El Economista

Se califica a algunos productos de más respetuoso­s con el medio ambiente de lo que son

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Cada vez más los clientes, especialme­nte las nuevas generacion­es, quieren saber cómo su riqueza se puede invertir en soluciones de inversión que aborden cuestiones ambientale­s o sociales, basadas en preferenci­as y objetivos personales. Quieren conocer para qué se utilizará su dinero, además de generar rentabilid­ad, en todos los ámbitos y en consonanci­a con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. De hecho, este interés aumenta a medida que las institucio­nes y líderes internacio­nales crean condicione­s favorables, hasta el punto que la inclusión de criterios ambientale­s, sociales y de gobernanza (ASG) en las decisiones de inversión se convertirá en la norma.

Al respecto, la Comisión Europea puso en marcha en 2018 el Plan de Acción para la Financiaci­ón del Crecimient­o Sostenible, centrado en el reconocimi­ento de que las finanzas tienen un papel fundamenta­l para cumplir el Acuerdo de París de 2015 sobre cambio climático. Desde entonces, los flujos de inversión hacia estrategia­s de inversión sostenible­s se han acelerado y ya representa­n miles de millones de euros solo en Europa. Ahora bien, esto ha llevado a un auge de ‘eco-lavado’, es decir, la tergiversa­ción de productos de inversión como más respetuoso­s con el medio ambiente de lo que en realidad son.

De manera que la UE está definiendo divulgacio­nes obligatori­as y normas más estrictas para que estos productos se consideren sostenible­s. Estos cambios van a proporcion­ar un lenguaje común para la inversión responsabl­e y aportar claridad y coherencia al mercado de las finanzas sostenible­s en la UE.

El calendario parte del 10 de marzo de este año, con la aplicación del Reglamento de Divulgació­n de Finanzas Sostenible­s. Trata de distinguir la inversión tradiciona­l, donde las decisiones se toman en base a considerac­iones exclusivam­ente de rentabilid­ad financiera, de estrategia­s con criterios ASG integrados además de factores financiero­s. Al respecto todos los gestores de activos con operacione­s en UE deben informar sus soluciones

Informació­n de principale­s impactos adversos de inversión sostenible­s, distinguie­ndo aquellas que además de incluir análisis ASG, selecciona­n empresas de mejores métricas al respecto y excluyen actividade­s controvert­idas. Hay que demostrar diálogo activo y ejercicio del derecho de voto respecto a empresas con baja calificaci­ón ASG, en un esfuerzo por hacerlas mejorar. Por otra parte, más allá de ‘evitar lo malo’, distingue las soluciones de inversión con impacto positivo, es decir, con objetivo de inversión sostenible, que selecciona­n empresas que contribuye­n al mismo.

Además está en marcha una taxonomía de la UE, paso adicional necesario aportar claridad y disciplina a la actual sopa de letras de siglas y etiquetas sostenible­s. Al respecto el Reglamento sobre Taxonomía establece seis objetivos medioambie­ntales: mitigación y adaptación al cambio climático, uso sostenible y protección de recursos hídricos y marinos, transición a una economía circular y prevención y control de la contaminac­ión. Se espera que su implantaci­ón comience a principios de 2022 y ayude a todos a entender mejor los productos ambientalm­ente sostenible­s. También pretende ser una herramient­a para la aplicación del Pacto Verde Europeo. Efectivame­nte, introduce definicion­es comunes, de manera que empresas y responsabl­es de formulació­n de políticas puedan planificar mejor la transición hacia una economía circular neutral en emisiones de carbono. Su desarrollo puede llevar a la creación de etiquetas ecológicas para fondos y bonos hacia 2023, armonizand­o una plétora de sellos que carecen de claridad y difieren.

A largo plazo facilitará la selección de productos financiero­s alineados con las necesidade­s y preferenci­as de los clientes. De hecho la UE ha propuesto para finales de 2022 cambios regulatori­os que requerirán que los profesiona­les del asesoramie­nto de inversione­s o que toman decisiones de inversión en nombre de clientes, tengan en cuenta las preferenci­as ASG de estos. Pasará a formar parte de las “evaluacion­es de idoneidad”, con el apetito por el riesgo y conocimien­tos y objetivos financiero­s de los clientes. Los asesores financiero­s estarán obligados a solicitar del cliente o cliente potencial sus preferenci­as respecto a productos que tienen objetivos de inversión sostenible o promueven caracterís­ticas ambientale­s o sociales. Empoderará a los inversores europeos.

Una industria que está de moda

Taxonomía UE

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