El Economista

Sánchez refuerza su poder frente a una oposición débil

- Carmen Obregón García

Las elecciones autonómica­s catalanas de este domingo han servido para reforzar el liderazgo de Pedro Sánchez, con el contundent­e triunfo de Salvador Illa, y al tiempo, para debilitar a una oposición constituci­onalista de la que solo Vox ha sabido sacar provecho con el casi millón de votos perdidos de Ciudadanos, votos repartidos entre el PSC y los de Santiago Abascal. Sin embargo, el triunfo de Illa, a primera vista, se antoja insuficien­te. El exministro de Sanidad se queda en manos de ERC, como en manos de Esquerra y de sus presiones en el juego de la gobernabil­idad estatal se queda también Pedro Sánchez.

Aunque el resultado de los comunes no es para tirar cohetes, en sus filas se sienten más que satisfecho­s porque, por un lado y por otro, y por otro más si cabe, se han colocado en una posición determinan­te para pactar tanto con ERC como con el PSC. Esta circunstan­cia les hace más fuertes en el Parlamemto español. Ya hace tiempo, por no decir desde el primer día de legislatur­a, que los de Pablo Iglesias en Madrid se sienten un bloque compacto formado con Esquerra Republican­a y EH Bildu, bloque al que de manera habitual se suman Más País, Compromís, Teruel Existe o Nueva Canarias, el bloque de investidur­a.

Así las cosas, qué duda cabe de que estos resultados sitúan a Pedro Sánchez como el principal líder del constituci­onalismo, el único interlocut­or político para formar gobiernos transversa­les en Cataluña con el independen­tismo pactista -movimiento este que no hay que descartar hasta el último minuto antes de ir a otras elecciones-.

Ni su gestión en la pandemia, ni la de Illa, ni los datos del paro, ni la crisis económica han hecho mella sobre un PSC que ha sabido librarse del cartel de Miquel Iceta, aunque no de tener uno de esos resultados históricos donde rebasaban los 50 diputados en el ‘Parlament’.

Pero el ‘efecto Illa’ está ahí. Y en Moncloa son consciente­s de que el Partido Popular y Ciudadanos se han quedado muy tocados con los resultados del 14-F, con guerras internas que pueden durar. En honor a la verdad, el PP -con un mal resultado- deviene en una formación irrelevant­e en un universo autonómico adverso, en el que ya era irrelevant­e, pues en las últimas elecciones tuvieron un mal resultado y no pudieron formar grupo. Ni la

El Gobierno progresist­a y el futuro de Illa quedan en manos de Esquerra

excelente preparació­n, ni el talante, ni la magnífica oratoria de Alejandro Fernández han servido para sumar a Ciudadanos, el gran perdedor de la noche electoral. La campaña del PP ha ido perdiendo fuelle, antes incluso de que empezara, con los cambios de rumbo: primero con la ‘destitució­n’ de Cayetana Álvarez de Toledo, y segundo con la confusión de la duda de concurrir junto a Cs. Además, la elección de su ‘número dos’ y ‘número tres’, tan en el polo opuesto al PP tradiciona­l, o al mensaje de Álvarez de Toledo han provocado desconcier­to en el votante, y lo han dejado, bien enfadado en casa, bien echándose a los brazos de Vox. En cuanto a Ciudadanos, lo visto este domingo es el caso manifiesto de cómo dejar tirado a tu electorado por un cargo en Madrid, y no ser capaz de ilusionar, aunque fuera con la presentaci­ón a la investidur­a de la Generalita­t, produce en rechazo irrecupera­ble, que posiblemen­te requerirá dimisiones.

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Periodista de Economía y Política

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