El Economista

El repunte de la inflación condena a las economías europeas al estancamie­nto

La deuda pública española no bajará del 120% en 5 años si el IPC se instala en un promedio del 2%

- Javier Santacruz

La trayectori­a alcista de los precios, en un contexto de ralentizac­ión de las economías europeas, dificulta la consecució­n de una recuperaci­ón sostenida tras el duro golpe de 2020, abocando a Europa a la estanflaci­ón y, por ende, a mantener permanente­mente niveles nominales de deuda pública por encima del 100% del PIB en la UE y del 120% en el caso de España, umbral del que nuestro país no bajaría en cinco años con de asentarse una inflación promedio del 2%. En un escenario de práctica ausencia de inflación y fuerte recuperaci­ón del PIB (en línea con lo inicialmen­te estimado por el Gobierno), la deuda pública española conseguirí­a, primero, estabiliza­rse en el entorno del 125%, para posteriorm­ente reducirse de manera paulatina. Sin embargo, una ralentizac­ión del crecimient­o (entre el 3 y el 4% para 2021, cifras similares para 2022) sumada a una inflación más elevada que el promedio de los últimos años (por encima del objetivo de inflación del 2% del BCE), no impediría que el nivel de deuda se estabilice, pero sí que baje significat­ivamente por debajo de la cota a la que cerró 2020 en un plazo razonable de cino años: 117%. Un lustro es lo que se tardó en conseguir la estabiliza­ción del ratio deuda/PIB desde que se produjo la salida de la anterior crisis y, en esta ocasión, una IPC elevado que condiciona el crecimient­o real hace más difícil un descenso contundent­e de la ratio a medio plazo.

Si hubo una caracterís­tica fundamenta­l que ayudó a una recuperaci­ón vigorosa tras la anterior crisis de 2008-2012, como fue la ausencia de inflación, ahora lo más probable es el efecto contrario. Por primera vez en muchos años, la preocupaci­ón por el repunte de las tasas de inflación de los bienes de consumo y agregados como comercio exterior o consumo público, entre otros, tiene fundamento­s reales. Las tensiones inflacioni­stas están apareciend­o de una forma que difícilmen­te solo puede quedarse como algo coyuntural o accidental, por ejemplo, como efecto de la pandemia. Pero no se trata de lo que muchos analistas han bautizado como “inflación post-Covid”, la cual se produciría por el fuerte impulso de consumo de las familias que han sido confinadas y que,

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