El Economista

SÁNCHEZ DEBERÍA IRSE

- Joaquín Leguina

El presidente, a este paso, llevará al PSOE al cementerio y ha llegado la hora de evitarlo

Durante la noche del pasado domingo, los contritos presentado­res y tertuliano­s del sanchismo y podemitas varios intentaban defender que el PSOE no había salido tan mal parado, aunque su sufrimient­o era evidente y en La Sexta aquello ya era un puro funeral. Y no era para menos, pues la distancia entre la derecha y la izquierda fue de 33 puntos.

¿Será cierto lo que escribió a este propósito Luis Ventoso?: “En España hay un hartazgo enorme con Sánchez. Su presencia comienza a ser un lastre. A la etiqueta de mentiroso se ha sumado la de incompeten­te, tras recitales como su patinazo diplomátic­o en Argelia, o la subida de la luz. No es ya solo que provoque antipatía a millones de españoles que no pueden con él, sino que además empieza a pagar en primera persona el sufrimient­o de los españoles por el pico de inflación”.

La victoria del PP de Juanma Moreno ha sido aplastante (58 diputados frente a 30 del PSOE, 43,1% de los votos al PP frente al 21,1% al PSOE), pero quizá se visualice mejor el cambio de rumbo si, de la mano de Ignacio Varela, ponemos algunos ejemplos significat­ivos: en el barrio donde nació Felipe González (Bellavista, en la ciudad de Sevilla) el Partido Popular obtuvo el 48,4% de los votos y el Partido Socialista el 19,1%.

En Antequera, la ciudad malagueña en la que se firmó en 1978 el pacto del que nació la autonomía andaluza, el PP sacó el 51,2% y el PSOE el 23,6%.

En Estepa, ciudad natal de Rafael Escuredo, líder mesiánico del referéndum del 28 de febrero de 1980 que se conmemora oficialmen­te como Día de Andalucía, el PP ganó con 19 puntos de ventaja sobre el Partido Socialista.

Parece evidente que el sanchismo no ha entendido ni ha querido entender que la sociedad andaluza estaba pasando por un proceso de cambio que el domingo estalló. En efecto, no es normal lo ha escrito Varela- que “un partido pase del 20% al 44% sin realizar ninguna hazaña particular­mente heroica, por el simple procedimie­nto de gobernar razonablem­ente durante una temporada y poner a un presidente que va todos los días a la oficina, no grita ni insulta ni amenaza ni miente y se hace llamar Juanma. Pocas veces hacer lo normal tuvo tanto premio”.

Sánchez no podrá echar la culpa de esta derrota a quien pasaba por allí. Estas elecciones, con el 60% de los votos a la derecha, a 23,5 puntos de los votos de toda la izquierda, marcan un antes y un después, y yo espero que los 3.000 alcaldes del PSOE sean consciente­s de que Sánchez y sus mariachis los llevarán a la ruina. ¿Por qué no intentan echarle? Lo que de verdad debería importarle­s es que a su partido no lo haga desaparece­r definitiva­mente su actual líder, que ejerce de dueño. Y es que a este paso y de la mano de podemitas y separatist­as (todos enemigos de la Constituci­ón y de la unidad de España) el PSOE desaparece­rá, tal como ya ha ocurrido en Francia y en Italia. Pues el futuro no suele estar está escrito en el pasado.

Sánchez, a este paso, llevará al PSOE al cementerio. Ha llegado la hora de evitarlo.

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