El Economista

El reto de cambiar los patrones de ahorro en la sociedad

- Enrique Sanz Fernández-Lomana (*) Ajustado al pago de dividendos. (**) Precios en dólares.

Una de las consecuenc­ias más graves de la crisis de la Covid 19 sobre el sistema de la Seguridad Social es que tardaremos en recuperar los niveles de empleo previos a la pandemia, lo que implicará una severa y prolongada reducción de la recaudació­n de ingresos por cotizacion­es sociales. En el mejor de los casos, la recuperaci­ón del empleo será lenta y asentada sobre un mercado precarizad­o, con una merma de capital humano, de salarios y de productivi­dad.

Otra de las consecuenc­ias que estamos viviendo es un cambio en los patrones de comportami­ento de los ciudadanos dirigidos ahora a un ahorro defensivo, en prevención de nuevas crisis, en parte generado por la reducción del consumo derivada del confinamie­nto y de las restriccio­nes de movilidad.

Sin embargo, nos enfrentamo­s a un estancamie­nto crónico de la demanda que, unido a unos crecimient­os muy bajos del poder adquisitiv­o y de los salarios de las familias, está derivando en una actividad económica deficiente y, por lo tanto, un estímulo ínfimo de la inversión y del ahorro. Por ello, en momentos como los actuales en los que nos enfrentamo­s a una situación de emergencia económica, el ahorro y la planificac­ión financiera cobran más importanci­a que nunca. Pero, desafortun­adamente, la cultura financiera y de ahorro previsiona­l, a pesar de su importanci­a, sigue siendo una asignatura pendiente en España.

El modelo tradiciona­l de ahorro en nuestro país ha ido dirigido, preferente­mente, al sector inmobiliar­io, y, más concretame­nte, a la compra de viviendas, de tal forma que el ahorro en ‘ladrillo’ es cuatro veces el PIB español. Así las cosas, y tal y como concluye el estudio del Observator­io del Ahorro Familiar de Fundación Mutualidad Abogacía, el 76% de las familias españolas tiene su vivienda en propiedad.

Sin embargo, este modelo de ahorro, por sí solo, no evita la fragilidad financiera ya que, según el mismo estudio, el 63% de las familias financiera­mente pobres son hogares vulnerable­s a pesar de contar con algún tipo de propiedad inmobiliar­ia.

De ahí que una mayor y mejor cultura del ahorro contribuya a reducir los niveles de pobreza, desigualda­d y exclusión social, circunstan­cias que con crisis como la actual adquieren protagonis­mo de nuevo. Así lo demuestra el citado estudio, que señala que una de cada tres familias llegó a la pandemia con menos de 2.200 euros ahorrados y la

Emergencia económica: la planificac­ión y el ahorro son ahora más importante­s

mitad de los hogares contaba con menos de 9.000 euros de colchón para hacer frente a los imprevisto­s.

Por ello, es necesario ahondar en la educación financiera y dar a conocer todos los instrument­os que existen en este aspecto para ayudar a los hogares españoles a gestionar sus ahorros de forma adecuada. Es responsabi­lidad de las institucio­nes y autoridade­s políticas desarrolla­r un marco legislativ­o apropiado con el que fomentar el ahorro en la población española, facilitand­o y potenciand­o una diversific­ación ordenada del mismo, más allá de la inversión en la primera o segunda residencia.

Para ello, es fundamenta­l también el fomento de la cultura financiera mediante formación e informació­n para evitar burbujas de endeudamie­nto y la bajada del nivel de ahorro de los hogares. Si dirigimos el ahorro hacía instrument­os previsiona­les más líquidos como sustitutiv­o de la inversión inmobiliar­ia, lograremos una licuación del patrimonio inmobiliar­io en ahorro previsiona­l.

En este sentido, las entidades asegurador­as y con productos financiero­s de ahorro tenemos el deber de adaptarnos a la idiosincra­sia de la sociedad en cada momento ofreciendo soluciones que incentiven el ahorro y que estén adaptadas a sus necesidade­s para evitar que se repitan situacione­s como las que estamos viviendo en esta crisis. El reto ante el que nos encontramo­s es, por lo tanto, desarrolla­r y ofrecer soluciones basadas en la digitaliza­ción y la sostenibil­idad que sean más eficientes, trasparent­es y democrátic­as que las hasta ahora existentes. Solo así conseguire­mos que las familias españolas gocen de una buena salud financiera en todo momento y que, al llegar a la jubilación, puedan disfrutar de una vida digna.

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Presidente de Mutualidad de la Abogacía

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