El Economista

ASESINATOS VICARIOS

- Joaquín Leguina

Reciben el nombre de asesinatos vicarios aquellos crímenes mediante los cuales no se quiere perjudicar a los asesinados sino a alguno de sus progenitor­es. El último y terrible de esos asesinatos ha sido el de las dos niñas tinerfeñas perpetrado por el padre, un tal Tomás Gimeno, que Dios confunda. Una crueldad dirigida contra la madre de las niñas con una infamia añadida: la de enviarlas al fondo del mar con la intención de que sus cuerpos no apareciera­n nunca. Estamos, pues, ante una profunda e inasumible maldad.

Pero yo me pregunto: ¿qué tiene que ver semejante hijoputism­o con el machismo? Como ha escrito la magnífica Maite Rico, la ministra de Igualdad, Irene Montero, no tardó ni veinticuat­ro horas en profanar sin pudor el desgarro de una madre y el desconsuel­o de un país. Lo hizo con la misma frivolidad con la que irrumpe en un programa de telebasura o difama a Plácido Domingo. Micrófono en mano, Montero aprovechó un mitin de Podemos en Zaragoza para adueñarse del drama y hacer propaganda de un ministerio cuya gestión abochorna a cualquiera.

Lo más obsceno de su intervenci­ón fue lo siguiente: “Para evitar que maltratado­res asesinen a niños hay que defender a Juana Rivas”. La ministra utilizó el doble crimen de Tenerife para adjudicar al machismo la violencia vicaria, la que se ejerce sobre los hijos para dañar a la expareja. ¿Qué sucede entonces cuando la autora de esa violencia es la madre?

El feminismo extremista es especialis­ta en ocultar y tergiversa­r los datos

Esta señora y todo el feminismo extremista que nos está invadiendo es especialis­ta en ocultar y tergiversa­r los datos: desde 2013 han muerto vicariamen­te a manos de sus padres 29 niños, pero a manos de sus madres han muerto 85. Estos 85 niños asesinados por sus madres, ¿son crímenes machistas? Pues sí, así es según Pedro Sánchez. Estas son sus palabras: “La violencia vicaria es violencia machista doblemente salvaje e inhumana”.

Usted, amable lector, no habrá visto jamás en los periódicos, en las television­es ni oído en las radios datos sobre suicidios. Pues bien, el número de suicidios se ha disparado en los últimos años (en 2019 un 122% más que en 1980). En 2019 hubo 3.671 suicidios, de los cuales el 75,5% fueron varones. Y yo me malicio que la razón de la censura no es otra que se suicidan muchos más hombres que mujeres.

Las mujeres matan a sus hijos en una proporción mayor que los hombres. Pablo de Lora cita en Lo sexual es político (y jurídico) (2019) un estudio finlandés de 2001 donde la diferencia en la comisión de estos crímenes es de 61% a 37%. Otro estudio austríaco más reciente sobre filicidios en Austria y Finlandia durante 1995-2005 arroja 90 asesinatos, 64 cometidos por las madres y 26 por los padres.

Y estos asesinatos vicarios cometidos por las madres, ¿merecen menos publicidad y menos condena? Parece que sí. Arcadi Espada ponía el ejemplo de otro asesinato vicario, la muerte en Sant Joan Despí de la niña Yaiza, asesinada por su madre hace quince días. La asesina confesó ante el juez que había asesinado a su hija por cuestiones relacionad­as con su expareja y apenas hubo noticias en torno a ese asesinato.

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