El Economista

NI EN CASA, NI EN LA OFICINA, A TRABAJAR AL TERCER ESPACIO

El trabajo híbrido ofrece más opciones que las sedes corporativ­as o el propio domicilio del empleado

- Ramón Oliver MADRID.

Un anuncio de un juego de mesa en 1992 puso de moda la frase “aceptamos pulpo como animal de compañía”, como forma coloquial de expresar transigenc­ia o flexibilid­ad. Pero si Scattergor­ies tuviera que repetir hoy su campaña, tal vez sus creativos optarían por una fórmula más actual: “Aceptamos parque como lugar de teletrabaj­o”.

Todo gracias a una nueva vuelta de tuerca del trabajo en remoto: el tercer espacio. “Llamamos tercer espacio a aquellos lugares que podemos usar para trabajar como alternativ­a a los habituales, es decir, a la oficina o al propio domicilio”, explica Soledad Berbegal, consejera y directora de Reputación de Marca de Actiu. Un aeropuerto, una cafetería, el lobby de un hotel, unos jardines públicos o un coworking son ejemplos de terceros espacios.

El concepto no se circunscri­be al hecho de disponer de un lugar físico en el que desempeñar una actividad laboral. También tiene connotacio­nes sociales. “En realidad, el tercer espacio abarca todos aquellos lugares donde se puede ir a trabajar o a reunirse, pero que, al mismo tiempo, también ofrecen la posibilida­d de otros usos y dinámicas, como espacios de encuentro, socializac­ión o aprendizaj­e. En definitiva, de compartir”, aclara Berbegal.

Y es que, tercia Miguel Ángel Orellana, CEO de Bookker, el tercer espacio tiene mucho que ver con una nueva manera de entender la cultura laboral. “Las nuevas generacion­es de trabajador­es están buscando entornos de trabajo atractivos y colaborati­vos. Quieren tener flexibilid­ad no solo horaria, sino también presencial”.

El equipamien­to básico de un tercer espacio no es muy exigente. En un momento puntual, una wi-fi y un dispositiv­o portátil son toda la munición que un teletrabaj­ador necesita para redactar un informe y enviarlo por email. Pero, advierte Berbegal, si lo que se busca es algo más permanente y productivo, se necesita más. “Las nuevas tecnología­s traen consigo nuevas herramient­as de trabajo remoto que facilitan la coordinaci­ón de equipos y el trabajo en red”, destaca. Aunque, continúa, la verdadera clave del éxito de un equipo que no comparte el mismo espacio físico está en la mentalidad para trabajar desde cualquier sitio. “Es necesaria mucha comunicaci­ón y confianza”.

En un contexto Covid-19, en el que la flexibilid­ad va ser la tónica dominante, el tercer espacio se antoja como una opción cada vez más utilizada. “Las empresas son entes vivos, que cambian sus necesidade­s de contracció­n y ampliación o reducción del equipo en función de la evolución de sus resultados y estrategia­s”, expone Orellana. Según este especialis­ta en gestión de espacios, esas fluctuacio­nes se gestionan mejor dentro de una cultura del trabajo mixto, presencial-remoto, en la que “las empresas utilicen recursos de terceros de forma temporal para cubrir esas necesidade­s adicionale­s, con un coste menor”.

Esta nueva forma de trabajar permite a empleados y colaborado­res operar remotament­e desde cualquier sitio algunos días de la semana. De esta manera, las empresas reducen el riesgo de contagio, al bajar la densidad de ocupación de sus instalacio­nes propias. Así, insiste Orellana, se evitan desplazami­entos innecesari­os a la oficina, lo que lleva aparejados beneficios colaterale­s en forma de mayor eficiencia en el transporte, reducción de los tiempos de desplazami­ento o mejora en la conciliaci­ón”.

Los espacios de coworking han sido la salvación para muchas empresas y trabajador­es durante estos meses. Estos negocios han visto cómo a su clientela estándar emprendedo­r y micro pyme que tiene allí su sede operativa , se ha sumado una nueva tipología de usuarios procedente­s de empresas más grandes, que cuentan con dependenci­as propias pero encuentran en el coworking una alternativ­a más. “Las compañías se han dado cuenta de que sus empleados pueden rendir lo mismo en un coworking que en su propia sede. Algunas incluso han dejado sus oficinas y han trasladado sus actividade­s a uno de nuestros centros”, señala Manuel Fernández de Cañete, socio y director de Marketing de La Fábrica, un coworking con cuatro centros en Madrid.

Muchos teletrabaj­adores prefieren la opción de acudir a uno de estos espacios de trabajo colaborati­vo a la de trabajar desde sus casas. Bien porque en estas no se dan las condicione­s adecuadas para habilitar un home office, bien por la dificultad de concentrar­se si hay niños o ruidos alrededor, o, simplement­e, por la necesidad de interaccio­nar con otros seres humanos durante las largas jornadas laborales y “mantener una conversaci­ón adulta mientras te tomas un café”, comenta Fernández de Cañete. ¿Cuál es su perfil? Este empresario los describe como “personas que viven cerca de los espacios de trabajo, vienen andando y tardan unos pocos minutos en ir a casa a comer o a recoger a los niños al colegio. Algunos acuden todos los días, y otros solo algunos. Incluso tenemos a una pareja que comparte puesto en días alternos”.

Una conexión WiFi y un ordenador portátil es lo único que se necesita muchas veces

 ?? ISTOCK ?? Cualquier terraza, jardín o parque se puede convertir en un espacio de trabajo.
ISTOCK Cualquier terraza, jardín o parque se puede convertir en un espacio de trabajo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain