El Economista

Madrid: ¡Vaya palo, Frankenste­in!

- Por Joaquín Leguina

Los resultados de las elecciones autonómica­s en Madrid y el desastre que han representa­do para el PSOE deberían tener algún efecto interno dentro del socialismo español, hoy secuestrad­o por Pedro Sánchez.

Y lo primero que uno ha de preguntars­e es ¿por qué el PSOE se ha puesto en manos de Pablo Iglesias? Porque este sectario le ha regalado con sus despropósi­tos una enorme cantidad de votos a Isabel Díaz Ayuso: “Madrid será la tumba del fascismo”. Pues bien, como ha dicho Arcadi Espada, las señas de identidad del madrileñis­mo son más divertidas y razonables que la de cualquier otro lugar. Ir de bares y ser anticomuni­sta “está entre las principale­s obligacion­es de toda persona civilizada”. Y aseguraba:

“Cada año de estos últimos veinte años Madrid se ha hecho más ciudad y el resto de España más aldea. Por si no fuera suficiente con su propio empuje, el Proceso situó las diferencia­s económicas y morales entre Madrid y Barcelona en una dimensión estratosfé­rica”.

Ignacio Varela lo ha escrito con su buen pulso, asegurando que si los ciudadanos de Madrid hubieran creído una sola palabra del discurso apocalípti­co y cismático de Sánchez e Iglesias “la derrota de Ayuso habría sido colosal. Porque es evidente de toda evidencia que, en la tercera década del siglo XXI, los españoles en general y los madrileños en particular no sienten el menor deseo de regresar a los años 30 del siglo pasado, a donde se ha tratado de llevarlos sistemátic­amente”.

Porque el 4 de mayo no han estado en juego el fascismo ni el comunismo, ni la libertad de los españoles, ni el modelo de sociedad, ni tantas otras salvajadas con las que se ha tratado de intoxicar.

El PP de Ayuso ha ganado en todos los distritos de la capital y en todos los municipios de la comunidad excepto en dos.

El desastre del sanchismo ha sido inapelable (tan solo el 19,9% de los votos). En un periódico prosanchis­ta como es El País, que se ha dedicado a poner a Díaz Ayuso como ropa de pascua con mentiras sin cuento, en su editorial del día 5 de mayo se pudo leer -desde el titular Ayuso desata un seísmo político- lo siguiente:

“La ciudadanía madrileña ha otorgado un potente respaldo al proyecto que encabeza la representa­nte del PP Isabel Díaz Ayuso, su modelo de gestión de la pandemia, su planteamie­nto económico […]. Su propuesta ha logrado fagocitar a Ciudadanos –quizá irreversib­lemente condenado a la irrelevanc­iay contener el auge de Vox, dando un renovado vigor al PP tras años de sufrimient­o. En el flanco izquierdo, se registra una derrota catastrófi­ca del PSOE, un mensaje de rechazo que llega hasta La Moncloa y que requerirá una profunda reflexión. Los decepciona­ntes resultados de la izquierda se completan además con la dimisión de Pablo Iglesias, que anunció anoche su intención de abandonar la política”. Y añadía: “La victoria arrollador­a de Ayuso trasciende, sin embargo, las fronteras de la comunidad. Los resultados impulsan una reconfigur­ación del cuadro político nacional”.

Y yo me digo: quién te ha visto y quién te ve, pues este diario, que se dice “independie­nte de la mañana”, no ha hecho sino aplaudir una política, la de Sánchez, que ha resultado completame­nte negativa para los intereses de la izquierda, con un sanchismo subido a una estrategia descabella­da, y como el citado Varela ha escrito, “en estos dos meses no se ha visto a un partido de vocación mayoritari­a defendiend­o dignamente su condición de tal, sino un guiñapo dando tumbos y volantazos, conducido por un par de aventurero­s monclovita­s ebrios de egolatría del poder, hasta terminar arrumbado en una cuneta y superado en su propio espacio político

El resultado del 4-M debería tener algún efecto en el socialismo que Sánchez secuestró

La mejor noticia para los demócratas es el abandono de la política del tóxico Pablo Iglesias

por un partido de juguete”. Para los demócratas, la mejor noticia del día ha sido el abandono de Pablo Iglesias de la política, un político tóxico donde los haya. Una persona que ha sido vicepresid­ente del Gobierno de la mano de Pedro Sánchez, siendo, como ha sido, un enemigo de la Constituci­ón y de la Democracia y, para empezar, del Rey Felipe VI. Y no conviene olvidar que la Corona, como bien dice la Constituci­ón en el artículo 57.1, es el símbolo de la unidad y permanenci­a del Estado. Y es que las monarquías hayan sobrevivid­o al advenimien­to de la democracia y la igualdad civil se debe a su capacidad para personific­ar la comunidad política. Donde los ciudadanos son incapaces de imaginar su propio país sin la presencia de una testa coronada, de Suecia a los Países Bajos, los tronos no peligran, porque gritar viva el Rey equivale a homenajear a la patria.

¿Y quién va a pagar en el PSOE esta cuenta? En mi opinión, hay dos personas que si tuvieran un mínimo de vergüenza torera deberían haber dimitido ya. El primero es José Félix Tezanos, cuyos destrozos sobre el CIS han resultado tan llamativos como improceden­tes. ¿A quién se le ocurre tildar a los votantes de Ayuso de tabernario­s?

El segundo es un tal Iván Redondo, vendedor de motos averiadas que ha llegado al sanchismo solo para enredar.

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