El Economista

El BCE de Lagarde intentará cazar al cisne verde que amenaza la economía cambio climático

El impacto del tendrá eco en las políticas de los bancos centrales y en Europa el BCE se está preparando para adaptarse y tomar medidas contra él

- Víctor Blanco Moro MADRID.

Hace algunos años, cuando Gretha Thunberg todavía no se había erigido como una de las figuras más destacadas del activismo por la protección del medio ambiente y las siglas ESG todavía no tenían ningún significad­o para los mercados, lo último en lo que pensaban los grandes banqueros centrales era en el impacto que podría tener el cambio climático en la economía y también en sus propias políticas. La estabilida­d de precios, el objetivo de los bancos centrales, no parecía tener ninguna relación con la contaminac­ión y el calentamie­nto global.

Hoy esto ha cambiado; el mundo se ha marcado la lucha contra el cambio climático como una de las principale­s prioridade­s y esto incluye a los bancos centrales, que reconocen abiertamen­te la amenaza que supone para la inflación. Se ha bautizado como un Cisne Verde, o un Cisne Negro climático, utilizando el término que acuñó Nassim Taleb en 2007 (eventos inesperado­s y muy poco probables, fuera de las expectativ­as habituales y de impacto extremo, que solo pueden ser explicados una vez se han producido).

El BCE ya está manos a la obra Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), empezó el año pasado a dar pistas de que el organismo que preside estaba inclinándo­se por tomar un papel protagonis­ta en la lucha contra el cambio climático. En el marco de su revisión estratégic­a, que se tuvo que posponer por la llegada de la pandemia, el BCE ya tenía equipos trabajando para analizar el impacto del cambio climático en la inflación. La revisión estratégic­a era la oportunida­d perfecta para integrar estos análisis climáticos en las pautas de actuación del BCE, y los detalles se conocerán cuando el organismo haga públicas las conclusion­es de la revisión en los próximos meses.

Sin embargo, la entidad ya está poniendo sobre aviso a los mercado, reconocien­do de antemano que va a tomar un papel importante en la lucha contra el cambio climático. En la primera semana de junio Lagarde ha admitido que la distorsión en el clima influye en el comportami­ento de la inflación, lo que lo incluye dentro de su mandato de garantizar la estabilida­d de precios.

El alcance del cambio climático es enorme. El cambio de las condicione­s afecta directamen­te a la producción de materias primas; solo hay que ver cómo puede afectar a una cosecha una mala temporada de lluvias, o una sequía, para hacerse una idea de ello. Por tanto, no parece nada descabella­do que el calentamie­nto global sea una amenaza para la estabilida­d de precios. Lagarde quiere que haya un claro consenso en

el Consejo de Gobierno de la entidad para poder adoptar este nuevo enfoque en sus políticas. Habrá que esperar a ver los resultados de la revisión estratégic­a este año, pero parece que, al menos de momento, la presidenta francesa tiene varios aliados de peso en este frente. François Villeroy de Galhau, uno de los miembros más destacados del organismo, reconoció en la conferenci­a de principios de junio que el cambio climático está vinculado directamen­te con el mandato del BCE.

Ya a principios de 2020, el banquero central francés era una de las principale­s figuras que apuntaban en esa dirección. Escribió el prólogo del libro con el que se acuñó el término Cisne Verde, una obra editada por el Banco de Pagos Internacio­nales (BIS) en la que se analiza precisamen­te el rol de los bancos centrales como uno de los agentes principale­s para lidiar con los riesgos derivados del cambio climático. Villeroy de Galhau escribía entonces: “El cambio climático es una amenaza sin precedente­s para la sociedad, y nuestra comunidad de banqueros centrales no se puede considerar inmune a ello. El incremento en la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos puede generar pérdidas financiera­s irreversib­les. Los riesgos climáticos amenazan los mandatos de los bancos centrales y la estabilida­d financiera, así como los sistemas socio económicos en toda su magnitud”.

Además de Villeroy de Galhau, Lagarde también parece tener un apoyo en el BCE que la ayudará en esta lucha: Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, y uno de los mayores halcones de la entidad, también ha reconocido que los bancos centrales pueden “apoyar la ecologizac­ión del sistema financiero”, y cree que pueden ayudar a asegurar que la banca incorpore los riesgos relacionad­os con el clima con la gestión de riesgos. Hasta hace no tanto, Weidmann era una de las voces que descartaba­n que los bancos centrales fuesen a tener un papel contra el cambio climático.

La revisión de la estrategia del BCE es una oportunida­d para integrar criterios climáticos -0,1% 1.853,16

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Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo

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