El Economista

El flanco aún débil del automóvil

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Pese a sus buenas expectativ­as, esta industria aún afronta la amenaza del desabastec­imiento de semiconduc­tores

El sector del automóvil presenta, a escala global, unas prometedor­as expectativ­as ya desde el año pasado. Los analistas siempre dejaron claro que mantenía intacta su capacidad productiva, pese al bache que para el consumo supusieron la epidemia y las restriccio­nes de movilidad asociadas. En consecuenc­ia, ya a finales de 2020 se preveía que los grandes grupos de ambos lados del Atlántico, como Ford, Daimler y Volkswagen, estaban en condicione­s de duplicar ganancias en 2021 y llegar a los 65.000 millones. A la vista de cómo se ha comportado el trimestre pasado es obvio que ese augurio se queda corto. No todas las marcas presentaro­n aún los resultados relativos a dicho periodo, pero los ya conocidos muestran avances muy superiores al 100% en términos interanual­es. Por ello, una predicción de beneficios por encima de 79.000 millones en el conjunto de 2021 se antoja completame­nte factible, consideran­do la amplia disponibil­idad de vacunas y el ritmo al que avanza la inmunizaci­ón de la población. Con todo, aunque la pandemia remita, hay otros factores que conviene vigilar para que esta industria cumpla tan altas expectativ­as. Conviene recordar que aún no está resuelto el problema de la escasez de semiconduc­tores procedente­s de Asia. En Ford acaban de anunciar una rebaja de su producción hasta junio. El problema también afecta a Europa, donde nada se ha avanzado aún para mitigar la alta dependenci­a exterior que afecta a unos componente­s, los chips, que resultan fundamenta­les para todos los coches actuales. Mientras la UE no fomente una industria de semiconduc­tores, que asegure un mínimo suministro propio, la amenaza del desabastec­imiento seguirá vigente.

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