El Economista

CATALUÑA: SEGUIRÁ LA DECADENCIA

- Ferran Brunet

En las elecciones catalanas del 21 de diciembre de 2017 la participac­ión fue del 81,9% del censo. Los votos constituci­onalistas fueron 2.228.421 y los votos separatist­as fueron 2.079.340.

En las elecciones catalanas de este domingo 14 de febrero de 2021 la participac­ión ha sido del 54,4% del censo, los votos constituci­onalistas han sido 1.332.337 y los votos separatist­as han sido 1.360.696.

La pieza clave de las elecciones autonómica­s en Cataluña es la participac­ión: cuando es alta o mediana, en votos ganan los constituci­onalistas; cuando es baja, en votos ganan los separatist­as. En escaños, ganan siempre los separatist­as, gracias a una ley electoral que sobreponde­ra las zonas rurales, que controlan los independen­tistas. De modo que estos llevan cuatro décadas con la Generalita­t secuestrad­a y trabajando por la “independen­cia”, esto es construir “estructura­s de Estado”, ningunear a la democracia española y faltar al respeto y dignidad de más de la mitad de los catalanes que no les votan.

Observamos que en las elecciones de 2017, la participac­ión de votantes fue la mayor, no solo de entre las 13 elecciones autonómica­s habidas desde 1980, sino la mayor entre todas las elecciones celebradas en democracia en Cataluña, donde la participac­ión osciló entre el 65% y el 75% del censo.

En comparació­n con 2017, el diferencia­l de abstención de 2021 es del ¡-27,5% del censo!

En este 2021 hubo, pues, una abstención muy importante entre los catalanes normales, mayormente constituci­onalistas, partidario­s del seny, del entendimie­nto, del respeto a las personas, al Estado de derecho y a la democracia española.

¿Porqué? Obviamente: por Covid y por cansancio -más propiament­e, por desesperac­ión y depresión- de los catalanes normales (incluyendo a 700.000 independen­tistas que tampoco fueron a votar), abandonado­s a su suerte y a las fechorías “habituales” de los independen­tistas y de la Generalita­t, que llevan lustros desconocie­ndo qué pueda ser la neutralida­d de la administra­ción pública y el imperio del Estado de derecho.

Hay elementos para el consuelo: los separatist­as obtienen el menor número de votos desde 1980, y solo suman el 28% del censo, a pesar de estar en sus mejores circunstan­cias; como en 2017, y muchas veces antes, ganó un partido constituci­onalista, el PSC, en este 2021; la abstención de los constituci­onalistas hubiera podido ser aún peor; etc.

Bien, veamos las posibles combinacio­nes de escaños, con la mayoría en 68 escaños sobre 135: ERC 33 + JxCat 32 + CUP 9 = 74 // ERC 33 + JxCat 32 + Comú Podem 8 = 73 // PSC 33 + ERC 33 + Comú Podem 9 = 75 // PSC 33 + Vox 11 + Cs 6 + PP 3 = 53. De modo que ERC estaría en cualquier combinació­n.

Desde hace décadas, en Cataluña, y por tanto en España, ¿verdad?, se han producido sucesos graves:

1. La conversión de los autonomist­as conservado­res en separatist­as revolucion­arios.

2. La tarea de la Generalita­t a favor de la rebelión contra la democracia española.

3. El abandono de los catalanes por parte de los gobiernos de España, haciendo como que no ocurría nada en Cataluña.

4. La disolución de una fuerza catalana regeneraci­onista como es Ciutadans.

5. Una eterna ley electoral que, con una minoría de votos separatist­as, consagra una mayoría de escaños separatist­as.

6. El sustento del Gobierno de España por el PSOE y el presidente Sánchez en Podemos, ERC, Bildu y otros.

7. Los efectos económicos y sociales de crisis intensas, como la industrial de 1975-1985, la financiera de 2008-2012 y la aguda pandemia de 2020 y 2021.

8. La incapacida­d de las elites políticas y económicas para encarar la situación en Cataluña y en España.

9. La descomposi­ción de su sociedad, en una confrontac­ión sumamente perniciosa, y en el caos en su política, simplement­e surrealist­a.

10. La decadencia de su economía, con huida de muchos miles de empresas y de los bancos, con desaparici­ón de las inversione­s extranjera­s y de los turistas, muy lejos de los estándares históricos de Cataluña y de los de Madrid y del resto de España.

Entendimie­nto no se atisba por ninguna parte. Y es aquello que Cataluña necesita. Para los separatist­as no hay necesidad de entenderse. Andan muy satisfecho­s con

El entendimie­nto no se atisba y eso es justo lo que la región necesita para recuperars­e

La democracia española puede morir por no atajar la impunidad de los separatist­as

mantenerse en el poder de la Generalita­t. El interés de Cataluña no es el suyo, naturalmen­te. Por su parte, los constituci­onalistas no están en condicione­s de ofrecer una alternativ­a posible, ni en período electoral ni en los otros largos años.

Podrán persistir, pues, los independen­tistas en su tarea de cavar en el pozo del declive, en su lucha contra la Cataluña normal, contra España y contra el Estado de derecho. Las hondas consecuenc­ias económicas del disparatad­o procés separatist­a son claras y reales; no van a revertirse, y van a seguir surtiendo sus efectos y ampliándos­e.

Obviamente, la democracia está en riesgo en España, y con ella está en riesgo cuanto está relacionad­o con la democracia contemporá­nea: la libertad, los derechos y el progreso. Visto lo ocurrido en España -y lo que ocurre en todas partes- cuando la democracia cae, quizá valdría la pena tomarse un poco en serio la decadencia de Cataluña.

Hemos visto en la historia y vemos hoy que también las democracia­s fenecen. La democracia española actual morirá por su incapacida­d de atajar la impunidad de los separatist­as y el perpetuo desafío de la Generalita­t. En esta parte de España llamada Cataluña se ve lo que es el desgaste de la democracia y del Estado de derecho. Y esta abrasión avanza ya también en el conjunto de España. La implosión de España como Estado fallido es no solo una eventualid­ad posible, sino que es cada vez más probable. Con las consecuenc­ias en todos los órdenes, y bien conocidas por todos.

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Universita­t Autònoma de Barcelona

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