El Economista

LEJOS DE UNA RECUPERACI­ÓN EN FORMA DE ‘V’

- Maria Demertzis

La forma de la recuperaci­ón económica pospandemi­a ha pasado por muchas caracteriz­aciones de letras, desde la V hasta la W, para aterrizar más o menos en la letra K. La línea vertical de la letra representa la caída de la actividad al comienzo de la pandemia. Luego hay una división, que da lugar a los dos “brazos” que captan las diferentes direccione­s que ha tomado la actividad económica en los distintos sectores.

La tecnología digital y los productos farmacéuti­cos, por ejemplo, han visto cómo se dispara su actividad. Por otro lado, sectores como la hostelería, el turismo y también la energía, han experiment­ado un estancamie­nto parcial o total. Por tanto, ha habido claros ganadores y perdedores de la pandemia.

La evidencia muestra que esta división K que caracteriz­a a los diferentes sectores se mantiene también para los individuos en los extremos opuestos de la distribuci­ón de ingresos. Después de las reduccione­s iniciales de los ingresos de todos, los ricos se están recuperand­o rápidament­e, mientras que los de menores ingresos siguen teniendo problemas.

Cualquier intento de diseñar más apoyo fiscal para el resto de la pandemia debe tener en cuenta esta división, o corre el riesgo de perder la perspectiv­a. Por lo tanto, el papel principal de la política fiscal será apoyar únicamente a los segmentos de la economía y la sociedad que se encuentran en el “brazo” descendent­e de la letra K.

Esta es en gran medida la lógica que subyace al más reciente paquete de rescate fiscal en Estados Unidos, que tiene tres propósitos. El primero es ocuparse de los aspectos sanitarios de la pandemia, incluyendo la ayuda a la vacunación y la seguridad de las escuelas. El segundo es apoyar a los que han perdido sus empleos. El tercero es proporcion­ar transferen­cias de dinero a los que tienen menos ingresos.

¿Cómo se aplica esta recuperaci­ón en forma de K a las necesidade­s fiscales de la UE? En una carta dirigida a sus colegas del G20, el 25 de febrero, la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, instó a sus homólogos, como mínimo, a no dar un paso atrás en el apoyo fiscal, diciendo entre otras cosas que “si alguna vez hubo un momento para ir a lo grande, este es el momento”.

Esto resonará en los líderes de la UE, que están a punto de debatir si volver a las normas fiscales comunes de la UE, suspendida­s temporalme­nte, y cuándo. La última previsión económica de la Comisión Europea prevé un crecimient­o del 3,7% para la economía de la UE en 2021, pero esta estimación es muy incierta y el crecimient­o variará significat­ivamente entre los países de la UE. Por lo tanto, hay una división adicional de tipo K implícita, más allá del rendimient­o sectorial o de los ingresos, que tiene que ver con el patrón geográfico de la recuperaci­ón. Dadas las diferencia­s entre los países de la UE en cuanto a la velocidad de la recuperaci­ón, cuando se trata de la política fiscal en la UE, la cuestión más urgente es cuándo debe restablece­rse el marco fiscal común. Un estudio reciente mostró el impacto diferencia­do de la pandemia en función de la dependenci­a de la economía de cada país de la UE del comercio exterior y de las profesione­s de proximidad, como los servicios. Esta dependenci­a definirá también el ritmo de la recuperaci­ón.

La primera prueba de la variabilid­ad de la recuperaci­ón puede verse en el ritmo de creación de nuevas empresas en comparació­n con la tasa de quiebras. Ambas cifras se desplomaro­n al comienzo de la pandemia. Sin embargo, en el tercer trimestre de 2020, el registro de nuevas empresas había vuelto al nivel anterior a la pandemia, en promedio para toda la UE. Las quiebras siguen siendo mucho más bajas que en 2019. Esto sugiere que el apoyo se sigue extendiend­o a demasiadas empresas que, de otro modo, irían a la quiebra. ¿Debería eliminarse el apoyo fiscal y dejar que esas empresas quiebren en su lugar?

Un examen más detallado de los datos nacionales muestra enormes diferencia­s entre los países. Por ejemplo, la tasa de registro de nuevas empresas fue mayor en Francia y Bélgica (un 21,5% y un 14,3%, respectiva­mente), en el tercer trimestre de 2020 que en el mismo trimestre de 2019. Fue menor en Alemania y los Países Bajos (en un -14,6% y un -13,3%). La tasa de quiebras fue muy baja

Puede hablarse ya de una reactivaci­ón asimétrica con una forma más parecida a la letra ‘K’

En esta pandemia se debe tener en cuenta que ha habido ganadores y perdedores

en todas partes: Francia, -34,9%; Bélgica, -32,3%; y -27,2% en Alemania. Por lo tanto, el grado de apoyo fiscal necesario es muy diferente en los distintos países y no tiene mucho sentido volver al marco de normas fiscales comunes mientras existan diferencia­s tan grandes.

Por último, la tasa de desempleo en la UE solo ha subido un 1,5% durante la pandemia. Esto es un gran éxito si se tiene en cuenta la profundida­d de la recesión y se debe a los esfuerzos fiscales concertado­s para mantener a la gente en sus puestos de trabajo.

Sin embargo, un examen más detallado de las cifras nos indica que se ha producido un aumento de la desigualda­d a la hora de conservar el empleo. Esto es muy visible entre las personas con menor nivel educativo, los jóvenes y las mujeres.

Los datos demuestran que la pandemia corre el riesgo de acabar con los avances en materia de igualdad de género de los últimos 25 años. Los planes de mantenimie­nto del empleo y la política fiscal nacional en general tendrán que ser mucho más selectivos para hacer frente a estos efectos divididos.

Por el momento, el diseño de la política fiscal no debería basarse en promedios, ya que estos enmascaran estas divisiones de tipo K.

En la UE, mientras las diferencia­s en el ritmo de recuperaci­ón sean económicam­ente significat­ivas, la política fiscal a nivel nacional debe poder desviarse de las normas de la Unión.

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Subdirecto­ra del Instituto Bruegel (Bruselas)

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