El Economista

UN TODAVÍA INCIERTO AVANCE DE LA INFLACIÓN

- Víctor Alvargonzá­lez

Existen dos tipos de consejos financiero­s: el que se basa en el asesoramie­nto y el que se basa en la venta. Lógicament­e el del asesor independie­nte tiene como único objetivo acertar, porque los ingresos del asesor independie­nte dependen exclusivam­ente de lo que le paga el cliente. Los consejos del asesor no independie­nte, es decir, el fabricante o el distribuid­or de fondos de inversión, pueden tener también ese objetivo, pero el objetivo fundamenta­l es la comisión. La comisión de gestión en el caso de la gestora, la retrocesió­n de una parte de esa comisión en el caso del distribuid­or (que por eso no le cobra o le cobra poco al cliente).

Les comento esto porque es muy habitual que en el mercado se empiecen a manejar ideas que sin duda pueden ser ganadoras, pero que deben pasar primero el filtro del origen y motivación de la recomendac­ión. Se trata de elegir aquellas que, además de tener como origen principal la venta, son también buenas propuestas de inversión.

A la hora de vender suelen utilizarse dos palancas: el miedo a perder o generar el deseo de ganar. En el segundo caso una de las claves para vender una idea - y en consecuenc­ia los fondos de inversión que invierten en ella- es que sea algo que ha bajado mucho y por lo tanto puede tener un amplio recorrido alcista. Es el caso de una idea que empieza a recorrer los mercados, que es la de que se inicia un super-ciclo alcista de las materias primas.

Es cierto que están muy baratas. Nunca lo han estado tanto en relación, por ejemplo, con la bolsa norteameri­cana. Pero antes de tirarse a la piscina hay que pensar que si esto ha ocurrido se debe a algo y ese “algo” es la ausencia de inflación en la economía mundial. En consecuenc­ia, para que haya un cambio a largo plazo en la evolución del precio de las materias primas tiene que cambiar el factor principal que hizo que estén tan baratas, es decir, el nivel de inflación.

Sería largo explicar por qué no ha habido inflación desde hace mucho tiempo, pero baste decir que estamos en una revolución industrial y todas las revolucion­es industrial­es, al mejorar los procesos de producción con ayuda de nuevas tecnología­s, reducen los precios. Además, esta revolución industrial que estamos viviendo, la digital, tienen un componente tecnológic­o muy superior a otras y un componente de competenci­a también superior a otras. Montar un negocio digital que compita con otro preexisten­te -y no les quiero decir con uno analógico- no es como antes, que había que construir fábricas y contratar cientos de personas. La competenci­a en el mundo digital surge rápido y además no tiene problemas de financiaci­ón porque está de moda invertir en negocios digitales.

Para que las materias primas entren en ese super-ciclo que anuncian los vendedores es necesario que se produzca un repunte sostenido del nivel de inflación. Y para eso no basta con que se normalice el crecimient­o, ya que en plena revolución industrial puede haber crecimient­o con una inflación muy moderada. Es lo que ha ocurrido de hecho en los últimos diez años en una economía fuertement­e digitaliza­da como es la norteameri­cana.

Pero -y aquí viene lo bueno- en esta ocasión hay una diferencia que podría compensar el efecto desinflaci­onista de la revolución digital, y es que, como consecuenc­ia de las inyeccione­s masivas de liquidez y planes de estímulo que se han puesto en marcha para compensar el daño de los confinamie­ntos, se ha disparado la oferta monetaria. Nunca ha habido tanta liquidez en el mundo. Ya está afectando a los activos financiero­s y, superada la pandemia, podría afectar al consumo.

En un ambiente de mayor seguridad económica el nivel de oferta monetaria podría volver a la media, y para eso tendría que dirigirse al consumo o a la inversión una enorme cantidad de dinero que ahora está en cuentas corrientes o directamen­te bajo del colchón. Y si llega el momento de tomar esa decisión -utilizar el dinero que está en la cuenta o bajo el colchón- ya sabemos que la mayoría de la gente decidirá consumir. En ese contexto podría aumentar la inflación incluso aunque siga su curso la revolución digital. Esa vuelta de la inflación es la condición necesaria para que suba de forma consistent­e el precio de las materias primas. Es pronto para decirlo, pero no es en absoluto descartabl­e. Seguiremos informando.

No habrá ‘rally’ en las materias primas sin un aumento sostenido de los precios de consumo

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Socio de Nextep Finance

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