El consumo toca techo a mitad de año en EEUU y pasará el testigo a Europa
El ahorro sigue aumentando, pero los expertos ven que llegará cierta saturación en las compras
Entre la demanda reprimida, los cuellos de botella y los efectos de base, los consumidores conviven en estos momentos en el purgatorio donde se decidirán las dinámicas que tomará la inflación a medio plazo. Agitados por una pandemia que ha desembolsado 16 billones de dólares en estímulos fiscales, políticas monetarias ultraacomodaticias y un exceso del ahorro que según Moody’s ronda los 5,4 billones de dólares, su comportamiento supone un eje crucial tanto para la recuperación como para las expectativas de los precios.
“La combinación de una importante demanda reprimida y un exceso de ahorro desbordante impulsará un aumento del gasto de los consumidores en todo el mundo a medida que los países se acerquen a la inmunidad de rebaño”, estima Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics.
A este lado del Atlántico está previsto que los hogares reciban otros 700.000 millones de dólares en los próximos seis meses gracias al Plan de Rescate Americano por valor de 1,9 billones de dólares aprobado el pasado marzo por los demócratas y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Suma que seguirá engordando los ya de por sí elevados niveles de exceso de ahorro personal, que en estos momentos se estiman en los 2,6 billones de dólares.
El músculo de los estadounidenses volvió a flexionarse en el primer trimestre del año, cuando el consumo personal, que supone aproximadamente dos tercios de la economía de EEUU, aumentó un 10,7% anual, el segundo más alto desde la década de 1960.
De hecho, en los datos que se remontan hasta los años 40, el gasto de los consumidores estadounidenses nunca ha crecido a una tasa porcentual anualizada superior al 10% en trimestres consecutivos. Algo podría estar a punto de cambiar en la primera mitad de este año dado que está previsto que en el trimestre en curso se refleje el pago directo adicional de 1.400 dólares incluido en estímulo aprobado en marzo. De cumplirse estas previsiones estaríamos ante el ritmo de consumo semestral más rápido en al menos 70 años.
Críticas de los ‘halcones’ La última ronda de estímulos fiscales y las condiciones monetarias ultralaxas han despertado las críticas de los halcones inflacionarios. A medida que se espera que EEUU crezca entre un 6% y un 8% en 2021 algunos temen que el oneroso gasto público de Biden, que ascendería a los 6 billones de dólares si sus últimas propuestas llegan a buen puerto, acabarán por despertar una inflación galopante. El exsecretario del Tesoro Larry Summers y el ex economista jefe del FMI Olivier Blanchard lideran al grupo de expertos que han advertido que el demócrata se arriesga a sobrecalentar la economía.
Argumentos que esta semana no inquietaron en lo más mínimo al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, quien durante su rueda de prensa para dar a conocer la última decisión de política monetaria del banco central estadounidense reconoció que es probable que veamos cierta presión al alza en los precios. Sin embargo, como viene siendo costumbre durante los últimos meses, Powell también tildó ese repunte de temporal y asociado al proceso de reapertura.
Las medidas anuales de inflación durante los próximos meses serán más altas debido a los “efectos de base”, justificó Powell, quien planteó que añadirán un punto porcentual a las lecturas de inflación. Dado que los precios cayeron bruscamente durante el inicio de la pandemia, dijo, las tasas de inflación más altas reflejan que los precios vuelven a los niveles anteriores a la epidemia. Además detalló que las dificultades para satisfacer el fuerte aumento de la demanda de ciertos suministros y bienes han obligado a los fabricantes y a las compañías a subir sus precios.
En este sentido, aclaró que un episodio de subidas de precios puntuales a medida que la economía reabre no es lo mismo que una inflación interanual persistentemente más alta en el futuro, de ahí que la Fed decida todavía resistirse a reducir las compras de deuda. Eso sí, el principal funcionario del banco central reconoció que aunque los efectos de base desaparecerán en los próximos meses es mucho más difícil predecir con seguridad el tiempo que tardarán en resolverse los cuellos de botella o los efectos temporales que estos tendrán en los precios.
Ya estamos viendo un fuerte repunte en los precios a corto plazo en algunos sectores. Por ejemplo, los precios de los coches usados en EEUU se han disparado debido a la interrupción de la producción de vehículos nuevos ante la falta de semiconductores y a la fuerte demanda de los consumidores. Paralelamente, la escasez de contenedores de transporte ha contribuido probablemente a la fuerte subida de los precios de las importaciones y exportaciones. Dicho esto, Adita Bhave, economista de Bank of America Securities (BofAS), coincide con el presidente de la Fed al considerar que “los shocks de inflación resultantes deberían ser transitorios”.
El consumo personal subió un 10,7% en el primer trimestre y ya se espera un punto de inflexión en este
El consumidor, al rescate Aunque las perspectivas a corto plazo son más que halagüeñas, el efecto de los estímulos en el consumo y por ende en el crecimiento tocarán techo en el trimestre en curso. El gasto en la segunda mitad de este año y en 2022 depende de cómo los estadounidenses piensen en el exceso de sus ahorros a medida que el impulso de los pagos directos desaparece y las prestaciones adicionales por desempleo se agoten el próximo septiembre.
La clave estará en si los consumidores tratarán dicho dinero como cualquier otra acumulación de riqueza o lo considerarán como