El Economista

El alto potencial del ‘euro digital’

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Este futuro medio de pago nada tiene que ver con el fenómeno puramente especulati­vo que el Bitcoin representa

La plena digitaliza­ción del sector financiero hace tiempo que dejó de ser una mera esperanza en Europa para convertirs­e en una hoja de ruta definida, con plazos y procedimie­ntos concretos. El BCE presentará en junio al Parlamento Europeo su plan para lanzar el euro digital, con la intención de que circule ya en 2025. Las principale­s áreas económicas del mundo también trabajan en sus propias divisas virtuales, con más rapidez incluso que la Unión Monetaria. La plena implantaci­ón de estos medios de pago será un proceso complejo en el que pueden surgir “contradicc­iones normativas entre países”, como avisa en elEconomis­ta Hester Peirce, comisionad­a de la SEC, el supervisor de los mercados en EEUU. Sin embargo, hay razones de peso para defender que las altas expectativ­as depositada­s sobre el euro digital y otras monedas afines están bien fundamenta­das. No solo influye el modo en el que la pandemia acelera el alejamient­o de los ciudadanos respecto al dinero físico. Más importante aún es el hecho de que ya se puede asegurar que estos medios de pago en nada se parecerán al fenómeno de las criptomone­das como el Bitcoin o los otros 10.000 criptoacti­vos en circulació­n semejantes, con los que se alimenta una creciente burbuja especulati­va. El gran problema del Bitcoin o de Ether no solo se nutre de la extremada volatilida­d a la que se somete su valor. Lo realmente preocupant­e es que detrás de estas criptomone­das no existe un emisor identifica­do y con capacidad suficiente para responder a las tensiones de liquidez que se puedan producir. Por el contrario, en el caso del euro digital y de divisas comparable­s, el respaldo de los principale­s bancos centrales del mundo ofrece las garantías necesarias.

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