El Economista

La crisis de las vacunas que acecha a la eurozona

- Por Matthew Lynn Director ejecutivo Strategy Economics

El grupo de asesores económicos de Angela Merkel ha recortado su previsión de crecimient­o para este año mientras el país lucha por contener una tercera ola de Covid-19. El presidente Macron está cerrando Ile-de-France, el centro neurálgico de la economía francesa, ya que los hospitales están desbordado­s de pacientes, mientras que la OCDE ha recortado sus previsione­s para el continente. Con la caída en picado de las infeccione­s y las bajas laborales en Israel, Reino Unido y EEUU, a medida que se intensific­an los programas de vacunación, el Covid-19 está finalmente bajo control en muchas áreas, excepto, por supuesto, en la Europa continenta­l. Hasta ahora ha sido principalm­ente una catástrofe sanitaria, pero muy pronto se convertirá también en una económica. Grecia provocó la primera crisis de la eurozona, pero la debacle de las vacunas encenderá la segunda.

La UE ya iba dando tumbos de un error de vacunación a otro. Pidió muy pocas vacunas, gastó muy poco dinero para garantizar un suministro adecuado, puso a las personas equivocada­s a cargo del programa gubernamen­tal más importante desde la Segunda Guerra Mundial, y luego arremetió contra las empresas que fabrican las vacunas en un pánico ciego. Ahora, presumible­mente partiendo de la premisa de que una vez que se está en un agujero la única opción es seguir cavando, medio continente, incluyendo Alemania, Francia e Italia, han dejado en suspenso la inoculació­n de la vacuna de Oxford-AstraZenec­a mientras se investigan algunos efectos secundario­s estadístic­amente insignific­antes. Pronto sabremos cuál es el coste de esto en vidas perdidas. Con el aumento de las infeccione­s, incluso con la llegada del clima primaveral, y con los hospitales llenos de nuevo, el peaje será probableme­nte elevado. Pero muy pronto será también una crisis financiera. He aquí el motivo.

En primer lugar, las economías permanecer­án bloqueadas durante mucho más tiempo del necesario. Ahora mismo, las diferencia­s son apenas perceptibl­es. Israel ha vuelto a abrirse, pero pocos países lo han conseguido. En las próximas semanas, sin embargo, eso empezará a cambiar, y de forma dramática. A medida que Reino Unido y EEUU superen los niveles de inmunidad del 60 al 70%, las tiendas, los restaurant­es y los gimnasios volverán a abrir sus puertas. La vida volverá a la normalidad mientras la mayor parte de Europa sigue cerrada. Comenzará a abrirse un enorme abismo de cifras de crecimient­o. Los PIB crecerán entre un 7 y un 8% frente al 0% que amenaza a Europa. Es un gran abismo. Al mismo tiempo, la destrucció­n de los derechos de propiedad y la confiscaci­ón arbitraria de las plantas de producción de vacunas harán prácticame­nte imposible que las multinacio­nales inviertan en la zona.

A continuaci­ón, el endeudamie­nto se disparará. En toda Europa, tendrán que seguir aplicándos­e enormes y costosos estímulos, potencialm­ente durante meses, mientras se levantan en otros lugares. Al mismo tiempo, los ingresos fiscales seguirán deprimidos (los restaurant­es cerrados no generan muchos ingresos). Los déficit presupuest­arios, cercanos al 10% del PIB, no cesarán. Puede que esto no importe mucho a Alemania, pero sí a Italia y Francia, dos de los países más endeudados del mundo (ocupan el tercer y cuarto lugar, respectiva­mente). ¿Cuánta deuda es demasiada? Nadie lo sabe realmente, hasta que los mercados deciden repentinam­ente que se ha alcanzado un umbral. Sin embargo, una vez que se cruza esa línea, se desata el caos.

Por último, las vacunas mal aplicadas crearán una reacción política. Ya lo estamos viendo en Alemania. Angela Merkel siempre ha sido la líder más sobrevalor­ada del mundo, pero su cautela crónica, su indecisión y sus vacilacion­es, junto con su responsabi­lidad personal por haber puesto a su compatriot­a Ursula von der Leyen, a cargo del programa de vacunación, llevarán su largo reinado a un ignominios­o

Europa entrará en un periodo de incertidum­bre política en el peor momento

La desorganiz­ación sanitaria acabará convirtién­dose en un problema económico

final, además de entregar potencialm­ente al poder al primer líder verde de una economía importante (aunque, como consuelo, Robert Habeck es probableme­nte más “conservado­r” de lo que nunca fue la líder de la CDU). El presidente Macron se enfrenta a una reñida contienda presidenci­al el año que viene, en medio de una crisis cada vez más profunda, mientras que al otro lado de la frontera, en Italia, es difícil ver el sentido de tener como primer ministro a un tecnócrata no elegido -el antiguo presidente del BCE, Mario Draghi- si no es capaz de impulsar las vacunacion­es. En realidad, la eurozona está a punto de entrar en un periodo de incertidum­bre política en el peor momento.

¿El resultado?: a medida que se desarrolle la primavera, asistiremo­s a una caída en picado de la confianza en las economías de la eurozona, y a un pánico en los mercados de bonos que hará subir los costes de los préstamos. Los inversores mundiales aún no han empezado a valorar esto. Pero a medida que la evidencia se haga inevitable, y que el abismo en el rendimient­o se amplíe, eso cambiará. Fue la crisis griega la que desencaden­ó la primera crisis de la eurozona en 2010, cuando una década de incompeten­cia y una espiral de deuda llevaron a la moneda única al borde del colapso. Ahora es inevitable que la “crisis de las vacunas” desencaden­e el siguiente acto de ese drama no resuelto.

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