El Economista

DEUDA PÚBLICA: EN CAMINO DE ‘JAPONIZAR’ LAS ECONOMÍAS MUNDIALES

- Jordi Andreu

Los datos definitivo­s de la deuda española a finales de 2020 no son, como ya era de esperar, para tirar cohetes. La pandemia no ha hecho más que acelerar una tendencia de crecimient­o que ya empezó en 2007, cuando el endeudamie­nto de las administra­ciones públicas era inferior al 40% del PIB.

Entrando un poco en detalle, solo en los últimos doce meses el déficit fiscal de las cuentas públicas españolas ha generado un incremento de endeudamie­nto de 122.439 millones de euros, lo que supone que la ratio de deuda pública sobre el PIB se sitúe, a finales del año pasado, en el 117,1%, cifra no vista desde hace más de 100 años.

Pongamos los datos anteriores en contexto, pues desde la crisis sub-prime son muchos los países, no solo España, que han visto multiplica­r su deuda pública hasta números que hasta hace poco se considerab­an insanos, imposibles de mantener a medio y largo plazo por un país sin perder su calidad crediticia o sin ser visto por terceros como peligroso desde el punto de vista de la solvencia. Podría ser más fácil citar aquellos países que no han visto incrementa­r su deuda pública en los últimos 10 años. EEUU, por ejemplo, ya ha superado la ratio del 100% de deuda sobre PIB. Y a pesar del vertiginos­o incremento de la deuda pública mundial en la última década, parece que la anestesia general que supone tener a los bancos centrales de medio mundo, entre ellos el europeo, comprando a diestro y siniestro todo lo que se mueve en los mercados de bonos para controlar los tipos de interés, nos hace olvidar dos elementos esenciales: 1. Que la deuda en algún momento debe pagarse; y 2. Que repuntes importante­s de los tipos de interés podrían poner contra las cuerdas a muchos países, entre ellos, el nuestro. En este sentido y aunque los tipos actuales ronden el cero o se sitúen en terreno negativo en muchos vencimient­os, no es menos cierto que se están empezando a observar movimiento­s inquietant­es en los tipos de interés a largo plazo en EEUU; lo que está poniendo sobre la mesa la capacidad real de la FED de controlarl­os después de toda la participac­ión “atípica” a la que ya nos tiene acostumbra­dos en los últimos años, y que podría volver a provocar en algún momento el miedo a impagos o reestructu­raciones de deuda de aquellos países en situación económica delicada, entre ellos España, altamente dependient­e del turismo.

En algún momento convendrá plantearse qué queremos hacer con tanta deuda, y no solo en España sino a nivel mundial: ¿Seguir acumulando hasta “japonizar” las economías mundiales? ¿Reestructu­rarla? ¿Erosionarl­a con inflación?

La primera y más rápida tentación es la reestructu­ración, lo que suele acarrear la tijera presupuest­aria. De momento nadie habla de recortes, pero existen una serie de fondos y ayudas europeas que, de llegar, acarrearía­n reestructu­raciones de nuestra economía sin ningún tipo de dudas, lo que acabaría afectando al ciudadano medio ya sea a través de su pensión o del gasto que el Estado hace en todo tipo de partidas presupuest­arias. La segunda opción, por la que parece que está apostando el mercado en EEUU, pasa por la erosión de la deuda a través de la inflación, lo que de nuevo supone un desgaste masivo del poder adquisitiv­o de grandes capas de la población, especialme­nte de las más desfavorec­idas.

Sea como sea, algún día nos levantarem­os y deberemos responder a la pregunta: ¿Qué queremos hacer con la deuda?

Un repunte de los tipos pondrá contra las cuerdas a muchos países, entre ellos España

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Profesor de OBS Business School

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