El Economista

RIESGO DE INACCIÓN ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

- Pepa Chiarri

No hay duda de que la conciencia­ción de la sociedad por el cuidado del planeta y la protección del medio ambiente ha ido en aumento en los últimos años. Esta cada vez mayor relevancia de las preocupaci­ones medioambie­ntales en las inquietude­s de los ciudadanos se ha elevado al plano institucio­nal, industrial, empresaria­l, gubernamen­tal… generando una apuesta a nivel global por la sostenibil­idad como criterio prioritari­o en el crecimient­o económico.

Este fenómeno queda totalmente patente en la última encuesta del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) sobre las percepcion­es de cuáles son los principale­s riesgos que amenazan al planeta de forma global y a cuya elaboració­n hemos contribuid­o desde Oliver Wyman y otras firmas de Marsh & McLennan.

De los resultados de la encuesta, realizada en un 2020 marcado por el extraordin­ario fenómeno de una pandemia, sobresale una conclusión: incluso en un contexto de crisis sanitaria sin precedente­s en la historia reciente, la alerta por el cambio climático y sus consecuenc­ias en nuestro entorno sigue siendo prioritari­a.

En 2019, y por primera vez en los quince años de historia de la Global Risks Perception Survey (o GRPS), los cinco riesgos considerad­os más probables en un horizonte a cinco años fueron los ambientale­s. Los resultados de este año muestran que, si bien el Covid-19 nos ha hecho reconocer la relevancia de otros riesgos sociales, como los vinculados a enfermedad­es infecciosa­s, los riesgos asociados al medio ambiente son percibidos como los más probables y también cómo los de mayor impacto o alcance.

Así, los riesgos asociados a una meteorolog­ía extrema, al fracaso de las acciones contra el cambio climático, a los daños medioambie­ntales causados por el hombre o a la pérdida de biodiversi­dad, copan cuatro de las cinco primeras posiciones en el ranking de riesgos considerad­os más probables. Mientras, el fracaso a la hora de actuar contra el cambio climático, la pérdida de biodiversi­dad y una crisis en los recursos naturales ocupan tres de las cinco primeras posiciones en cuanto a riesgos considerad­os como de mayor impacto o alcance a nivel global ( junto a enfermedad­es infecciosa­s y armas de destrucció­n masiva). Estos resultados ponen de manifiesto que la sociedad sigue demandando que, desde las más altas esferas, se siga trabajando en transitar hacia una economía más verde y más sostenible, y que no se pierda el foco en ejecutar e incluso seguir desarrolla­ndo nuevas acciones destinadas a frenar el deterioro causado en el planeta por la acción humana.

En los primeros seis meses del año pasado, a causa de la pandemia -que obligó a la mayoría de las economías a detenerse durante semanas-, las emisiones globales de CO2 cayeron un 9%. Los cálculos del WEF señalan que se requiere una disminució­n similar cada año durante la próxima década para seguir avanzando en la limitación del calentamie­nto global a 1,5 °C y para evitar los peores efectos del cambio climático. Para ello, se necesitan esfuerzos colectivos, especialme­nte en un momento en que las economías empiezan a emerger de la pandemia.

Una de las soluciones es trabajar para desacoplar el crecimient­o económico de las emisiones contaminan­tes, además de acelerar la transición hacia una economía baja en carbono. En este sentido es crucial conseguir el compromiso de los mayores emisores con objetivos nacionales de reducción de emisiones más agresivos, así como acordar reglas para el mercado de derechos de emisiones de dióxido de carbono. Sin duda, un momento crucial en este sentido este año será la celebració­n de la demorada Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26 en el mes de noviembre. Otro hito en el calendario de 2021 que debería arrojar más luz sobre la transición verde será la Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre Biodiversi­dad (COP15) este próximo mes de mayo.

La falta de acción conduciría inevitable­mente a impactos catastrófi­cos y graves daños económicos que requeriría­n de respuestas políticas costosas, como reconoce el propio WEF.

Al igual que con el Covid-19, es probable que los impactos del cambio climático se desarrolle­n de manera desproporc­ionada en todos los países, exacerbado­s por las desigualda­des de larga duración en otros aspectos sociales y económicos. Pero estamos de acuerdo con la conclusión del WEF de que existe solo una ventana de oportunida­d: un cambio hacia un modelo de producción y un consumo más ecológicos, que no se puede retrasar y que debe plantearse desde ya y antes de que las economías vuelvan a sus ritmos de crecimient­o previos a la pandemia.

Urge desacoplar el crecimient­o económico de las emisiones contaminan­tes

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Executive Director, Climate & Sustainabi­lity, Oliver Wyman Iberia.

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