El Economista

Tunear las células para matar al cáncer, la gran esperanza de las farmacéuti­cas

Varias farmacéuti­cas invierten cientos de millones en hacerse con las terapias CAR-T

- Javier Ruiz-Tagle MADRID.

La última novedad terapéutic­a en el abordaje del cáncer sigue atrayendo las miradas de varias farmacéuti­cas. Se trata de las CAR-T, una innovación asistencia­l que consiste, grosso modo, en extraer células de un paciente enfermo de cáncer, potenciarl­as en un laboratori­o, y volverlas a insertar en el paciente para que su cuerpo pueda defenderse del tumor. Además de estar avaladas por el consenso de oncólogos como una herramient­a de futuro para el abordaje de esta enfermedad, la financiaci­ón pública que existe hoy en España (y en otras economías similares) es muy golosa.

En nuestro país hay dos CAR-T aprobadas hasta la fecha y que llegaron en enero de 2019. La primera es Kimriah, desarrolla­da y comerciali­zada por Novartis. La segunda es Yescarta, de Gilead. Ambas tienen una financiaci­ón que ronda los 300.000 euros, si bien no es oro todo los que reluce.

El acuerdo alcanzado establece que se paga un porcentaje cuando se empieza el tratamient­o y el resto se abona en el supuesto de que, una vez acabado, el cáncer no haga acto de presencia en el paciente en al menos 18 meses. Es decir, se trata de un acuerdo de riesgo compartido.

Estos fármacos también están incluidos en España en un sistema de vigilancia llamado Valtemed. El objetivo es modular su precio según los resultados en salud alcanzados. Además, son la última opción de tratamient­o en las enfermedad­es indicadas (cánceres líquidos), es decir, solo se usan si todas las demás herramient­as terapéutic­as han fracasado. De hecho, a lo largo de 2020, se han utilizado las CAR-T con, aproximada­mente, 190 personas.

Sin embargo, son el futuro en el abordaje contra el cáncer, sobre todo desde que se ha descubiert­o su potencial también en tumores sólidos. Y por ello, varias farmacéuti­tratamient­os

cas han sacado la billetera para hacerse con potenciale­s terapias. Hace unas semanas fue Bayer la que anunció una inversión de 600 millones de euros para hacerse con una.

La farmacéuti­ca alemana ha llegado a un acuerdo con la biotecnoló­gica Atara para la cesión de los derechos de una terapia CAR-T (que se utilizará para tumores sólidos. Pagó al contado y por anticipado 60 millones y el resto se irá

abonando a medida que la molécula, en fases incipiente­s de experiment­ación, vaya logrando hitos regulatori­os (aprobacion­es) y comerciale­s. La última de estas operacione­s la ha protagoniz­ado esta semana Abbvie. Pagará hasta 340 millones a Caribou por una terapia CAR también en fases incipiente­s de investigac­ión.

El interés por parte de Europa en que aparezcan más terapias de este tipo existe. Además del beneficio clínico que puedan ofrecer, el que haya muchas alternativ­as provocará un descenso del precio que se paga ahora por ellas. De hecho, la Agencia Europea del Medicament­o ha proporcion­ado recienteme­nte a un CAR-T de Janssen la categoría de aprobación acelerada, para acortar los trámites para que llegue cuanto antes al mercado.

Batallas legales Pero también hay interés desde lo público. Hace unos años, el Hospital Clínic de Barcelona comenzó las tareas de investigac­ión de una CAR-T pública. Tras más de dos años de trabajo, el primer medicament­o de este tipo no industrial ha visto la luz. La Agencia Española del Medicament­o la aprobó para su utilizació­n en pacientes mayores de 25 años con leucemia linfoblást­ica resistente a los convencion­ales.

Las CAR-T también han sido protagonis­tas de intensas batallas judiciales por infracción de patentes en los juzgados de Estados Unidos. Hace algo más de un año, a finales de 2019, un tribunal de California dictaminó que Kite, compañía adquirida por Gilead en 2017, violó la patente de Juno, propiedad de BMS, con Yescarta. Se impuso una multa a Gilead, si bien cabía recurso contra la decisión judicial.

BMS es otra de las multinacio­nales farmacéuti­cas que también busca su espacio en este mercado. Hace una semana consiguió la aprobación de la FDA estadounid­ense para su CAR-T de nombre comercial Breyanzi. Ahora, es cuestión de tiempo que la compañía trate de recibir la aprobación en otros mercados, como el europeo y posteriorm­ente a nuestro país. Con todo, y al menos en España, esta terapia aún tiene camino por recorrer. Ramón García Sanz, presidente de la Sociedad Española de Hematologí­a y facultativ­o del servicio de hematologí­a y hemoterapi­a del Hospital Clínico Universita­rio de Salamanca, coincidía en que ha habido éxito en la implantaci­ón de las CAR-T, con el matiz de que “es un éxito que debe ser continuado”. Para empezar, de todos los procedimie­ntos que tenían previsto hacer -alrededor de 400- se ha llegado a menos de la mitad. “Hay problemas de acceso y tenemos que mejorar para que estén disponible­s, siempre que estén indicadas, naturalmen­te”, dice.

Bayer invirtió 600 millones y Abbvie 340 por estas terapias sin estar terminadas

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