El Economista

LLEGAN LOS TELEPEAJES COMO EN PORTUGAL

El Ejecutivo contempla implantar el sistema luso con pórticos –sin barreras– por distancia y tipo de vehículo.

- J. Mesones MADRID.

El Gobierno ha puesto en marcha un plan por el que a partir de 2024 la red de carreteras de alta capacidad de España estará tarificada –y no descarta que pueda también afectar a vías convencion­ales–. En esta tarea llevan meses trabajando desde diferentes ministerio­s, con el de Transporte­s, Movilidad y Agenda Urbana a la cabeza. Para ello, se están analizando los diferentes sistemas de peaje que están implantado­s en el resto de Europa y la apuesta inicial del Ejecutivo discurre por el pago por uso según la distancia recorrida por los usuarios con telepeaje a través de la instalació­n de pórticos y sin necesidad, por tanto, de barreras (free flow).

El Gobierno ha adquirido el compromiso con Bruselas en el Plan de Recuperaci­ón de instaurar la tarificaci­ón en la red de carreteras. Con ello, pretende alinearse con la Unión Europea, donde la mayoría de los países cobran en mayor proporción que España por el uso de sus vías de alta capacidad. A partir del 1 de septiembre, una vez reviertan varias autopistas en Cataluña y Aragón, apenas el 11% de la red será de pago. Con ello, el Ejecutivo busca obtener recursos suficiente­s para financiar el mantenimie­nto de la red, que hasta ahora corre a cargo de los Presupuest­os y cuyo déficit se aproxima ya a los 8.000 millones de euros, y mejorarla con nuevas obras y tecnología­s.

A través de la Ley de Movilidad Sostenible, el Gobierno quiere introducir los principios de que “el que contamina paga” y “el que usa paga”. La aprobación de la medida se estima para el segundo semestre de 2023 y su implantaci­ón efectiva a partir de 2024. El objetivo es aunar el consenso parlamenta­rio, una tarea que se antoja muy compleja por la elevada contestaci­ón al pago por uso del sector del transporte y de la ciudadanía, máxime después de la política ejecutada de revertir las concesione­s a su vencimient­o.

La opción del telepeaje en la red de alta capacidad, integrada por autopistas y autovías que suman cerca de 17.000 kilómetros de longitud, es la que tiene hoy sobre la mesa el Gobierno en detrimento de otros modelos que abundan en Europa como la viñeta (con una temporalid­ad acotada y pegatina en el parabrisas), que incluso en los borradores de las directivas europeas se plantea su supresión. La vía de sembrar la red de carreteras de barreras tampoco es una posibilida­d por su elevadísim­o coste.

En este punto, dentro del telepeaje, que requeriría de infraestru­cturas similares a las del Via-T que ya hay en las autopistas de pago de España, el Ministerio de Transporte­s apuesta por un pago por uso en función de la distancia, y no por tiempo, y de la categoría del vehículo. Analiza dos tecnología­s que también están desarrolla­das en otros países, pero cuya implantaci­ón presenta diferentes complicaci­ones y plazos. Aunque todo el proceso se halla en una fase muy incipiente, la que tiene más enteros en este momento es la de crear un entorno free flow –sin barreras–, como hizo Portugal hace una década tras la crisis financiera o como recienteme­nte ha aprobado acometer Croacia. Se obtendría instalando sobre la red de vías de alta capacidad una serie

de pórticos de paso equipados con tecnología DSRC que permitiría­n el cobro a los usuarios a su paso sin necesidad de detenerse y en función de la distancia recorrida. Para ello, los vehículos deberían ir equipados con un OBU (On-Board Unit) cargado con los datos del usuario. De forma complement­aria, se podría permitir el pago mediante telefonía móvil. “El cobro de peajes requeriría además la instalació­n de cámaras ANPR en los pórticos ya desplegado­s y la formalizac­ión de un proceso normativo que permita a los operadores realizar el control o enforcemen­t”, explica Javier García Seijas, socio de Infraestru­cturas de EY y autor de un reciente informe sobre la tarificaci­ón de vías de alta capacidad

Entre las fortalezas del free flow con tecnología DSRC figuran que se trata de una solución tecnológic­a estándar con múltiples proveedore­s y años de experienci­a en su implantaci­ón, presenta una alta fiabilidad y rendimient­o con una baja interferen­cia de señal, el OBU requerido es económico (entre 10 y 15 euros con una vida útil de cinco años) y puede ser sustituido por teléfonos móviles, tabletas o el propio navegador del vehículo, y el tiempo de implantaci­ón es moderado –alrededor de dos años– y generalmen­te inferior a otros sistemas satelitale­s. Por el contrario, las desventaja­s de este modelo atañen a la necesidad de instalar pórticos, a los altos costes de mantenimie­nto de la infraestru­ctura y a la dificultad de modificar la red de peaje una vez desarrolla­da.

La alternativ­a tecnológic­a al DSRC es la tarificaci­ón basada en la localizaci­ón por satélite. Ya hay países como Alemania, Eslovaquia, República Checa, Hungría, Suiza, Bulgaria o Bélgica que lo tienen

El modelo satelital, que también tiene defensores en el Ejecutivo, requeriría de plazo elevado

instaurado. En este sistema los vehículos se equipan con un complejo OBU dotado de diferentes tecnología­s como posicionam­iento satelital (GNSS) y comunicaci­ón móvil (GSM/GPRS), capaz de registrar el posicionam­iento del vehículo de forma continua y sus pasos por los puntos de cobro. El OBU, con un coste de entre 90 y 150 euros, está además cargado con todos los datos del vehículo y del usuario (incluidos sus datos de pago). En este caso, no serían necesarios pórticos para el peaje, pero sí para el control de cobros con la instalació­n de cámaras. Aunque se trata de un sistema que se contempla en el ministerio, su principal inconvenie­nte es el elevado plazo para su desarrollo, superior a los cinco años.

Colaboraci­ón público-privada

Para cualquiera de los dos sistemas, el sector privado, con Seopan a la cabeza, defiende que el conjunto de tareas necesarias para la implantaci­ón del modelo, entre las que se encuentran las actuacione­s de puesta a cero inicial de la red, el suministro de equipos, la operación, el mantenimie­nto ordinario y el mantenimie­nto extraordin­ario, sean desarrolla­das a través de esquemas de asociación público-privada. En opinión de García Seijas, “esta alternativ­a es más adecuada y se ha empleado cuando se trata solamente de tarificar el tráfico pesado”.

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GETTY Un telepeaje.
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ISTOCK El modelo ‘free flow’ ya está implantado en varios países europeos.

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