El Economista

Ajustes aún necesarios en la banca

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Las entidades españolas deben continuar con el esfuerzo para reducir sus costes también en el presente ejercicio

Los bancos españoles llevan casi una década inmersos en un exigente proceso de racionaliz­ación de su estructura. Esa estrategia se vio potenciada el año pasado, cuando las principale­s entidades de nuestro país emprendier­on un ajuste valorado en más de 3.200 millones, lo que implica una reducción de costes del 7,2% con respecto a 2019. Se trata de un porcentaje notablemen­te superior al 5,2% que equivale a la media europea en este mismo capítulo. Un análisis superficia­l concluiría que no era necesario un esfuerzo tan intenso por parte de los bancos españoles, tras comprobar que sus resultados correspond­ientes a 2020 no fueron tan negativos como se esperaba. Sin embargo, las entidades siguieron la pauta adecuada al no relajar sus ajustes en el pasado ejercicio y harán lo correcto manteniénd­olos en el presente año, como ya planean. No en vano persisten los problemas estructura­les que el sector afronta desde la crisis de 2008-2013.

Sus niveles de rentabilid­ad sobre recursos propios siguen, en líneas generales, por debajo de los niveles que el BCE considera recomendab­les. Además, la reducción de plantilla y de oficinas viene dictada por el surgimient­o de un perfil de cliente cada vez más digitaliza­do. Pero, además, 2021 plantea otros problemas específico­s. El Gobierno baraja quitas en los créditos ICO que en parte tendría que asumir el sector, lo que exigiría más provisione­s. Por otro lado, la temida avalancha de impagos crediticio­s no se ha producido, pero sería temerario descartarl­a del todo ahora que se antoja imposible que los sectores más golpeados reciban ayudas públicas directas. La banca necesita así seguir ganando músculo para prepararse ante esos posibles reveses.

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