EL IMPARABLE GASTO PÚBLICO
las cotizaciones sociales que en 2020 se elevaron a 161.898 millones cuando en 2019 sumaron 160.667 millones. La contracción de ingresos públicos se remacha con la reducción de otros recursos que bajan de 49.654 millones en 2019 a 45.610 millones en 2020.
En lo referente al gasto público, en 2020 han aumentado los consumos intermedios a 66.024 millones versus 63.982 millones de 2019 y suben las remuneraciones de asalariados de 134.463 millones a 140.470 millones en 2020.
Por suerte, la política financiera acomodaticia del Banco Central Europeo ayuda no solo a mantener, sino a rebajar los intereses de la deuda pública, que de 28.349 millones en 2019 descienden a 25.192 millones en 2020. Claro que las ventajosas condiciones de los actuales tipos de interés no se eternizarán y, aunque no puede precisarse cuándo, se irán ajustando a niveles pertinentes. Por ende, hoy por hoy los tipos desempeñan un factor atípico favorable: más deuda pública y, sin embargo, menos intereses. Ésta es la ventaja de la vigente política monetaria del BCE que premia el endeudamiento. Empero, hay que pensar en que algún día habrá que devolver las montañas de deuda. Veremos cuándo y si a la larga, como solución más o menos disfrazada, se reconvertirá deuda pública en deuda perpetua que es un juego
La vigente política monetaria del BCE que premia el endeudamiento no será eterna
malabar para seguir endeudado, no preocuparse por su vencimiento y simplemente atender la pertinente carga financiera.
Las subvenciones se han incrementado de 12.523 millones de euros en 2019 a 21.420 millones en 2020 y, desde luego, el gran salto del gasto público en 2020 se explica por las prestaciones sociales que de 196.839 millones de euros en 2019 pasan a 228.115 millones en 2020. En parte, esa subida responde a los acontecimientos que han marcado el devenir del pasado año y, en parte, también, a la generosa política progresista implantada por el gobierno, con gasto público desprendido. Si ésos son los rasgos más significativos sobre los ingresos y los gastos públicos de 2020, sí cabe agregar una ulterior reflexión acerca de la tendencia creciente del gasto público en porcentaje sobre el PIB, con sus pertinentes interrogantes. ¿Será soportable tanto gasto público en el futuro? ¿Esa propensión alcista del gasto seguirá implicando más y más subidas de impuestos? ¿La capacidad económica de los españoles, ciudadanos y empresas, permitirá sobrellevar más aumentos tributarios? O, en cambio, el crecimiento del PIB, tímido en los próximos años, ¿facilitará mejorar la recaudación tributaria? Y otra incógnita: ¿el abundante gasto público que entraña el estado del bienestar será sostenible?