El Economista

EL FUTURO DE LA AUTOMOCIÓN

- Yoann Groleau

La industria del automóvil ha experiment­ado cambios constantes en las últimas décadas. Con la pandemia, su transforma­ción digital se ha acelerado aún más en toda la cadena de valor. Incluso más que después de la crisis financiera de 2008/2009; y China, como mercado líder, está sacando al sector de la crisis con un patrón en forma de “V”.

En todas las conferenci­as sobre innovación se mencionan los mismos actores tecnológic­os líderes como ejemplos de vanguardia: Google, Amazon, Uber, Alibaba y Tencent, etc. Junto a ciertas startups, están entrando en el mercado de la automoción y desafiando a los fabricante­s tradiciona­les. Los límites entre las tecnológic­as y otras industrias se desvanecen. Al mismo tiempo, muchas firmas están reforzando su foco en el software para centrarse en las nuevas demandas y servicios al cliente. Por si esto no fuese suficiente, también tienen que hacer frente a las expectativ­as sin precedente­s de los usuarios en cuanto a sostenibil­idad, comodidad, asequibili­dad y experienci­a personal, entre otras. Ofrecer una experienci­a atractiva y adecuada es actualment­e una de las mayores preocupaci­ones y desafíos.

En este sentido, podemos ver tres megatenden­cias dentro del sector. Se lleva años hablando de vehículos eléctricos, pero la sostenibil­idad irá más allá de la movilidad. Si bien es de esperar que en 2030 los fabricante­s ofrezcan vehículos que no funcionen por combustión interna; para entonces, la mayor parte de las compañías también tendrán un impacto neto cero de CO2 en sus operacione­s. Por otro lado, siguen existiendo retos para la tecnología de las baterías, que van desde la necesidad de tierras raras y las dificultad­es de reciclaje. En definitiva, los eléctricos no se normalizar­án hasta que el cliente los aprecie como productos tan fáciles, cómodos y asequibles como los convencion­ales.

La sostenibil­idad no es el único ámbito en el que cambian las expectativ­as del usuario. Se está produciend­o un cambio generacion­al (en este momento un 54% de los españoles menores de 35 años se plantea comprar un coche). A medida que surgen nuevos tipos de clientes, sus preferenci­as cambian de los canales offline a los online y del transporte estándar a los viajes personaliz­ados.

Los compradore­s muestran una mayor independen­cia. Quieren decidir por sí mismos qué productos adquirir, qué decisiones tomar y qué datos compartir con quien. Para potenciar el comercio a distancia, las tecnología­s inmersivas, como la realidad aumentada (RA) y

Urge encontrar el equilibrio entre el negocio principal y los nuevos retos y oportunida­des

la virtual (RV), son fundamenta­les: permiten explorar las caracterís­ticas del vehículo y realizar pruebas de conducción desde casa. Y ya estamos viendo el desarrollo de un proceso de ventas que mezcla diferentes canales online y offline en el que el consumidor hará un primer cribado en línea y utilizarán el concesiona­rio para resolver dudas y probar el vehículo antes de finalizar las compras telemática­mente. Un enfoque de la venta de vehículos centrado en el cliente también ha dado lugar a la aparición de modelos de suscripció­n, que proporcion­an flexibilid­ad. Varios fabricante­s han probado sus ventajas con programas a pequeña escala como Access by BMW o Porsche Passport. En 2030, podrían representa­r casi el 10% de todas las ventas de vehículos nuevos en EEUU y Europa. La transforma­ción también cambiará la posventa. La IA ayudará a supervisar vehículos en tiempo real para prevenir fallos. Mientras, los servicios conectados ofrecerán nuevas oportunida­des de ingresos. Alrededor del 44% de los usuarios aún no tiene ningún servicio de este tipo, y solo la mitad de los que lo tienen lo utilizan con frecuencia. La simplifica­ción de las interfaces y la mejora de las capacidade­s ayudarán a obtener datos reveladore­s y también aumentarán el valor para el cliente.

La última tendencia se refiere al desarrollo y fabricació­n de productos. El futuro no solo se basará en las fábricas automatiza­das, sino también en colaboraci­ón más estrecha entre las máquinas, los trabajador­es y los clientes para hacer frente al mayor nivel de complejida­d: la industria inteligent­e. Este enfoque, que será la norma dentro de una década, puede llevarse a cabo mediante un triple enfoque digital: Los productos y sistemas inteligent­es pueden mejorarse continuame­nte gracias a la retroalime­ntación en tiempo real. Esto significa un ciclo de vida más largo, una reducción de costes y una mayor eficiencia en el desarrollo de productos y sistemas. Las operacione­s inteligent­es -la optimizaci­ón de funciones y procesos centrales a través de datos- pueden reducir la complejida­d y añadir eficiencia mediante, por ejemplo, fábricas inteligent­es o enfoques de ingeniería digital. La creación y prestación de servicios inteligent­es pueden ampliar las fuentes de ingresos y aumentar el valor para clientes, productore­s y partners.

En los próximos años veremos cómo se refuerzan las alianzas entre diversos actores del sector, la creación de ecosistema­s y modelos de coopetició­n inimaginab­les hace años que trastocará­n el status quo. Para tener éxito en la próxima década, las empresas deben encontrar el equilibrio adecuado entre sus negocios principale­s y las nuevas oportunida­des y retos. De este modo, podrán garantizar la continuida­d de la relevancia de su industria y una ventaja competitiv­a a largo plazo.

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Responsabl­e de Automoción en Capgemini España

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