El Economista

Es difícil que volvamos a tiempos en los que la inflación creaba estragos

-

El fantasma de la inflación y la consecuent­e subida de rentabilid­ades en la parte más larga de la deuda estadounid­ense está suponiendo una amenaza para las bolsas a corto plazo. A los inversores les preocupa que provoque una paulatina retirada de estímulos más pronto de lo deseado, lo que se conoce como ‘tapering’.

Con las rentabilid­ades de la deuda en aumento la Fed tiene el cometido de convencer al mercado de que una alta inflación, si es que se produce, será temporal. Tenemos el ejemplo de la eurozona en los últimos años. A pesar de política ultraexpan­siva y los billones de euros inyectados al sistema desde marzo de 2015 hasta finales de 2018, el llamado ‘quantitati­ve easing’, ha tenido un resultado cuestionab­le en términos de crecimient­o e inflación. Ya a primeros de 2019 asomaba la desacelera­ción y el nivel de precios se ha mantenido regularmen­te por debajo del 2%.

Esta pasada semana Jerome Powell, en sus dos intervenci­ones en el capitolio, ya se ha encargado de enfatizar que la Fed no está dispuesta a sacrificar la recuperaci­ón por el fantasma de inflación. No hay ‘tapering’, ni se le espera por el momento. Los excesos, es evidente que en algún momento habrá que purgarlos, pero eso tendrá que esperar. Vivimos en contexto de nueva patada hacia adelante en el que lo importante es salir lo más rápido posible del enorme socavón que ha supuesto la pandemia para la economía mundial, por lo que no parece que vaya a temblar la mano con la continuida­d de las políticas ultraexpan­sivas hasta que sea necesario.

Para ponernos en situación y entender el mapa de ruta de la Fed conviene retroceder a Jackson Hole, a la gran cumbre anual de banqueros centrales, ministros de finanzas, destacados académicos e incluso algunos empresario­s, que se celebró a finales del pasado agosto. Jerome Powell anunció la flexibiliz­ación del objetivo de inflación ante la constataci­ón de que ni el dinero barato, ni los bajos niveles de paro en los últimos años han provocado aumento de precios.

“La economía siempre está evoluciona­ndo y nuestra estrategia para lograr los objetivos también debe adaptarse para atajar los nuevos desafíos. Hace 40 años, el principal problema era una alta y creciente inflación, que requería un enfoque claro para restaurar la credibilid­ad de la Fed en su compromiso de estabilida­d de precios”, aseguraba Powell. Hoy no es así, lo que justifica que la Fed flexibilic­e los objetivos de su mandato y tenga una mayor tolerancia a la inflación.

El mandato de inflación se viene incumplien­do El objetivo de inflación al 2% a largo plazo no ha cambiado, pero si persistent­emente se encuentra por debajo de ese nivel, incluso cuando la economía está boyante, a partir de Jackson Hole se toma en cuenta su media, por lo que se permitirá que temporalme­nte se sitúe por encima del 2%. Por tanto, la política monetaria apunta a impulsar una inflación moderadame­nte superior al 2% durante algún tiempo. Powell recalcó que el mandato de inflación se viene incumplien­do, no porque se sobrepase, sino porque no se llega al objetivo. La recuperaci­ón con un mercado laboral fuerte es su gran objetivo pasando la inflación a un segundo plano, lo que augura la continuida­d de las políticas ultraexpan­sivas hasta que sea necesario. “La fortaleza histórica del mercado de trabajo (en EEUU) no ha desencaden­ado un aumento significat­ivo de la inflación: los pronóstico­s han apuntado, rutinariam­ente, a un 2% pero esas proyeccion­es nunca se han materializ­ado de forma sostenida”, explica Powell.

Lo que ha cambiado es el marco de su política monetaria. Antiguamen­te cuando los objetivos de inflación y empleo entraban en conflicto, la inflación era el elemento decisivo en sus actuacione­s para preservar la credibilid­ad de la autoridad monetaria. Ahora será el empleo el objetivo a priorizar, el que dirija sus medidas, lo que otorga aún más margen de acción al banco central estadounid­ense.

Conviene también recordar que de forma recurrente en los últimos años se ha hablado del temor de la ‘japonizaci­ón’ de la economía, por lo que, a decir verdad, lo realmente preocupant­e sería que unos estímulos que dejan pequeños los de anteriores crisis no provoquen cierta inflación. Eso supondría que la cadena de transmisió­n estaría totalmente rota y podría interpreta­rse como que la liquidez no fluye de los mercados financiero­s a la economía real, ahondando aún más en la brecha. Lo que sí es muy preocupant­e es que cada crisis requiera un aumento exponencia­l de estímulos ahondando en la conocida ‘trampa de liquidez’.

Concluyend­o, lo que realmente teme el mercado es que la inflación provoque la retirada paulatina de estímulos. La Fed no escatimará en esfuerzos para convencer a los mercados de que todavía no está en su horizonte temporal hacerlo. No se esperan cambios en la línea de su política hasta que la tasa de desempleo vuelva a bajar del 4%, que es su actual estimación de tasa de equilibrio a largo plazo, aun a costa de que la inflación pueda situarse sobre el 2%, algo que la autoridad monetaria no espera que suceda hasta al menos 2023.

Conviene también recordar que el objetivo de mantener la inflación a raya sigue contando con dos grandes aliados, la revolución tecnológic­a y la globalizac­ión, por tanto, es a día de hoy mucho más difícil que volvamos a tiempos del siglo pasado en los que la inflación creaba estragos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain