Vías de liquidez para la pequeña y mediana empresa
La pequeña y mediana empresa (pymes) supone el 98% de las empresas españolas y un 65% del PIB español. Su presencia en la bolsa española es sin embargo muy reducida. Según datos de la Bolsa de Madrid, solo 42 empresas cotizan en el MBE Growth, excluyendo las socimis, tras diez años de funcionamiento. Este hecho limita sus fuentes de financiación y por tanto de crecimiento, en un momento clave debido a las restricciones a la financiación bancaria derivadas del impacto del Covid-19. Con altos endeudamientos, las pymes necesitan buscar nuevas vías de liquidez para financiar su desarrollo.
Si miramos a Euronext, encontramos más de 575 pymes cotizando con una capitalización inferior a los 50 millones de euros, llegando a casi mil empresas con un valor de mercado inferior a los 250 millones de euros. Este elevado número, hace también que Euronext sea la plataforma preferida por los fondos especializados en inversión en pequeñas compañías.
Los bajos tipos de interés con rentabilidades negativas en términos reales, han despertado el interés de estos inversores por las pymes con vocación de crecimiento internacional. Los inversores están dispuestos a asumir mayor riesgo operativo en busca de mayor rentabilidad.
Para los propietarios de pymes, normalmente grupos familiares, cotizar en bolsa se ha visto siempre como un proceso costoso, complejo y que puede dar lugar a una pérdida de control de sus empresas.
Estas percepciones, ligadas a los procesos de opv tradicionales, no tienen razón de ser en el momento actual. Los mercados alternativos de negociación se han desarrollado ajustando su regulación y requisitos a la realidad de la pequeña empresa.
En un esfuerzo de acercar la economía real a la economía financiera, Euronext tiene la figura del ‘listing técnico’, que permite a las empresas acceder al mercado de valores sin necesidad de incorporar nuevos accionistas en un primer momento.
El hecho de cotizar a través de esta figura, no obliga a la pyme española a cambiar su domicilio social o fiscal, lo que facilita el proceso. Tampoco se requiere que la compañía esté en beneficios o que tenga una cifra mínima de ventas, resultados o valoración. No existe tampoco un requisito de un número mínimo de días en los que deba cotizar.
En un momento posterior, cuando la compañía necesite financiación para su expansión, es cuando puede llevar a cabo una venta parcial de acciones donde el accionista inicial puede obtener liquidez o bien una ampliación de capital y compartir oportunidades con los nuevos accionistas.
El sello de transparencia que supone la presencia en Bolsa es un importante apoyo en procesos de crecimiento vía fusiones o acuerdos comerciales con otras compañías.
Una vía más convencional en los últimos años para el crecimiento de las pymes han sido las toma de participación por parte de fondos de capital riesgo (’private equity’). Esta alternativa supone para el empresario original una pérdida de control mucho más significativa que la cotización en bolsa, dada la involucración activa que dichos fondos tienen en la gestión de la empresas en las que invierten. El horizonte temporal de un fondo es limitado por naturaleza, dada su necesidad de generar plusvalías en sus inversiones. Por ello rotan sus inversiones en un periodo que puede estar en los 3-5 años, necesitando de una mejora significativa de los resultados. El empresario verá limitada su capacidad de realizar nuevas ventas parciales de su empresa y las políticas de endeudamiento adicional o de expansión comercial han de ser necesariamente acordadas con dichos fondos, lo que supone de facto una situación de iliquidez y bloqueo.
La reactivación de la figura de las SPAC