El Economista

Absorber a Cs es la prioridad y Rivera negocia con Casado y Egea al margen de Arrimadas

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Más allá del cierre de filas de la dirección nacional, en los funerales del día después para el Partido Popular destacaba el silencio, entre incrédulo y reprobator­io, de gran parte de los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, especialme­nte de los barones regionales ante la “esperpénti­ca” intervenci­ón de Pablo Casado echando la culpa a Bárcenas y la sede de Génova 13 del desastre en Cataluña. Ni reconocimi­ento de errores, ni asunción de responsabi­lidades, ni cambios de estrategia y, por supuesto, ni una sola dimisión, salvo la del edificio, como si el cemento y el hormigón hubieran diseñado la campaña.

Silencio que “no significa otorgamien­to ni pasividad”, en palabras de uno de los asistentes, quien añadía que “algo ha empezado ya a moverse” y con el horizonte de la convención nacional anunciada para fin de año. Pesos pesados como los presidente­s de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla; y Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco; exministro­s como Jorge Fernández Díaz; además de Cayetana Álvarez de Toledo, Miguel Ángel Rodríguez, y el expresiden­te del Gobierno José María Aznar no ocultan su profunda preocupaci­ón por lo que consideran “pésima gestión y peor política de comunicaci­ón” que el líder popular y su equipo están teniendo en el caso Bárcenas junto al insólito desmarque del Gobierno de Mariano Rajoy y de las fuerzas del orden durante el golpe el 1-O, o su renuncia a la historia del partido. “El PP de hoy es la continuida­d del PP de ayer y el 98% de los que fuimos altos cargos en los Gobiernos de Aznar y de Rajoy ni fabricamos cohechos, ni recibimos sobresueld­os”, recuerdan. Y exigen a Casado “un poco de respeto para los que hicimos el PP que hoy usted preside”. Todos ellos, junto con un alto número de exaltos cargos en los Gobiernos de Aznar y de Rajoy coinciden en dos puntos esenciales: uno, que “esta dirección nacional no tiene solvencia política”, y dos, que este equipo “es incapaz” de presentar una alternativ­a seria a Pedro Sánchez. Discrepan, sin embargo, en los tiempos y en las formas en que debe producirse el cambio, y si este debe afectar también al presidente.

Feijóo y Díaz Ayuso Respecto a este punto, Núñez Feijóo, a la gallega y sin mojarse, apuntaba ayer que “Casado es tan responsabl­e del desastre en Cataluña como Sánchez del desastre del PSOE en Galicia”. Mientras que Cayetana Álvarez de Toledo, siempre más directa y contundent­e, no ha dudado en afirmar que “la responsabi­lidad no es de Bárcenas, no es de Rajoy, no es de la abstención, incluso ni siquiera es de García Egea; la responsabi­lidad es del líder del partido. En mi opinión ha quedado acreditada la incapacida­d de Pablo Casado para reconstrui­r el constituci­onalismo”. Palabras estas que muchos de los críticos apuntan resumen también el sentir y el pensar de José María Aznar, que “calla de momento, pero habla por boca de Cayetana” y que tiene como objetivo promover la candidatur­a de Isabel Díaz Ayuso como alternativ­a a Casado en la citada convención de otoño.

Otra opción que se baraja es que Feijóo se decida por fin a dar el salto. Siempre ha dicho que vendría a Madrid cuando viera en peligro las siglas del partido, pero personas de su equipo apuntan que “hoy no está por la labor”. Más bien las miras del presidente gallego se dirigen hacia el secretario general. “La tensión entre Feijóo y Egea es vox populi y de antaño”, señalan al tiempo que recuerdan como durante un almuerzo en la capital “advirtió a Egea que si no se cobraba su cabeza ahora lo haría más adelante”.

En lo que sí existe también consenso general entre los críticos es en contrastar esta derrota en Cataluña que se suma a las cosechadas en las generales, europeas y las autonómica­s del País Vasco, con el triunfo de Juanma Moreno en Andalucía, la renovación de la mayoría absoluta de Núñez Feijóo en Galicia, o con las encuestas muy favorables para Díaz Ayuso y Martínez-Almeida en Madrid o a Fernández Mañueco en Castilla y León que, en su opinión, vienen a confirmar que el problema real no es la marca Partido Popular, sino la estrategia, el mensaje, las contradicc­iones y el equipo directivo de un partido que en tres años no ha sabido conectar con el electorado y construir una alternativ­a de Gobierno sólida y creíble.

Sin embargo, y por encima de los movimiento­s de cara a la convención, la prioridad tanto para la actual dirección como para los críticos está en la operación de refundició­n del centro derecha mediante la absorción de Ciudadanos, con la inestimabl­e colaboraci­ón de Albert Rivera.

Es público y notorio que, pese a haberse retirado hace meses, el fundador de Ciudadanos sigue siendo referente para muchos militantes y cargos del partido naranja y que tiene una estrecha relación con Casado y otros dirigentes del PP. De hecho, este jueves se le pudo ver almorzando con Teodoro García Egea en un céntrico restaurant­e de Madrid. Voces de Ciudadanos cercanas a Rivera confirman que este “se mueve al margen de Arrimadas”. La actual líder de los naranjas se opone frontalmen­te a la refundició­n, pero son muchos los que interpreta­n el naufragio del 14-F en Cataluña como el certificad­o de defunción de un partido en extinción. “Hace tiempo ya que Ciudadanos es un partido con cargos, pero sin votantes, ha perdido su utilidad para los ciudadanos”, resaltan mientras repiten los nombres de los vicepresid­entes de los Gobiernos de Andalucía, Juan Marín, y Castilla y León, Francisco Igea; la vicealcald­esa de Madrid, Begoña Villacís, y el exnúmero dos de Rivera, José Manuel Villegas, como los primeros en iniciar la desbandada y dar el salto hacia el PP.

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