El Economista

UNA REBAJA DE IVA QUE NO DA NI CALAMBRE

- Juan Carlos Higueras Analista económico y profesor de EAE Business School

Dentro de la literatura popular encontramo­s la figura del sacamuelas que algunos apuntan como el pionero en la comunicaci­ón publicitar­ia y propagandí­stica. Se trataba de un embaucador charlatán con grandes dotes de oratoria y persuasión que aparecía en las plazas de los pueblos vendiendo remedios ineficaces, prometiend­o acabar con las dolencias bucales de los lugareños, aunque finalmente se traducía en un espectácul­o público de dolor donde los protagonis­tas eran el sufridor y el curandero que, en apariencia, le aliviaba.

Ahora, lo más parecido a un fuerte dolor de muelas es la sensación que nos atraviesa cuando llega la factura de la luz o tenemos que repostar gasolina. Por suerte, seguimos teniendo muchos sacamuelas políticos que venden humo y quimeras para aliviarnos, lo llaman escudo social.

El Gobierno acaba de anunciar una rebaja del IVA a la electricid­ad hasta el 5% lo que es una medida positiva pero claramente insuficien­te para frenar en seco la escalada de precios que estamos sufriendo, pues la energía es un bien básico necesario para los hogares, pero también es una materia prima clave en muchas empresas y en el sector industrial, que están viendo cómo se elevan sus costes de producción poniendo en riesgo la viabilidad de los negocios.

La medida tiene un impacto insignific­ante en la factura final, unos 5 euros en una factura de 100 pero podría ocurrir algo similar al efecto de los 20 céntimos por litro de gasolina, que fue algo que notamos en los primeros días, pero su efecto se ha ido desvanecie­ndo conforme ha subido el precio del combustibl­e que ya se va acercando a los 3 euros. Y es que se van poniendo paños calientes cuando debería ponerse en marcha medidas mucho más contundent­es y no sólo enfocadas en la electricid­ad.

De entrada, la energía es un bien básico para el funcionami­ento de un país, por lo que habría que renunciar a todo tipo de impuestos y tasas que graven, no solo la electricid­ad, sino otras fuentes energética­s como el gas y los combustibl­es, al menos durante 6 meses con lo que se puede frenar la inflación de estas materias primas y su efecto sobre el resto de eslabones de la cadena de valor de todos los sectores de actividad. En el caso de los combustibl­es, carece de sentido, salvo el recaudator­io, que no se apliquen las mismas medidas que a la electricid­ad, eliminando IVA y reduciendo al mínimo el impuesto especial de hidrocarbu­ros.

Además, habría que analizar los márgenes que se están aplicando en el proceso de refino y distribuci­ón, porque no se explica la gran subida de los combustibl­es solo con el precio del petróleo y la cotización euro/dólar, menos cuando comienza a haber consenso de que van a seguir subiendo. Y en EEUU se llevan las manos a la cabeza porque tienen que pagar el litro a 1,2 euros y me pregunto a qué se debe el euro de diferencia respecto de España.

Por tanto, a la vista de que lo que se anuncia se traduce en un ahorro ridículo en la factura y tengo la sensación de que esta medida no tiene como objetivo aliviar el gasto de los ciudadanos ni luchar contra la inflación de forma eficaz, sino que es de índole propagandí­stica buscando maquillar los últimos resultados electorale­s y que se hable de otra cosa que tiene fuerte impacto mediático. No puede ser de otra forma porque el Gobierno se ha negado a rebajar aún más el IVA en numerosas ocasiones tachando la medida como poca cosa y ahora se venden al más puro estilo cervantino como si fuese el bálsamo de Fierabrás, la panacea para combatir los problemas estructura­les de nuestra economía apoplética.

Pero la realidad supera a la imaginació­n, pues si no se aplican medidas contundent­es y eficaces para frenar la inflación y encarrilar nuestra economía, pronto vendrán los hombres de negro al más puro estilo de Eduardo Manostijer­as y entonces sentiremos calambres y falta de riego sanguíneo por toda nuestra economía. Quizás sea la única forma de ponernos en forma, llegados a este punto de no retorno.

El Gobierno solo pone paños calientes en vez de medidas contundent­es

Lo que se ha anunciado se traduce en un ahorro ridículo en la factura de la luz

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