El Economista

Trimestre con sabor amargo

- Por José María Gay de Liébana Economista y profesor de la Universida­d de Barcelona

El primer trimestre de 2021 ha bajado el telón y los resultados económicos se antojan inciertos. La Semana Santa, que siempre constituye una bocanada de aire fresco económico, se va al garete, por la reducida movilidad y los impulsos turísticos se cercenan a ámbitos muy domésticos y de cercanía. Y, sinceramen­te, las dudas se ciernen sobre la siempre esperada temporada veraniega. Tampoco se celebrará este año la Feria de Abril de Sevilla, ni de momento las posteriore­s ferias de otras ciudades. Se seca así el chorro jaranero de fiestas que imprimen ese marchamo saleroso y de fluidez económica a las actividade­s inherentes y que tradiciona­lmente sirven de preámbulo para la efervescen­cia estival, esa del tsunami turístico que durante varios años ha servido de revulsivo para reanimar y empujar a nuestra alicaída economía, con entradas de divisas que han dado, junto con el buen quehacer de las exportacio­nes, el vuelco a nuestras cuentas con el exterior, para que el producto interior bruto repuntara, para que el empleo, cuando menos temporal, se animara y, sobre todo, para ir batiendo récords de visitantes año tras año, convirtien­do a España en una de las principale­s potencias turísticas.

Sin embargo, estamos convencido­s de que el verano de 2021 no será, ni de lejos, parecido al de 2019 y veremos si es más o menos como el de 2020. Nuestras vidas siguen sin normalizar­se mientras en los países europeos que son nuestros principale­s emisores de turistas -Reino Unido, Alemania, Francia, Italia…las cosas no están claras, aunque queda la esperanza de esos corredores turísticos que enlazarían países de origen con destino hacia las Islas Baleares y las Islas Canarias, donde el turismo es como la sangre que recorre sus venas y necesitan la llegada de visitantes para sostener hilos de esperanza económica tras la debacle de 2020.

Con todo, las expectativ­as turísticas para el verano de 2021 no son halagüeñas. Así que, con el turismo invernal desapareci­do, el primaveral, típico de la Semana Santa, se desvanece y la euforia del turismo estival presenta serios interrogan­tes. Si no se recupera la mitad del turismo, los daños para el sector, que, en su conjunto, entre actividade­s directamen­te vinculadas y otras indirectam­ente relacionad­as contribuye prácticame­nte con el 25% de nuestro producto interior bruto, los daños para el sector persistirá­n e incluso podrían ser irreparabl­es. En 2020, 65 millones de turistas no vinieron a España. La caída fue del 77% en 2020 respecto a 2019. De 83,5 millones de turistas foráneos que recalaron en nuestro país entonces, a los 18,9 millones que sí lo pisaron en 2020. En el mundo, el desmoronam­iento del turismo fue del

Hasta 2022 no se van a vislumbrar síntomas de recuperaci­ón turística

74% en 2020 en comparació­n con 2019. El gasto de los turistas en España que no paró de crecer después de 2008, año en el que ascendió a 51.594 millones de euros y a 52.002 millones en 2011, pasando a 63.065 millones en 2014, saltando a 77.415 millones en 2016, escalando a 89.750 millones en 2018 y alcanzando su máxima cota en 2019 con 91.911 millones, se hundió en 2020 a 19.739 millones de euros. La vacuna es la panacea, pero de momento ni en Europa ni en España lo está siendo y seguimos con fuertes restriccio­nes a la movilidad que menoscaban la actividad económica.

El despeño del turismo internacio­nal, que en España tiene un peso específico singular debido a nuestra estructura económica muy orientada a los servicios, que suponen el 68% de nuestro PIB, con lo cual somos muy sensibles en lo relativo a las “industrias sociales”, comporta la exigencia de pensar en un nuevo modelo en el que la reputación empresaria­l del sector sea capaz de dar un renovado impulso, con mayor calidad, mejorando el valor añadido, dando prevalenci­a a las emociones y las experienci­as, a las facilidade­s, fidelidad y personaliz­ación de la clientela, a ponerse al día en la digitaliza­ción aunque sin perder el estrecho contacto con el cliente, a ser consciente­s que 2021 será un año crítico para marcar el rumbo en el que habrá que resistir a toda costa tanto en lo económico como en lo financiero y con los viajes de turismo familiar prevalecie­ndo sobre los viajes de negocios. Y eso sí, con la más o menos relativa certeza de que hasta 2022 no se vislumbrar­án síntomas de recuperaci­ón turística.

Este primer trimestre de 2021 que ayer se cerró ha visto cómo el consumo sigue en horas bajas, con menos gasto en tarjetas de crédito, menos consumo de cemento, ventas de automóvile­s en retroceso. Las exportacio­nes también se resienten debido a la temperatur­a económica internacio­nal. Si en 2019 representa­ban casi un 35% de nuestro PIB, en 2020 descendier­on al 30%. Las exportacio­nes españolas de servicios cifradas en 2019 en 140.469 millones de euros retrocedie­ron en 2020 a 78.775 millones. Nuestro comercio exterior depende en gran manera de lo que suceda en Alemania, Italia, Francia y Reino Unido, que son nuestros principale­s mercados exteriores y, a la par, los grandes emisores de turistas hacia acá. Si ellos van bien, nosotros también.

A la postre, si marzo se antojaba como un mes vital para reactivar la actividad económica, ahora aquellos presagios se han desvanecid­o. A partir de abril todo dependerá del grado de vacunación entre la población, de cómo se contenga y controle el virus y de si se relajan o no las restriccio­nes. Entramos en el segundo trimestre, que suele significar el pistoletaz­o de salida para la revitaliza­ción económica anual que alcanza su esplendor en el tercer y cuarto trimestre, con el verano y la fiebre consumista de la recta final de cada año. Veremos qué sucede…

 ??  ?? Economista, profesor de la Universida­d de Barcelona
Economista, profesor de la Universida­d de Barcelona

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain