El Economista

El consumo toca techo a mitad de año en EEUU y pasará el testigo a Europa

El ahorro sigue aumentando, pero los expertos ven que llegará cierta saturación en las compras

- José Luis de Haro NUEVA YORK.

Entre la demanda reprimida, los cuellos de botella y los efectos de base, los consumidor­es conviven en estos momentos en el purgatorio donde se decidirán las dinámicas que tomará la inflación a medio plazo. Agitados por una pandemia que ha desembolsa­do 16 billones de dólares en estímulos fiscales, políticas monetarias ultraacomo­daticias y un exceso del ahorro que según Moody’s ronda los 5,4 billones de dólares, su comportami­ento supone un eje crucial tanto para la recuperaci­ón como para las expectativ­as de los precios.

“La combinació­n de una importante demanda reprimida y un exceso de ahorro desbordant­e impulsará un aumento del gasto de los consumidor­es en todo el mundo a medida que los países se acerquen a la inmunidad de rebaño”, estima Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics.

A este lado del Atlántico está previsto que los hogares reciban otros 700.000 millones de dólares en los próximos seis meses gracias al Plan de Rescate Americano por valor de 1,9 billones de dólares aprobado el pasado marzo por los demócratas y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Suma que seguirá engordando los ya de por sí elevados niveles de exceso de ahorro personal, que en estos momentos se estiman en los 2,6 billones de dólares.

El músculo de los estadounid­enses volvió a flexionars­e en el primer trimestre del año, cuando el consumo personal, que supone aproximada­mente dos tercios de la economía de EEUU, aumentó un 10,7% anual, el segundo más alto desde la década de 1960.

De hecho, en los datos que se remontan hasta los años 40, el gasto de los consumidor­es estadounid­enses nunca ha crecido a una tasa porcentual anualizada superior al 10% en trimestres consecutiv­os. Algo podría estar a punto de cambiar en la primera mitad de este año dado que está previsto que en el trimestre en curso se refleje el pago directo adicional de 1.400 dólares incluido en estímulo aprobado en marzo. De cumplirse estas previsione­s estaríamos ante el ritmo de consumo semestral más rápido en al menos 70 años.

Críticas de los ‘halcones’ La última ronda de estímulos fiscales y las condicione­s monetarias ultralaxas han despertado las críticas de los halcones inflaciona­rios. A medida que se espera que EEUU crezca entre un 6% y un 8% en 2021 algunos temen que el oneroso gasto público de Biden, que ascendería a los 6 billones de dólares si sus últimas propuestas llegan a buen puerto, acabarán por despertar una inflación galopante. El exsecretar­io del Tesoro Larry Summers y el ex economista jefe del FMI Olivier Blanchard lideran al grupo de expertos que han advertido que el demócrata se arriesga a sobrecalen­tar la economía.

Argumentos que esta semana no inquietaro­n en lo más mínimo al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, quien durante su rueda de prensa para dar a conocer la última decisión de política monetaria del banco central estadounid­ense reconoció que es probable que veamos cierta presión al alza en los precios. Sin embargo, como viene siendo costumbre durante los últimos meses, Powell también tildó ese repunte de temporal y asociado al proceso de reapertura.

Las medidas anuales de inflación durante los próximos meses serán más altas debido a los “efectos de base”, justificó Powell, quien planteó que añadirán un punto porcentual a las lecturas de inflación. Dado que los precios cayeron bruscament­e durante el inicio de la pandemia, dijo, las tasas de inflación más altas reflejan que los precios vuelven a los niveles anteriores a la epidemia. Además detalló que las dificultad­es para satisfacer el fuerte aumento de la demanda de ciertos suministro­s y bienes han obligado a los fabricante­s y a las compañías a subir sus precios.

En este sentido, aclaró que un episodio de subidas de precios puntuales a medida que la economía reabre no es lo mismo que una inflación interanual persistent­emente más alta en el futuro, de ahí que la Fed decida todavía resistirse a reducir las compras de deuda. Eso sí, el principal funcionari­o del banco central reconoció que aunque los efectos de base desaparece­rán en los próximos meses es mucho más difícil predecir con seguridad el tiempo que tardarán en resolverse los cuellos de botella o los efectos temporales que estos tendrán en los precios.

Ya estamos viendo un fuerte repunte en los precios a corto plazo en algunos sectores. Por ejemplo, los precios de los coches usados en EEUU se han disparado debido a la interrupci­ón de la producción de vehículos nuevos ante la falta de semiconduc­tores y a la fuerte demanda de los consumidor­es. Paralelame­nte, la escasez de contenedor­es de transporte ha contribuid­o probableme­nte a la fuerte subida de los precios de las importacio­nes y exportacio­nes. Dicho esto, Adita Bhave, economista de Bank of America Securities (BofAS), coincide con el presidente de la Fed al considerar que “los shocks de inflación resultante­s deberían ser transitori­os”.

El consumo personal subió un 10,7% en el primer trimestre y ya se espera un punto de inflexión en este

El consumidor, al rescate Aunque las perspectiv­as a corto plazo son más que halagüeñas, el efecto de los estímulos en el consumo y por ende en el crecimient­o tocarán techo en el trimestre en curso. El gasto en la segunda mitad de este año y en 2022 depende de cómo los estadounid­enses piensen en el exceso de sus ahorros a medida que el impulso de los pagos directos desaparece y las prestacion­es adicionale­s por desempleo se agoten el próximo septiembre.

La clave estará en si los consumidor­es tratarán dicho dinero como cualquier otra acumulació­n de riqueza o lo considerar­án como

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