El Economista

‘Youtubers’, impuestos y ejemplarid­ad pública

- Por Manuel Giménez Consejero de Economía y Empleo de la Comunidad de Madrid

La competitiv­idad de cualquier región empieza por unos servicios públicos de calidad. Esto es condición necesaria para una administra­ción moderna; más aún, es premisa para la igualdad de oportunida­des que permite progresar a los ciudadanos al margen del azar del nacimiento, como recuerda el economista Manuel Hidalgo. Ningún liberal tendría por qué estar en desacuerdo con esta premisa.

Por eso los impuestos y los modelos de sociedad son parte de la deliberaci­ón en democracia. Pretender sacarlos del debate -y de la evaluación de las políticas públicas- nos empobrece y deja el camino expedito a los populistas y nacionalis­tas con su discurso mesiánico y simplista.

Los estados y regiones optan por modelos más o menos intervenci­onistas o liberales y, al hacerlo, generan resultados que debemos ser capaces de evaluar con objetivida­d. Poner el foco solo en los impuestos, ya sea para pedir más o menos, enmascara la sustancia del debate: cómo conseguimo­s ser más competitiv­os, atraer talento a nuestras economías y lograr financiar servicios públicos de la máxima calidad.

Los creadores de contenidos digitales (aka, youtubers) son, hoy, fuente de talento. Por eso la reciente controvers­ia de los youtubers en Andorra forma parte del debate sobre el nivel óptimo de tributació­n, la competitiv­idad, la libertad y la contribuci­ón al bien común.

Hemos de exigir un debate sosegado sobre la razón que les lleva a fijar su residencia en Andorra –algo estrictame­nte legal- y la convenienc­ia, o no, de determinad­as políticas fiscales como forma de atracción de talento y riqueza.

No podemos tratar ese debate como un espantajo al que atizar.

En otro sentido, el espantajo de la fiscalidad madrileña que atizan determinad­os líderes autonómico­s y ministros para desviar la atención de sus pobres resultados tampoco tiene nada de nuevo. Se plantean debates maximalist­as para ridiculiza­r las posturas contrarias con ejemplos extremos. Por eso conviene retornar a los fundamento­s y respetar los matices.

La fiscalidad es siempre un elemento de competitiv­idad. La gestión de los servicios públicos debe ser óptima y así ofrecer al contribuye­nte una fiscalidad lo más eficiente posible. La Comunidad de Madrid consigue hacer compatible­s servicios públicos de primer nivel (universida­des, hospitales, transporte) y la mayor esperanza de vida de España con impuestos moderados en beneficio de quienes menos tienen. El 85% del ahorro fiscal en Madrid ha correspond­ido a rentas inferiores a 60.000 euros y el 73% a rentas inferiores a 33.000 euros. En los últimos años, la Comunidad de Madrid ha bajado el IRPF de las rentas más bajas un 25% y el de las rentas más altas un 2,3%. El tipo más bajo de IRPF de Madrid es del 9%, en Cataluña, del 12%.

Gracias a ello, Madrid se ha consolidad­o como la economía española que más crece y más empleo crea. La más abierta y dinámica. Las cifras de actividad y paro son sistemátic­amente más favorables que la media nacional, y además creamos el empleo más inclusivo y de mejor calidad: 8 de cada 10 trabajador­es madrileños tienen un contrato indefinido.

Los datos para el año en curso sugieren que, pese al severísimo impacto del Covid-19, la economía madrileña se está recuperand­o a un ritmo esperanzad­or, a lo que el Gobierno de la comunidad va a contribuir con el mayor presupuest­o de nuestra historia, en el momento más necesario, y con una estrategia de inversión de los fondos europeos de más de 22.000 millones de euros.

Pero Madrid es también una comunidad autónoma solidaria. La aportación madrileña al Fondo Estatal de Garantía de Servicios Públicos Fundamenta­les (Fgspf ), la “caja común” de los españoles, superó en 2019 los 4.100 millones de euros: más de 600 euros por madrileño. En la última década, la aportación de la comunidad ha rebasado los 30.000 millones de euros, más de 23.000 millones por encima de la catalana, la segunda en importe. A día de hoy, Madrid cubre el 70% del fondo de solidarida­d autonómica. Por contra, las comunidade­s de régimen fiscal propio, País Vasco y Navarra, no aportan a la “caja común” pese a ser respectiva­mente segunda y tercera CCAA en PIB per cápita.

Los detractore­s del modelo madrileño nos hablan de un “efecto capitalida­d” como causa única de la ventaja competitiv­a, pero la realidad es que comunidade­s que partían con múltiples ventajas -en PIB, en industrial­ización, en capital humano y cultural- las han dilapidado en las últimas décadas con políticas regresivas de todo tipo, desde las fiscales a las lingüístic­as; y lo han hecho coincidien­do precisamen­te con el despliegue del estado autonómico, que ha permitido confrontar modelos y gestiones. Cataluña es un caso claro: desde el estallido del procés independen­tista en octubre de 2017, más de 3.500 empresas han abandonado la región, y su recaudació­n fiscal ha caído año tras año pese a mantener una presión mayor que la de Madrid.

Frente a esto, Madrid busca crecer y atraer talento. En los últimos diez años, más de 110.000 personas han llegado a Madrid para vivir y trabajar. Queremos ofrecer servicios públicos de calidad, universida­des públicas y privadas, oferta de ocio, cultura y gastronomí­a cada vez mejor y, sí, una fiscalidad competitiv­a. Debemos ser implacable­s con las conductas fraudulent­as, pero también plantearno­s si nuestras políticas -fiscales, educativas, culturales- atraen talento o lo expulsan. Hay que analizar el caso de los creadores de contenidos también desde este enfoque, y no solo el recaudator­io en el corto plazo.

La Comunidad de Madrid ha marcado una senda de apertura, crecimient­o y moderación fiscal que está dando frutos visibles, que le permite liderar la aportación a la “caja común” y que ha sido respaldada mayoritari­amente por los madrileños. Pero además, los ciudadanos de la comunidad van a poder beneficiar­se a partir de 2021 de los frutos de una gestión liberal de lo público: los nuevos presupuest­os suponen un aumento inédito del gasto para hacer frente a la situación derivada de la pandemia, con 600 millones de euros en ayudas y un aumento del 70% del presupuest­o de la Consejería de Economía, Empleo y Competitiv­idad respecto al año anterior. En la gestión pública, hacer las cosas con responsabi­lidad y previsión atrae talento. Y el talento siempre sale a cuenta.

Muchos políticos atacan a Madrid para desviar la atención de sus pobres resultados

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