EL TITANIC DE LA EFEBOCRACIA
Comentaba el exdirigente socialista Nicolás Redondo, hoy lamentablemente alejado del ruedo político, durante un reciente encuentro de la asociación Pluralismo y Convivencia, que el principal efecto beneficioso del desembarco de Alberto Núñez Feijóo en el escenario nacional era el fin de la efebocracia. Entendiendo como tal el acceso a los órganos de poder y dirección política de jóvenes con mentalidad adolescente, pagados de sí mismos sin experiencia en la gestión y sin haber trabajado en nunca más que escalando posiciones dentro de sus partidos respectivos.
Primero cayó Albert Rivera, le siguió Pablo Iglesias, después Pablo Casado, y ahora el Titanic del sanchismo hace aguas en Andalucía camino de estrellarse contra el iceberg de sus alianzas parlamentarias, sus políticas proseparatistas, su incompetencia económica y, sobre todo, contra una espiral inflacionista que ni sabe ni quiere combatir. Recordar que a lo largo de la historia la inflación ha derribado más gobiernos que las revoluciones y es el principal caldo de cultivo de los populismos.
Explicaba un destacado exsecretario de Estado en los gobiernos de Aznar en vísperas de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy que el voto puede permitirse el lujo de ser ideológico mientras no toca el bolsillo, pero cuando se juegan los cuartos manda el voto útil de la economía y la gestión. Y en la España de hoy los números de la economía cantan que el poder adquisitivo de los hogares está cayendo más de un 12% por el alto IPC y las empresas pierden competitividad y muchos autónomos se ven abocados a despedir trabajadores o al cierre del negocio.
Los últimos datos de la oficina europea de estadísticas, Eurostat, confirman que nuestra brecha de inflación sigue muy alta respecto al resto de la UE, mientras que el último examen de las autoridades comunitarias sigue situando a nuestro país como el peor de los 27 siendo el que tiene mayor déficit, más deuda, más paro y una de las mayores tasas de inflación. Indicadores agravados por una importante caída del consumo lo que aboca a una situación de estanflación -inflación alta sin crecimiento de la economía- a la que le puede seguir una crisis de deuda similar a la de 2008, pero con peor situación inicial que la de entonces.
A ello se añade que los sueldos reales en España han caído en torno al 5% durante los últimos 12 meses siendo el segundo país de la Unión Europea con mayor descenso salarial, solo por detrás de Grecia con un 7% de bajada. Lo que nos lleva a ser el país cuya combinación de mayor tasa de paro de Europa con una de las mayores tasas de inflación nos sitúan a la cabeza del Índice de Miseria Okun, que mide el deterioro económico y de la calidad de vida de las clases medias y bajas de la sociedad.
Con estos números son ya muchos en el Partido Socialista quienes piensan que Pedro Sánchez tiene los días contados, aunque apuntan también que va a intentar por todos los medios agotar la legislatura. A España le corresponde la presidencia de la UE en el segundo trimestre de 2023 y a Sánchez su ego le pide ser presidente de Europa. Pero son también conscientes de que el desastre de Andalucía va a movilizar a los dirigentes regionales y locales en su contra para intentar salvarse ellos en las autonómicas y municipales de mayo próximo, mientras que la coalición de gobierno puede romperse antes de lo esperado.
Podemos y Yolanda Díaz ya han visto en Andalucía a donde les conduce ser la muleta del sanchismo. La figura biliar de Adriana Lastra en su comparecencia del domingo y sobre todo su lenguaje de rabanera despechada era la viva imagen del talante antidemocrático, los modos y la falta de clase del sanchismo, mientras que desde las filas socialistas quienes conocen bien a Sánchez empiezan a sospechar que si el declive continúa será la primera rata en abandonar el barco para intentar buscar refugio en puertos europeos.
El voto puede permitirse el lujo de ser ideológico mientras no se toca el bolsillo