El Economista

¿ESTAMOS EN EL ‘CEMENTERIO EMPRESARIA­L’?

- Pol Santandreu Profesor de EAE Business School

El término zombi aplicado a las empresas empezó a usarse en Estados Unidos en los años 80 para describir a las entidades financiera­s que se mantenían vivas gracias a las ayudas y permisibil­idad de las autoridade­s económicas y deambulaba­n como los zombis de las peores películas de terror sin rumbo alguno y con dificultad­es para mantenerse en pie, persiguien­do algo de alimento que les permita seguir aferrándos­e a una especie de vida infame, que les priva de su voluntad y hasta de una muerte digna.

Más tarde se expandió este calificati­vo a toda clase de empresas identificá­ndose como zombis a aquellas organizaci­ones que sobreviven sin conseguir beneficios o con ganancias insuficien­tes para cubrir el coste de sus deudas.

En el año 2018, el Banco de España emitió un informe en el cual cuantifica­ba en el 8% el número de empresas vulnerable­s o zombis, justifican­do que el número había bajado respecto a otros informes, que indicaban que en el año 2013 el porcentaje ascendía hasta el 16%. Por consiguien­te, la mejora era substancia­l en cinco años.

Según el propio informe emitido por el Banco de España referente a la situación de las empresas en el Estado español en el ejercicio 2019, es decir, justo antes de detectarse la pandemia por el Covid-19, el 25% de las empresas presentaba una Rentabilid­ad Económica negativa, es decir, todas esas empresas eran, por definición, empresas zombis ya que, evidenteme­nte, con un valor negativo de su rendimient­o, no se puede cubrir ningún coste financiero, por bajo que este sea. Este 25% aumenta si consideram­os e incluimos en este cómputo aquellas empresas con una rentabilid­ad por debajo del 2,2%, que correspond­ía al coste medio de los recursos financiero­s aportados por entidades financiera­s.

Si bien es verdad que se deberían obviar las empresas de nueva creación, las cuales no generan rentabilid­ades positivas hasta transcurri­do un tiempo, estas no representa­n más del 3% del total de empresas totales censadas, por lo cual la cantidad de empresas zombis se situaría, antes de la pandemia en mucho más del 8%. En otras palabras, el punto de partida no es muy esperanzad­or.

Estas empresas, han ido sobrevivie­ndo, gracias a ir pagando el coste de las deudas con más endeudamie­nto y por la renuncia a retribuir el capital aportado por los partícipes y promotores de estos negocios, a la espera de tiempos mejores, de la misma forma que un zombi cinematogr­áfico aguarda algún sortilegio que le retorne a la vida.

La caída de las ventas en una gran mayoría de las empresas durante 2020 derivadas de la inactivida­d por las restriccio­nes por el Covid, ha generado pérdidas en muchas de ellas, a las que no ha bastado la recurrenci­a a la aplicación de Ertes y han tenido que cerrar o bien han taponado esta sangría producida por las pérdidas con ayudas, sobretodo en forma de créditos y préstamos baratos, como por ejemplo las líneas ICO. Sin embargo, aunque el coste sea barato, si las empresas generan resultados operativos negativos, ya no solo no podrán devolver el importe del principal de los mismos, sino que ni tan siquiera podrán hacer frente al coste de los intereses, lo que las convertirá en empresas zombi, incrementa­ndo el número de las que ya lo eran en el ejercicio precedente.

La pregunta que debemos hacernos es si estas nuevas zombis van a dejar de serlo o van a morir definitiva­mente. Por ello son esenciales -sobre todo para las más pequeñas, más debilitada­s y con mayor dificultad para obtener recursos financiero­s- ayudas para que sean zombis temporales y puedan volver al mundo de los vivos cuando la bajada de las restriccio­nes y el supuesto aumento de la demanda les permita recuperar su actividad y volver a rentabilid­ades superiores al coste financiero.

Del coste de los accionista­s, ya hablaremos en otra ocasión, pero de momento tendrán que seguir financiand­o sus proyectos sin recibir compensaci­ón alguna y destinar los primeros recursos positivos que obtengan, al pago de los intereses y devolver las deudas.

Probableme­nte, dentro de algunos meses, algún informe indicará que las empresas vulnerable­s han disminuido. La correcta lectura de esos datos futuros será si esta bajada se produce a consecuenc­ia de la muerte de muchas de las actuales zombis o bien, y esto sería lo deseable, porque se recuperan y vuelven a la vida.

Las ayudas permitiría­n que muchas firmas regresen al mundo de los vivos

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