Opacidad y falta de regulación desaconsejan invertir en la mayor burbuja conocida
Los asesores financieros recomiendan esperar a que el mercado de criptoactivos madure antes de entrar
Cuando un activo financiero se encuentra anunciado hasta en las marquesinas de los autobuses de cualquier barrio periférico no cabe duda de que alrededor de ese activo se está creando una burbuja, al calor de la promesa de una alta rentabilidad. Es lo que ha ocurrido con el bitcoin, una de las monedas virtuales más conocidas, sobre todo por la extraordinaria revalorización acumulada en los últimos años. Solo en 2020 aumentó su valor casi un 300% y en los tres primeros meses de 2021 ya ha ganado un 101%, pasando a valer 58.850 dólares, aunque a mediados de marzo llegó a superar los 61.000 dólares. Y este nivel se queda corto ante las previsiones de algunas firmas de análisis que consideran que podría llegar incluso a los 250.000 dólares.
Con esta estratosférica estimación, ¿quién querría estar fuera, cuando lo único que se requiere es una cuenta en una plataforma de intermediación? Inversores institucionales han dado pábulo al crecimiento del bitcoin. La entrada de compañías como Tesla, que lo utiliza también para su tesorería, o de bancos de inversión como JP Morgan, Morgan Stanley o BNY Mellon, han ayudado a que el bitcoin se haya convertido en el nuevo El Dorado. Estos días PayPal y Mastercard han anunciado que se podrá utilizar bitcoins como medio de pago, dando por válido un método que ya utilizan incluso algunos negocios minoristas en sus transacciones.
Pero, a pesar de que el bitcoin y otras monedas virtuales están contando con el respaldo incipiente del mundo empresarial y financiero, ¿hasta qué punto un inversor no profesional puede dejarse llevar por el canto de las sirenas tecnológicas? La opacidad que aún rodea al mundo de las monedas virtuales y la falta de una regulación precisa empañan el espejo de su rentabilidad, según los expertos consultados.
Los asesores financieros recomiendan, en este sentido, tener mucha precaución. Javier Tejedor, responsable de oferta digital de productos de trading de Singular Bank, explica que no se puede descartar que se trate de una burbuja, cuando se ven subidas verticales como la experimentada por el bitcoin en los últimos meses. “Una de las características de las burbujas”, señala, “es el miedo de los inversores a quedarse fuera de la subida, mientras otros están obteniendo grandes beneficios, lo que provoca que se siga incrementando la demanda y suba el precio, y esto ha sucedido con el bitcoin. Y el problema es la imposibilidad de realizar una valoración objetiva, ni siquiera aproximada, lo que impide conocer si el activo tiene un precio muy superior a su valor real y, por tanto, si se trata de una burbuja o no”, señala.
Y esto lleva al responsable de Singular Bank a no recomendar su compra, puesto que “no ofrece garantías desde el punto de vista legal y
Bitcoin regulatorio. Además tiene una gran volatilidad, y no todos los inversores pueden asumir el elevado riesgo que comporta una inversión en bitcoins”, concluye.
Falta de regulación Para Carlos Farrás, socio director de DPM Finanzas, la falta de regulación hace que se reduzcan sus costes de transacción, pero también permite su uso por actividades fraudulentas, al utilizar un sistema que se encuentra fuera del control de los supervisores. “Si hoy es complicado hasta ingresar 3.000 euros en efectivo en un banco sin que nos pregunten la procedencia del dinero, las criptos permiten el cambio de ingentes cantidades de dinero entre sus usuarios sin control alguno favoreciendo su uso por las actividades ilícitas. Antes se utilizaban maletas para mover el dinero ilegal de un país a otro, hoy basta un pendrive”, explica. Y no es solo la falta de regulación, sino el riesgo real de sufrir un ciberataque. “Si bien están naciendo empresas con altos niveles de seguridad para su custodia, sigue siendo un punto de riesgo en la inversión de criptodivisas”, añade.
Aceptando un uso racional dentro de la cartera del inversor, adaptado a su perfil de riesgo, no se puede olvidar, según Josep Bayarri, director de inversiones de Arquia Gestión, que también experimenta la interrelación con otros activos del mercado, como las subidas de tipos de interés. “Una normalización de la política monetaria global, con tipos de interés más altos, generaría un coste de oportunidad para el que invierta en bitcoins que, sin duda penalizaría su cotización, al tiempo que perjudicaría las acciones de valores tecnológicos que normalmente conviven con las monedas digitales en algunos fondos de inversión especializados y que, con las subidas de tipos de interés, están sufriendo fuertes reembolsos. Esta fuerza vendedora sin duda podría afectar mucho su cotización”, advierte.
“Los activos digitales han llegado para quedarse, pero se trata aún de una inversión de muy alto riesgo,
Una subida espectacular tras la entrada de inversores institucionales
“No tiene garantías desde el punto de vista legal”, advierte Javier Tejedor, de Singular Bank
a la que, por mucho potencial que tenga, en ningún caso hay que dedicar un importe cuya pérdida total pudiera generar un problema patrimonial. Posiblemente el debate deba centrarse en si el bitcoin es o no es dinero. Ser dinero podría justificar determinadas valoraciones, que difícilmente tienen sentido siendo solo una tecnología. Algunos argumentan que ya puede ser considerado como divisa, pero nos parece una afirmación prematura dada su volatilidad y penetración actuales”, apunta Diego Fernández, director general de inversiones de A&G Banca Privada.
Para Juan Luis García Alejo, director general de Andbank Wealth Management España, el bitcoin es un activo “altamente especulativo”. “No es necesariamente malo, pero no debería ser el elemento central de ninguna estrategia debidamente diversificada. Nos parece temprano para emitir un juicio acerca del éxito de esta criptomoneda. La proporción adecuada será aquella que, en caso de un mal desempeño, no sufra la rentabilidad global de la cartera”, señala.