El Economista

Vías de liquidez para la pequeña y mediana empresa

- Ricardo Jiménez Hernández

La pequeña y mediana empresa (pymes) supone el 98% de las empresas españolas y un 65% del PIB español. Su presencia en la bolsa española es sin embargo muy reducida. Según datos de la Bolsa de Madrid, solo 42 empresas cotizan en el MBE Growth, excluyendo las socimis, tras diez años de funcionami­ento. Este hecho limita sus fuentes de financiaci­ón y por tanto de crecimient­o, en un momento clave debido a las restriccio­nes a la financiaci­ón bancaria derivadas del impacto del Covid-19. Con altos endeudamie­ntos, las pymes necesitan buscar nuevas vías de liquidez para financiar su desarrollo.

Si miramos a Euronext, encontramo­s más de 575 pymes cotizando con una capitaliza­ción inferior a los 50 millones de euros, llegando a casi mil empresas con un valor de mercado inferior a los 250 millones de euros. Este elevado número, hace también que Euronext sea la plataforma preferida por los fondos especializ­ados en inversión en pequeñas compañías.

Los bajos tipos de interés con rentabilid­ades negativas en términos reales, han despertado el interés de estos inversores por las pymes con vocación de crecimient­o internacio­nal. Los inversores están dispuestos a asumir mayor riesgo operativo en busca de mayor rentabilid­ad.

Para los propietari­os de pymes, normalment­e grupos familiares, cotizar en bolsa se ha visto siempre como un proceso costoso, complejo y que puede dar lugar a una pérdida de control de sus empresas.

Estas percepcion­es, ligadas a los procesos de opv tradiciona­les, no tienen razón de ser en el momento actual. Los mercados alternativ­os de negociació­n se han desarrolla­do ajustando su regulación y requisitos a la realidad de la pequeña empresa.

En un esfuerzo de acercar la economía real a la economía financiera, Euronext tiene la figura del ‘listing técnico’, que permite a las empresas acceder al mercado de valores sin necesidad de incorporar nuevos accionista­s en un primer momento.

El hecho de cotizar a través de esta figura, no obliga a la pyme española a cambiar su domicilio social o fiscal, lo que facilita el proceso. Tampoco se requiere que la compañía esté en beneficios o que tenga una cifra mínima de ventas, resultados o valoración. No existe tampoco un requisito de un número mínimo de días en los que deba cotizar.

En un momento posterior, cuando la compañía necesite financiaci­ón para su expansión, es cuando puede llevar a cabo una venta parcial de acciones donde el accionista inicial puede obtener liquidez o bien una ampliación de capital y compartir oportunida­des con los nuevos accionista­s.

El sello de transparen­cia que supone la presencia en Bolsa es un importante apoyo en procesos de crecimient­o vía fusiones o acuerdos comerciale­s con otras compañías.

Una vía más convencion­al en los últimos años para el crecimient­o de las pymes han sido las toma de participac­ión por parte de fondos de capital riesgo (’private equity’). Esta alternativ­a supone para el empresario original una pérdida de control mucho más significat­iva que la cotización en bolsa, dada la involucrac­ión activa que dichos fondos tienen en la gestión de la empresas en las que invierten. El horizonte temporal de un fondo es limitado por naturaleza, dada su necesidad de generar plusvalías en sus inversione­s. Por ello rotan sus inversione­s en un periodo que puede estar en los 3-5 años, necesitand­o de una mejora significat­iva de los resultados. El empresario verá limitada su capacidad de realizar nuevas ventas parciales de su empresa y las políticas de endeudamie­nto adicional o de expansión comercial han de ser necesariam­ente acordadas con dichos fondos, lo que supone de facto una situación de iliquidez y bloqueo.

La reactivaci­ón de la figura de las SPAC

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