MAREMOTO ECONÓMICO Y EMPRESARIAL
Los datos hablan por sí mismos: la tasa de desempleo se eleva al 16% de la población activa; cuatro de cada diez jóvenes están en paro; caen casi 40.000 empresas con un solo trabajador; más del 10% de las pymes puede llegar a desaparecer y existe, según el Banco de España, un agujero en impagos que puede ser de 45.000 millones de euros. Una debacle empresarial.
Miedo, mucho miedo, es lo que provocan todas estas cifras, a las que hay que sumar las que afectan al PIB, que en 2020 se desplomó un 11%, la cifra más elevada de nuestra historia en tiempos de paz… aunque parezca que vivimos tiempos de guerra.
El FMI empeora su estimación de crecimiento para España en 1,3 puntos al 5,9% alejándose, cada vez más, de la estimación del PIB hecha por el Gobierno, 9,8%, en la que se basan los Presupuestos Generales del Estado de este 2021. Además, la previsión del Fondo Monetario Internacional tampoco se acerca a la que hizo el Ejecutivo descontando el efecto de los fondos europeos, que era del 7,2%.
Sí, dan ganas de llorar. Las heridas y los daños de este maremoto son profundas y todas las esperanzas están puestas en la evolución de esta tercera ola, en una campaña de vacunación que se complica cada día y en la llegada de los tan ansiados fondos europeos: 140.000 millones de euros que constituyen una oportunidad histórica para nuestra economía, y que marcarán la España del futuro.
Estas ayudas tendrán que estar en línea con los objetivos que marca la UE, y que pivotan sobre la transición ecológica, la digitalización y la industrialización y reforzarán nuestra competitividad como país, actuando sobre sectores concretos y creando una industria ganadora.
Pero, además, este paquete de ayudas exige que el Gobierno lleve a cabo una serie de reformas de gran calado en el ámbito laboral, de pensiones y fiscal que tiene que lograr el visto bueno de los socios europeos.
Estamos, sin duda, en un momento muy crítico, pero también hay que analizar las oportunidades de crecimiento y de inversión; mirar al futuro con optimismo, ser resilientes al cambio y trabajar muy duro en la reconstrucción tras un tsunami sin precedentes.
Las esperanzas están puestas en una campaña de vacunación que se complica cada día