Fallece Francisco Luzón, un hombre que cambió la economía
Francisco Luzón es una pieza determinante de la más reciente historia económica de nuestro país. Pertenece a una generación de banqueros y, más concretamente, de una escuela (la del Vizcaya), que ha sido protagonista de la transformación del sistema financiero y, por ende, de la economía española y de sus empresas, cuya historia y desarrollo está íntimamente ligada a la trayectoria de su principal financiador que sigue siendo la banca, aunque con un peso cada vez mayor de los mercados de capitales.
Luzón es, sin lugar a duda, uno de los apellidos que, junto a otros provenientes de la banca, la empresa o la política, continúan la senda de la modernización de España que arranca con el Plan de Estabilización de 1959. Para que la transformación económica de un país tenga éxito, es necesario que el sistema financiero camine a la par, no solo como correa de transmisión de la oferta monetaria que supone la sangre del sistema económico, sino, por un lado, como nexo de unión con los mercados financieros internacionales que colocan en el mapa a los países y, por otro lado, como agente que debe evitar el efecto crowding-out en países con una elevada deuda pública que consume una gran cantidad de recursos económicos. Precisamente, la revolución bancaria que se produce en España a partir de la Transición es, en gran medida, una operación de saneamiento en profundidad de los balances bancarios que se situaban en medio del círculo vicioso riesgo soberano-riesgo bancario, uno de los causantes de una inflación estructural endémica durante décadas y el recurso continuado al Banco de España para monetizar los abultados déficits del sector público (léase, administraciones públicas y firmas estatales).
La frecuencia de crisis bancarias en el contexto de la mala salud endémica de las cuentas públicas tras la crisis inflacionista de finales de los setenta (léase, al respecto, Comín y Cuevas, 2017), agravada con la crisis industrial de mediados de los ochenta, era uno de los males a resolver con urgencia. Y ahí es donde surgen directivos bancarios bien formados y curtidos en diferentes campos de batalla, convirtiéndose en piezas clave de un movimiento de país. A Luzón le tocó nada menos que reestructurar una de las partes con más problemas y de más difícil solución de toda la banca española como era la banca oficial, dotándola de una estructura moderna (solo el crear una cultura corporativa común en entidades tan distintas que formarían el holding Argentaria ya merece un capítulo importante en la teoría de estrategia empresarial) e incluso con capacidad de competir contra otros bancos privados cada vez más grandes y con una creciente presencia internacional.
El segundo capítulo no menos complejo fue, ya estando trabajando en el Banco de Santander, la expansión de la entidad en Latinoamérica, haciendo la adquisición más importante y que hoy en día supone más del 30% de sus resultados. Siguió el camino del propio BBV y de un buen número de empresas españolas que, impulsadas por la privatización y apertura a la competencia en España, hicieron grandes inversiones que hoy en día suponen un respaldo importante de la imagen de nuestro país y son fuente tanto de beneficios como de costes (no todo son buenas noticias) pero en un mercado que sigue siendo estratégico para España.
Hasta el final, Luzón ha sido figura relevante, especialmente en sus últimos años poniendo recursos y capacidades para la investigación de su enfermedad. En un momento en que el mundo económico se llena de palabros y grandes aspavientos en torno a la responsabilidad social, Luzón sí hizo como los hombres de éxito en Estados Unidos: devolver a la sociedad una parte singular de su vida. Solo alguien que viene de una familia humilde y que sabe cuánto cuesta ganar un euro, es capaz de volcarse de la forma en que lo ha hecho.
Las escuelas del Bilbao, del Vizcaya y de su fusión, BBV, aunque distintas, han sido complementarias y han marcado el rumbo de la banca española de las últimas cuatro décadas. En tiempos como los actuales, donde hasta vicepresidentes del Gobierno se permiten dudar de la solidez de la democracia en España, es más necesario que nunca conocer bien nuestra historia más reciente, donde nombres como el de Luzón brillan con luz propia. De la banca industrial a la banca oficial y finalmente a la expansión de la banca española en nuestro mercado más natural como América Latina, Luzón debe ser estudiado en los manuales y llevado a la práctica por las generaciones más jóvenes, proclives a conocer nombres e historias de banqueros internacionales cuando en España no faltan referentes que merecen ser considerados.