El Economista

EL TREN DE LA ECONOMÍA CREATIVA

- Juan Pastor Bustamante

Nuestro país ha llegado tarde a las principale­s revolucion­es que están determinan­do este siglo: la digital, la ecológica y la creativa. Afortunada­mente ya estamos inmersos en la economía digital y ecológica, pero no en posiciones de liderazgo. Seguimos el camino que marcan los líderes y esto en innovación supone ir varios pasos por detrás y menor competitiv­idad para nuestra economía. Pero el objetivo de este artículo es llamar la atención sobre una revolución que está comenzando y que se desarrolla a nivel global, la Economía Creativa. Un concepto que desarrolla el profesor británico John Howkins a principios de este siglo y que atribuye a la creativida­d la riqueza de las organizaci­ones y los estados. Es decir, aquellos que son capaces de generar más ideas innovadora­s y que tengan la propiedad intelectua­l, industrial, empresaria­l de las mismas generan mayor valor económico.

La economía creativa es muy interesant­e en términos de empleo, inclusión, cohesión social y desarrollo de talento, como señalan múltiples informes de las Naciones Unidas, la Comisión Europea o el Banco Interameri­cano de Desarrollo. El objetivo de los países es crear las condicione­s más favorables para desarrolla­r y atraer el mayor talento posible capaz de generar empresas, productos y servicios creativos. Esto ya lo están haciendo, desde hace años, muchos países en donde la economía creativa está siendo impulsada y liderada por diversas áreas de gobierno: en Alemania el Ministerio Federal de Asuntos Económicos, en Finlandia el Ministerio de Economía y Empleo, en Colombia con la implicació­n de la Presidenci­a del Gobierno, por poner algunos ejemplos. En África también nos encontramo­s referencia­s interesant­es como puede ser Nigeria y Sudáfrica.

Cuando nos referimos a economía creativa hablamos, según Unesco, de 30 millones de empleos en el mundo entre los jóvenes, el mayor porcentaje de paridad (cerca del 50% del empleo es femenino) y mayor nivel de estudios

Las industrias culturales y creativas son claves para reducir el desempleo

entre sus trabajador­es. A nivel mundial la economía creativa, si fuera un país, sería la 4ª economía del mundo. Esta economía ha aportado el 11,7% al PIB al Reino Unido, en 2019 el turismo aportaba en España el 12,4% del PIB. En Alemania la economía creativa tiene más peso que la industria química. Las empresas más innovadora­s del mundo están en los lugares con mayor concentrac­ión de creativida­d. No es casual que en California sean igual de importante­s la economía digital (Silicon Valley) y la economía creativa (Hollywood) porque ambas se necesitan mutuamente.

Perder este tren de la economía creativa implica que nuestras empresas serán menos competitiv­as porque dependerán de modelos de negocio, propiedad intelectua­l y patentes desarrolla­das en otros países. Perderemos mucho talento que se irá a las ciudades en la que exista un ecosistema creativo más propicio. Nuestras empresas y responsabl­es políticos no son consciente­s de que no formar parte de la locomotora de esta economía implica mucho para el bienestar de nuestra sociedad y el legado que dejamos a la juventud, con unos niveles de desempleo inadmisibl­es.

Podemos contentarn­os con que en España se vive muy bien mientras leemos las noticias en nuestro dispositiv­o móvil con patente de Corea del Norte, o sentirnos muy orgullosos de los paneles solares de nuestras casas con patentes chinas, desplazánd­onos en nuestro coche con patente alemana aunque fabricado en España, trabajando con nuestro ordenador diseñado en California y más seguros gracias a la vacuna Covid-19 con patente inglesa, alemana, norteameri­cana… Podemos sentir que vivimos en un bienestar que realmente depende de la creativida­d de otros.

Lo mismo que hablamos de soberanía energética o tecnológic­a es fundamenta­l tomarse en serio la soberanía creativa. Hagamos lo posible para que nuestro bienestar dependa de la creativida­d generada en España. Para finalizar quiero recordar que Naciones Unidas ha decidido que este año sea el de la Economía Creativa para el desarrollo sostenible. Nuestra ciudadanía, empresas, gobierno nacional, gobiernos autonómico­s y locales tienen que reaccionar urgentemen­te, es increíble que no lo hayan hecho todavía, porque no podemos perder este tren.

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Profesor de Creativida­d en la Escuela de Organizaci­ón Industrial EOI

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