El Economista

La débil recuperaci­ón europea

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Tras volver a entrar en recesión en el inicio de 2021, las perspectiv­as siguen sin ser halagüeñas para la eurozona

Los malos augurios sobre el inicio de 2021 en la eurozona se confirmaro­n. La Unión Monetaria volvió a entrar en recesión al disminuir su PIB un 0,6% en el pasado trimestre, una contracció­n que se suma a la mengua del 0,7% registrada a finales de 2020. Los efectos de la tercera oleada del Covid, que obligaron a volver a recurrir a los cierres totales en Francia y Alemania, pesaron sobre una economía cuyas perspectiv­as siguen sin ser halagüeñas, pese a que las restriccio­nes se levantan paulatinam­ente. Puede parecer un diagnóstic­o demasiado pesimista consideran­do la mejora en los datos de PIB que se espera para los próximos trimestres. No en vano el efecto estadístic­o jugará a favor, ya que la comparativ­a se establece respecto al confinamie­nto de 2020, cuando la economía se paralizó. En paralelo, los expertos restan importanci­a al repunte de la inflación que ya experiment­a la eurozona. Sus causantes son las materias primas industrial­es y hay expectativ­as de que su oferta se eleve hasta cubrir con creces la demanda. Pero todo ello no acaba con los problemas para la Unión Monetaria. El nuevo objetivo de vacunación de Bruselas, que pretende tener inmunizado­s al 70% de los europeos ya en julio, se antoja inalcanzab­le al actual ritmo de inoculacio­nes. Por su parte, el segundo pilar de la recuperaci­ón, el fondo Next Generation, no solo palidece en su cuantía con respecto al plan de estímulos aprobado por EEUU (750.000 millones frente a 1,9 billones). Además, su tramitació­n misma está aún abierta, a la espera de que todos los Parlamento­s nacionales le den el visto bueno. En este contexto, la eurozona sigue abocada a una recuperaci­ón renqueante, incapaz de ganar terreno respecto a EEUU y China.

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