España no abre la puerta al carbón
de ninguna central de carbón operativa en la actualidad.
Otros países
Holanda anunció este lunes el levantamiento de las restricciones a la generación de electricidad con carbón de 2022 a 2024, después dejase de suministrar gas. En su compromiso de reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera, el Gobierno holandés había limitado la utilización de estas plantas de energía al 35% y esperaba un cierre progresivo.
El incremento de producción requerirá un aumento de las importaciones de carbón de nuevos proveedores. Y es que, según los últimos datos de la AIE, su dependencia del carbón ruso asciende al 45%. En el país hay actualmente cuatro centrales de carbón operativas y otras cuatro han visto su cierre en la última década.
Italia también ha acordado planificar más compras de carbón para poder incrementar la producción en las plantas térmicas nacionales desde agosto, si la reducción de los flujos desde Moscú hacia Europa continúa. Pese a ello, no consideró necesario aumentar el nivel actual de prealerta a alerta, pues los depósitos de almacenamiento de gas se encuentran al 55% de su capacidad, en línea con el resto de países europeos.
La búsqueda de nuevos suministradores es clave, pues su nivel de dependencia con respecto al carbón ruso es del 53%. El país dispone de siete centrales de producción de carbón operativas, mientras seis instalaciones han sido cerradas en la última década.
Polonia, por su parte, presentó el martes pasado una ley que garantiza a los consumidores particulares el carbón a un precio controlado. Según declaró el portavoz del ministerio de Clima y Medio Ambiente, Wojciech Krawczyk, “actualmente cuesta entre 155 y 215 euros extraer una tonelada de carbón de la mina”, pero cuando la mercancía llega a los almacenes “su precio puede llegar a los 440 o 660 euros debido a la especulación” de los intermediarios.
La medida, presentada como parte del “escudo anti-inflación” gubernamental, marca un límite en la compra de hasta tres toneladas por individuo o comunidad de vecinos, y compensará con hasta 160 euros por tonelada a las empresas acogidas al programa. Su dependencia del carbón ruso es del 15%, por lo que en las últimas semanas el Gobierno polaco ha impulsado acuerdos para recibir suministros de Colombia, Sudáfrica y Australia.
En Grecia, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, anunció un aumento del 50% en la producción de lignito (carbón mineral) hasta 2024 para acumular reservas y ha suspendido los planes de retirada de más centrales eléctricas de carbón. En este sentido, el sindicato griego de trabajadores del sector
España mantiene la fecha de cierre de sus centrales térmicas. En la última década ha cerrado 16 centrales de carbón y hoy en día solamente dipone de cuatro plantas operativas: Aboño en Asturias) y Soto de Ribera en Asturias (ambas de EDP); la de Los Barrios en Cádiz de Viesgo y la de As Pontes en A Coruña (de Endesa). Las reservas de carbón de esta última están a punto de acabar, a la espera de recibir la autorización administrativa para proceder a el cierre definitivo de la planta.
eléctrico está reclamando al Gobierno la prolongación de la vida del carbón, en lugar de utilizar las importaciones de gas.
¿Inversiones en carbón?
Como se ha mencionado, los precios del carbón experimentan un crecimiento sin precedentes en 2022. Por ese motivo, la Agencia Internacional de Energía (AIE) se pregunta si este encarecimiento del combustible fósil podría desencadenar una nueva ola de inversiones en la cadena de suministro del carbón. “Fuera de China e India, no está claro que vaya a producirse tal aumento de la inversión”, apunta en su informe World Energy Investment 2022.
“La inversión en nuevas minas de carbón greenfield sigue ciclos de desarrollo largos, lo que significa que los inversores requieren una visión a largo plazo de la demanda más allá del ciclo de precios actual”, señala el informe. Sin embargo, advierte de que los precios sí podrían estimular la inversión a corto plazo en la capacidad existente.
En 2021 se invirtieron alrededor de 105.000 millones de dólares (unos 100.000 millones de euros) en la cadena de suministro de carbón, un aumento del 10% respecto a 2020 y volviendo a los niveles de 2019. La escasez de carbón en China tuvo un importante efecto sobre en la inversión en la minería del carbón, ya que el gobierno reaccionó rápidamente rápidamente aumentando la producción a corto plazo.
En la primera mitad de 2021, se pusieron en marcha más de 500 Mtpa (millones e toneladas por año) de capacidad minera de carbón. “Sin embargo, el crecimiento neto de la capacidad fue menor, ya que parte de la nueva capacidad se puso en marcha en el marco de un plan de intercambio de capacidad que incluía el cierre de minas”, recoge la AIE.
India, el segundo consumidor y productor mundial de carbón después de China, quiere aumentar su producción de carbón a medida que crecen sus necesidades energéticas y el Gobierno quiere reducir las importaciones, “porque la escasez de oferta en 2022 aumentó el uso del carbón importado, más caro”, dice el análisis.
Según la agencia, hay incertidumbre sobre la rapidez con la que productores privados pueden lograr la aprobación y sobre el ritmo de desarrollo de la capacidad de producción, pero los elevados precios del carbón pueden ser un incentivo.
Neutralidad climática
Además de la escasez de carbón a la que se enfrentan los mercados, la apuesta por la producción de electricidad mediante el uso de este combustible fósil pone en riesgo el cumplimiento de los objetivos de descarbonización.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, calificó de “delirante” las nuevas inversiones en exploración y producción de fuentes fósiles. “El único camino posible hacia la seguridad energética, la estabilidad de los precios, la prosperidad y un planeta habitable consiste en abandonar los combustibles fósiles contaminantes, en especial el carbón, y acelerar la transición energética”, sentenció.