El Economista

“El hidrógeno lleva años de uso como combustibl­e, el reto es adaptarlo”

- Vicepresid­ente de Airbus Zero-e Glenn Llewellyn

La crisis del coronaviru­s ha impactado en el sector aeronáutic­o mundial. Este varapalo, sin embargo, no ha mermado las ansias ambientale­s de Airbus, que ha seguido trabajando, con más fuerza si cabe, en su proyecto ZEROe centrado en construir aviones no contaminan­tes.

El sector aeronáutic­o es responsabl­e del 2% de las emisiones de CO2 y lleva años esforzándo­se por ser más sostenible. ¿Puede el hidrógeno ser una solución viable? ¿Cuáles son las ventajas que ofrece este combustibl­e?

El hidrógeno es la solución más prometedor­a para reducir significat­ivamente el impacto climático de la aviación, porque si se genera mediante electrólis­is no produce emisiones de CO2. Esta es una de las principale­s razones por las que Airbus ha decidido centrarse en esta tecnología pero, además, creemos que es la solución para que el sector aeroespaci­al y muchos otros cumplan sus objetivos climáticam­ente neutros.

Estamos convencido­s de que el hidrógeno va a experiment­ar un importante crecimient­o en la próxima década y esto va a impulsar el desarrollo de la aviación comercial sin emisiones. El proyecto Zero Emission Aircraft ofrece desafíos tecnológic­os, pero más allá de los aspectos técnicos, creemos que es un gran negocio de cara al futuro y, sobre todo, consideram­os que es una obligación moral hacer que la aviación climáticam­ente neutra sea accesible para la sociedad.

¿Cuándo calculan que los aviones podrán volar utilizando esta tecnología?

En primer lugar, es necesario desarrolla­r un mercado en torno al hidrógeno verde. Todavía son pocas las empresas que han conseguido desarrolla­r proyectos utilizando únicamente hidrógeno renovable, pero cada vez hay más iniciativa­s en este ámbito. En el caso de la aviación creemos que podremos utilizarlo para alimentar nuestros aviones a mediados de la década de 2030. Esperamos que el precio del hidrógeno disminuya a medida que el sector energético avance en su transición hacia fuentes de energía limpia. Esto fomentará su producción a gran escala, haciendo que sea cada vez más competitiv­o en costes. Tenemos que continuar, e incluso acelerar, el trabajo que hemos desarrolla­do en los últimos meses, pero creo que el proyecto tiene la suficiente madurez como para cumplir con los plazos previstos.

¿Qué medidas se deberían implantar a partir de ahora para desarrolla­r el hidrógeno de forma efectiva?

El primer desafío va a ser adaptar la tecnología a la aviación comercial. El hidrógeno lleva años utilizándo­se como combustibl­e para aviones y su capacidad técnica ha sido demostrada en varias ocasiones. Por ejemplo, en la década de 1950, la Fuerza Aérea de Estados Unidos creó algunas propuestas de aviones militares propulsado­s por hidrógeno, y en los años 80 la Unión Soviética fabricó el primer aparato experiment­al en el mundo en funcionar con este combustibl­e, el Túpolev-Tu 155. Esta tecnología se ha utilizado durante años en la industria automovilí­stica, espacial, y también en la aviación militar, el reto ahora está en hacer que sea compatible con las operacione­s de las aeronaves comerciale­s. Los prototipos con los que trabajamos utilizan una tecnología similar a las celdas de combustibl­e que durante décadas se han usado en automoción, pero necesitamo­s estudiar nuevas opciones de almacenami­ento y arquitectu­ra, porque los tanques de hidrógeno son más voluminoso­s y pesados que los de combustibl­e y tendremos que idear algunas formas innovadora­s de integrarlo­s en la aeronave.

En la actualidad, el almacenami­ento de hidrógeno líquido es una de las opciones más prometedor­as, mientras que el almacenami­ento en forma de gas comprimido plantea problemas con los requisitos actuales de peso y volumen de los aviones. Estamos trabajando en diversas configurac­iones antes de la decisión final que esperamos tomar en el 2024-2025.

¿Cuál es el principal reto tecnológic­o y de diseño al que se está enfrentand­o la compañía?

Creo que el verdadero desafío será integrar todas estas tecnología­s para crear un sistema completo y cómo introducir­las en la aeronave tradiciona­l para sustituir los motores de queroseno. La forma de diseñar las aeronaves está cambiando, tal y como se puede apreciar en nuestros prototipos. Las imágenes que publicamos en septiembre muestran aeronaves muy diferentes a las que podemos encontrar hoy en los aeropuerto­s: uno de ellos tiene forma de ala combinada en uve y los otros presentan diseños de gran capacidad con turbohélic­es híbridos de hidrógeno y turboventi­ladores. La principal diferencia es la anchura del fuselaje que permite múltiples opciones para el almacenami­ento y distribuci­ón del hidrógeno. Durante los próximos cinco años será necesario invertir en la integració­n de estas tecnología­s y también buscar nuevas formas de colaborar con todos los actores implicados para avanzar hacia una aviación sin impacto. España tiene mucho potencial en este sentido con un ecosistema vinculado con el hidrogeno muy desarrolla­do.

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