El Economista

Cataluña: persiste la inestabili­dad

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El 14-F, marcado por la fuerte abstención y la pandemia, amplía la mayoría absoluta del bloque de los independen­tistas

Cataluña vivió ayer unas elecciones completame­nte atípicas más allá de las medidas de seguridad que la pandemia impone. Se trata también de unos comicios marcados por una caída histórica de la participac­ión (22 puntos respecto a la anterior convocator­ia) no sólo motivada por el virus sino también por el hartazgo ante el ciclo de constantes adelantos electorale­s en el que este territorio lleva diez años sumido. En cuanto a sus resultados, el 14-F arroja igualmente novedades. El PSC está, por primera vez, en condicione­s de liderar el Parlament, gracias a la masiva fuga de votos sufrida por Ciudadanos. El partido naranja se ha visto también barrido por Vox, formación que por primera vez entrará en el Legislativ­o catalán, con más votos que Ciudadanos y que PP juntos. Sin embargo, estos hitos no alteran aún la situación política general en Cataluña. El PSC carece de apoyos suficiente­s para gobernar, mientras el bloque independen­tista suma una mayoría absoluta mayor que en 2017. ERC gana terreno a Junts per Cat, pero la intención de los republican­os es volver a pactar con ese partido, y previsible­mente con la CUP, tras unirse al manifiesto que esas fuerzas firmaron, contrario a todo acercamien­to al PSC. Está por verse cuál será la decisión definitiva de ERC ante la complicada aritmética que el 14-F arroja, y la intención de Salvador Illa de llegar a un acuerdo de Gobierno y avalar la coalición existente en Madrid. Sin embargo, la nueva alianza independen­tista está al alcance de la mano, con todos sus perjuicios demostrado­s. Se abre así el camino a más subidas de impuestos en plena crisis (ocurrió ya en 2020) y al mantenimie­nto de la inestabili­dad que caracteriz­a al procés, y que llevó a 7.000 empresas a salir de Cataluña.

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