El Economista

MESSI GANARÍA UN TERCIO MÁS SI SE FUERA DE ESPAÑA

La política fiscal española supera con creces a la de Italia, Reino Unido o Alemania

- Áfrca Semprún MADRID.

LaLiga está a un paso de perder al gran icono del fútbol, Lionel Messi, y tiene dificultad­es para atraer a nuevas estrellas a la competició­n, como Kylian Mbappé o Erling Haaland, que llevan un tiempo en el radar del Real Madrid. Más allá de que el valor de estos dos cracks sea alto, el club español tiene un obstáculo añadido para luchar por los jugadores contra los grandes equipos europeos: la presión fiscal, que es mayor que la de países como Italia, Reino Unido, Alemania o Francia y ejerce una mayor carga sobre los gastos, restando competitiv­idad.

Para visualizar el impacto de los distintos regímenes tributario­s pongamos como ejemplo a Messi, uno de los jugadores más famosos del mundo y que, tal y como hizo Ronaldo tras ser investigad­o por Hacienda, va a abandonar nuestro país. Teniendo en cuenta que la estrella argentina cobró 84 millones de euros brutos en la temporada 2018/2019 y asumiendo que ingresa unos 50 millones de euros al año por la venta de sus derechos de imagen (40 en el extranjero y 10 millones local), Messi se llevaría al bolsillo en torno a un 34% más si, en vez de en el Barcelona, jugara en algún gran equipo de Italia, Alemania o Gran Bretaña. En concreto, y teniendo en cuenta los datos de la hipótesis sacados del contrato que publicó El Mundo, el astro cobra 67 millones de euros netos al año en España mientras que en Italia su retribució­n neta puede alcanzar los 90 millones de euros, en Alemania, los 88 millones; en Francia, los 80 millones, y en Reino Unido escalar hasta los 96 millones. En cuatro años de contrato, la diferencia ronda los 92-100 millones. Si se realiza el cálculo con los 192 millones que Messi cobró como prima de renovación y de fidelidad en 2017, mientras que en España llegaron a su cuenta 96 millones, en Italia habría ingresado 146 millones netos y en Francia 126 millones.

Y es que, en todos estos grandes países existen ventajas fiscales para atraer talento y retener a los grandes sueldos. Sistemas similares al incluido en la llamada Ley Beckham, que en un principio permitía a los extranjero­s tributar al 24% y ahora, tras modificars­e, excluye a los jugadores de fútbol y de baloncesto. Así, todo se considera rentas del trabajo (sueldo y derechos de imagen) y tributan al 48 o 50%.

“España es menos competitiv­a que el resto de las grandes ligas europeas, que tienen condicione­s más ventajosas fiscalment­e hablando para cualquier futbolista. Los grandes damnificad­os de la mayor presión fiscal son los clubes de fútbol españoles porque las grandes estrellas negocian su salario en términos netos, lo que obliga al equipo a desembolsa­r un bruto mayor si quiere competir con las ofertas de Italia, Francia, Alemania o Reino Unido. A los clubes se les encarecen mucho los costes laborales, que tienen que encajar en su presupuest­o, y no pueden ofrecer el mismo salario neto que sus competidor­es europeos. Por ello las estrellas no aterrizan en España como años atrás y sin duda cuesta más atraerles a participar en nuestra Liga”, explica Iñaki Saenz, socio del despacho Senn-Ferrero Asociados.

Italia destaca por su ventajoso sistema fiscal, que está detrás de los grandes fichajes que la Serie A realiza últimament­e. El país da dos opciones a los jugadores: tributar al 48% por la mitad de sus salario, dejando libre de impuestos el resto, o pagar una tarifa plana de 100.000 euros por todos los ingresos que genere por la venta de sus derechos de imagen fuera del país. En el caso de Messi, la primera opción le hace ganar 88 millones netos y el segundo 80, porque tiene un salario muy por encima de la media.

En Reino Unido los jugadores solo tributan por los derechos de imagen que generan dentro del país y, aunque el salario tiene un tipo del 45% pueden cobrar el 20% a través de una sociedad y cotizar esa parte al 19%. En España antes se podría hacer con el 15%. Francia tiene una prima de impatriaci­ón que deja exento de tributació­n el 30% del salario. Los derechos de imagen cotizan todos al 50%, como en nuestro país. Por último, en Alemania se tributa todo el salario a una media del 48%, pero los jugadores solo tienen que pagar impuestos por los derechos de imagen locales.

Más allá del salario y los ingresos por publicidad, hay otros conceptos en el punto de mira de la Hacienda española que están restando competitiv­idad a LaLiga. Uno de los más importante­s es el sueldo de los intermedia­rios. La comisión del representa­nte por cerrar el fichaje lo paga el club y formaba parte de los gastos de la operación, pero hace unos años el Fisco entendió que el jugador debía pagar de su bolsillo los servicios de intermedia­ción, lo que implica que el club lo paga a través del futbolista, que lo ingresa como rentas del trabajo, disparando el coste, ya que para que personas como Jorge Mendes cobren 20 millones, el jugador debe ingresar 40 millones.

En Francia y Alemania, donde también entienden que lo debe pagar el jugador, el abono se desgrava, por lo que el impacto es neutro. En Reino Unido se considera que la mitad la debe pagar el club y la otra mitad el jugador ya que la labor de intermedia­ción sería para ambas partes. Esta postura es la que defiende la FIFA. En Italia tienen una política como la española, donde se ha llevado a los tribunales.

Otro punto conflictiv­o es que Hacienda cree que los clubes extranjero­s a los que España compre los derechos de un jugador deben tributar por la operación en destino.

“En España se ha pasado de considerar que no se pagaban impuestos a una sobreimpos­ición tributaria que resta competitiv­idad. El cálculo hay que hacerlo en rentabilid­ad, en el volumen de ingresos, no en el tipo impositivo, y si LaLiga pierde atractivo al perder estrellas, el negocio se resentirá y se recaudará menos”, explica Felix Plaza, socio del departamen­to de derecho tributario de Garrigues.

En cuatro años de contrato podría haber ingresado hasta 100 millones de euros más

LaLiga pierde competitiv­idad frente a otros países al carecer de beneficios tributario­s

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