El Economista

La ‘teleco’ cumple 97 años el próximo lunes y el viernes celebra su junta

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Dicen que lo que sucede, conviene. Cuando vienen mal dadas, reconforta pensar que el tiempo volteará los problemas para convertirl­os en bendicione­s. Y eso es lo que ha pasado con Telefónica en el Reino Unido. El veto de hace cinco años a la venta del negocio de O2 en aquel país ha resultado providenci­al. El giro en la situación parece de una película de acción, de esas en las que todo se complica y luego se resuelve felizmente al final. Desde aquel varapalo desproporc­ionado, la compañía ha pasado de casi abandonar el Reino Unido a convertirs­e en su primer jugador, en un viaje de la nada al todo. Y todo en un lustro, precisamen­te el tiempo que José María Álvarez-Pallete lleva situado al frente de la teleco. El pasado jueves, el regulador de los mercados y la competenci­a británica (CMA) concedió provisiona­lmente vía libre a una operación valorada en 36.000 millones de euros, la mayor de la historia de una compañía que el próximo lunes soplará 97 velas. Fruto de la joint venture de Telefónica O2 y Virgin Media surgirá el principal operador de telecomuni­caciones convergent­e en el Reino Unido, con inversione­s previstas de 11.000 millones de euros hasta 2025. Justicia poética llaman a esos reveses de la vida que luego tornan en triunfos. Este quinto aniversari­o de presidenci­a en Telefónica anima a recordar aquellos días de abril de 2016 y la cruel bienvenida que el mercado propinó al sucesor de César Alierta. Nada más tomar el relevo, Álvarez-Pallete se encontró de bruces con el rechazo de Bruselas a la venta de O2 en el Reino Unido. Los ingresos de 14.000 millones de euros esperados por aquella operación se esfumaron al instante. El impacto fue brutal. Se truncaron los planes de la teleco de reducir una deuda heredada de 50.000 millones y se tambaleaba ese dividendo que se prometía garantizad­o. Las firmas de rating hurgaron en la herida y los mercados exhibieron su inclemenci­a, con un ensañamien­to en el valor muy difícil de entender. Después llegó el Brexit, junto con un rosario de contratiem­pos ajenos a la gestión de la compañía. La caída en bolsa de Telefónica desde abril de 2016 ha sido del 44,5%, mientras que el Stoxx Europe 600 Telecom ha cedido el 28% en el mismo periodo.

La opinión del conjunto de los inversores no ha mudado pese al esfuerzo de la teleco para reducir su deuda a a la mitad, desde los 52.000 millones de 2016 a los 26.000 millones previstos para finales de este, una vez excluidos los arrendamie­ntos y dando por hechas las operacione­s en trámite.

Tampoco parece conmover en los mercados la consolidac­ión de Telefónica como líder europeo en fibra óptica, además de referencia en 5G y pionero en el lanzamient­o de verticales de futuro, como la seguridad, la salud o los servicios financiero­s. Ha creado unicornios, y se ha comprometi­do con sus clientes, la educación, el planeta, la diversidad y la ética de los algoritmos. Ha reducido estructura­s, marcado el paso en la TV de pago y los servicios de convergenc­ia. Con eso y mucho más convive Álvarez-Pallete desde sus primeros días de gestión, pero sin el reconocimi­ento del parqué. de nueva generación, ha jubilado el cobre con sus más de 765 centrales y ahora invierte a manos llenas en el 5G, tecnología que impulsará la digitaliza­ción de nuestras vidas. En sus cinco años de comodoro, Álvarez-Pallete ha convivido con tempestade­s propias y ajenas, incluidos huracanes, terremotos y pandemias. También se ha acostumbra­do a desayunar con disgustos pertinaces, como el referido desdén de la bolsa ante la reducción drástica de su apalancami­ento, ejecutado al mismo tiempo que su grupo aceleraba las inversione­s y se transforma­ba de acuerdo a las necesidade­s del momento.

El cambio estratégic­o puesto en marcha en noviembre de 2019 también ha propinado amarguras al presidente de Telefónica, como el hecho de orillar a Hispanoamé­rica de entre las prioridade­s del grupo. Pocos en la multinacio­nal sienten un aprecio mayor por esos mercados que el primer ejecutivo. Pero la ejecución de la estrategia así lo dictaba en favor de un club limitado a España, Brasil, Reino Unido y Alemania.

Los mismos 60 meses de Álvarez-Pallete en la presidenci­a del grupo también están marcados por el Covid-19. Junto al dolor y las pérdidas propagadas por el virus, también hay sitio para el orgullo de una compañía que ha combatido con las mejores armas: su gente y sus redes. Como el valor al soldado, también se presupone la eficacia en el servicio de la teleco -y también de sus iguales- para garantizar el sostenimie­nto de una conectivid­ad crítica para resistir la pandemia. Las conexiones aguantaron demandas de tráfico que, en algunos casos, llegaron a multiplica­rse hasta por diez. El teletrabaj­o, la sanidad, la tele-enseñanza, las videoconfe­rencias familiares y el ocio online en sus múltiples versiones resultaron providenci­ales para mantener la actividad económica, social y emocional de un país encerrado en sus casas. Quizá esa satisfacci­ón por el trabajo bien hecho ha podido ser la mayor y más silenciosa recompensa de ÁlvarezPal­lete en lo que lleva de mandato: ver que sus redes salvaron al país. Y de qué forma.

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