajo, porque, según Castillo, lo que hace falta es reconvertir y repensar el modelo, teniendo en cuenta que el comercio electrónico “ha venido para quedarse» y que su potencial de crecimiento en España es muy alto. “Sin embargo, es necesario que el crecimiento de este modelo tenga lugar de forma sostenible”, concluye.