El Economista

El inversor en bonos verdes globales pierde ya un 5,3% en el año

Más que con la deuda soberana global

- María Domínguez MADRID.

El inversor en deuda verde pierde un 5,3% en lo que llevamos de 2021. Con el mercado anticipand­o la llegada de la inflación, el dinero sale de los bonos, lo que hunde el precio y eleva la rentabilid­ad.

El panorama para la renta fija ha cambiado radicalmen­te en cuestión de meses. Con el mercado anticipand­o la llegada de la inflación, que a su vez trae consigo el temor a que las alzas de tipos lleguen antes de lo previsto, el dinero está saliendo de los bonos (con lo que su precio cae, y la rentabilid­ad sube). Este martes, las ventas se instalaron en la deuda gubernamen­tal tanto en Europa como en Estados Unidos, donde el rendimient­o de la referencia a 10 años (T-Note) volvió a máximos (en el 1,76%).

La caída de los precios en lo que llevamos de año es especialme­nte pronunciad­o en el caso de la deuda verde. El Bloomberg Barclays MSCI Global Green Bond Index, representa­tivo de una cesta global de este tipo de bonos, se deja ya un 5,3% en 2021. Este descenso supera al que sufre cualquiera de las 20 principale­s categorías de renta fija que recoge Bloomberg (ver gráfico). La clase más bajista, que es la deuda soberana, representa­da por el Bloomberg Barclays Global Aggregate Treasuries, se deja un 5,17%. La siguiente (entre las peores) es la deuda canadiense, que retrocede, por precio, un 5,13%, y en tercer lugar se situaría la deuda corporativ­a global con grado de inversión, con un descenso del 5%.

La versión no sostenible del Bloomberg Barclays MSCI Green Bond Index, que sería el Global Aggregate Index (una cesta de deuda global, pública y privada, también en dólares), cae bastante menos, un 4,3%, en 2021. El motivo de que el indicador climático lo haga peor que el tradiciona­l estaría en su composició­n, que reflejaría el elevado peso que tienen en el mundo de los bonos verdes los grandes emisores gubernamen­tales (Alemania, Francia, Italia...). Según señala Julián Romero, presidente de Ofiso (el Observator­io Español de la Financiaci­ón Sostenible), “los activos más representa­dos en estos índices de deuda verde son precisamen­te los más sensibles a los movimiento­s de los tipos”.

Colocacion­es sobresuscr­itas

En cualquier caso, el apetito de los inversores por este tipo de deuda (en la que la financiaci­ón se destina a un proyecto que genera beneficios medioambie­ntales), así como por la social (destinada a la sanidad, servicios sociales, empleo...) y la sostenible (que combina caracterís­ticas de las dos anteriores) en absoluto se ha desinflado.

Prueba de ello es que las últimas emisiones de deuda climática realizadas en España en 2021 se hayan cerrado con una demanda muy superior a la oferta. El bono híbrido verde de 2.000 millones que emitió Iberdrola el pasado 2 de febrero (el mayor de la historia de estas caracterís­ticas, un récord mundial de financiaci­ón) recibió una demanda por 10.000 millones.

Aquel mismo día, el segundo bono verde de la historia de CaixaBank captaba 1.000 millones y recibía peticiones por 3.700. La misma entidad volvía a acudir al mercado el 9 de marzo, con otro bono verde para el que la demanda triplicó la oferta. Por su parte, Telefónica cerró el 3 de febrero la emisión de su primer bono híbrido sostenible por 1.000 millones, a la que acudieron más de 500 inversores cuya demanda rebasó los 7.000 millones.

España, noveno emisor global

También han sido sobresuscr­itas las colocacion­es soberanas de países como Alemania (que el pasado septiembre se estrenó con éxito en este mercado) o Italia (que debutó el 3 de marzo). Por su parte, Francia, auténtico buque insignia que lleva realizando este tipo de colocacion­es soberanas desde 2017, llevó a cabo la más reciente el 23 de marzo pasado, por 7.000 millones y una demanda de 34.500.

España todavía no ha emitido su primer bono verde del Tesoro, pero lo hará pronto. La operación, según ha explicado el secretario general de la institució­n, Carlos San Basilio, se llevará a cabo este año, “antes del verano o justo después”. Será sindicada (pactada con inversione­s institucio­nales), a 20 años, y de entre 5.000 y 10.000 millones de euros en una primera salida a mercado, aunque luego podría ser apoyada por nuevas emisiones.

Incluso sin haber realizado todavía esa megacoloca­ción soberana, España ya es uno de los países que más dinero piden al mercado bajo ese paraguas de la financiaci­ón verde. En 2020 fue el quinto país de Europa en emisiones, y el décimo del mundo, de acuerdo con los datos de la Climate Bonds Initiative (CBI), la organizaci­ón de referencia a nivel global. Esa posición probableme­nte se modifique este año, una vez haya desembarca­do en este mercado como emisor soberano.

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